reflexión

Atrincherados – Por Juan Pedro Rivero

Se nos va entre las manos este mes de febrero, sin hacer mucho ruido y sin que nos dé ocasión de darnos mucha cuenta de su huida. Dos meses después de las elecciones generales y aún no se vislumbra un gobierno. Parece que se nos olvidó que éramos un país civilizado que ha eliminado los muros levantados en otros tiempos y construido puentes de diálogo y respeto. Se nos puede olvidar que el otro existe y que tiene tantos derechos y tantos deberes como los tenemos nosotros. Todos los derechos deben ser respetados. Aunque a veces entren en conflicto. En ese momento debe hacerse presente la estatura de civilización y la creatividad social necesaria para salir del conflicto.

Es lo que recientemente ha ocurrido al colisionar el derecho a manifestar en público y en privado el propio criterio y la propia opinión (derecho de expresión) y el derecho a no ser molestado, ni perseguido de ningún modo, por la propia vivencia religiosa, y esto manifestado también, en libertad, en público y en privado (derecho de libertad religiosa). Sin respeto y respeto y responsabilidad, los derechos son reivindicados de forma antinatural. Si tú tienes libertad para decir lo que piensas, yo tengo libertad para vivir como creo. Si tú tienes derecho, yo tengo el deber de respetar tu derecho.
¿Tanto cuesta esta forma civilizada de vida? ¿Tanto cuesta? No es malo tener opiniones diferentes y posturas vitales distintas. Lo malo está en la cerrazón para reconocer y respetar al otro. Lo malo no es ser distintos, sino olvidar que somos semejantes. Cuando se olvida lo que nos vincula, al menos desde una perspectiva social, las diferencias se convierten en dardos que se arrojan desde lejos con afán de hacer daño.

Los individuos de una sociedad deben comprometerse en construir vínculos de unidad, paz y concordia. Esa es la primera necesidad. Sin unidad, paz y concordia, ni tus derechos son derechos ni mis deberes son deberes. Es el caldo de cultivo en el que se da la civilización. De lo contrario, por más que invite el Papa a no construir muros, estaremos atrincherados detrás de nuestras posturas, olvidando que existen otros con posturas diferentes.

Unidad, paz y concordia. Eso siempre en la base.

@juanpedrorivero