tribuna política

El Balneario

Es realmente vergonzoso que una ciudad marítima como la nuestra no cuente con una playa donde puedan tomarse los baños de mar. A remediar esa falta nos hemos forzado un grupo de amigos de construir el balneario y habilitar una playa para baños”. Con estas palabras de García Sanabria, y que la historiadora Dolores Hernández Díaz rescata en su excelente libro El Balneario de Santa Cruz y sus aledaños, se iniciaba la construcción de este lugar emblemático para nuestra ciudad, allá por el año 1928. Fue el impulso de este alcalde, uno de los mejores que ha tenido Santa Cruz, lo que nos ha permitido a varias generaciones de santacruceros disfrutar de un espacio público como este, punto de encuentro para el ocio, el deporte, la cultura y la diversión. Sin que la nostalgia nos anule la razón, el balneario es un extraordinario ejemplo de lo que ahora, de manera rimbombante, se enuncian como las decisiones municipales estratégicas. En aquel momento nuestro Ayuntamiento priorizó la construcción de un proyecto social, un espacio público que, a lo largo de ochenta años, generó unos incalculables beneficios para la ciudadanía que proyectaron estas ganancias inmateriales a varias generaciones. Este espacio, indisolublemente unido a unas vivencias colectivas muy placenteras, facilitó la cohesión social en una ciudad que crecía demasiado deprisa y que necesitaba de lugares de encuentro popular como el Balneario y sus piscinas. Tras el cierre en la década de los 90, el edificio y las instalaciones han ido sufriendo un progresivo deterioro hasta encontrarse en la actualidad en una situación realmente lamentable, fruto del abandono del Gobierno de Canarias y de la abulia de los últimos alcaldes santacruceros, que nunca han movido un dedo por la defensa de este legendario lugar. ¡Qué diferencia con el admirado García Sanabria! Podríamos decir que es un edificio catalogado como histórico, incluido como tal en el Plan General de Santa Cruz y que, por lo tanto, existe un deber del Gobierno de Canarias de mantener sus valores. Pero de qué sirve reclamar acudiendo a las normas administrativas, si los últimos alcaldes capitalinos, los que deberían defender a capa y espada este lugar emblemático carecen de la clarividencia necesaria para comprender y sentir la importancia de estos espacios, cuando esta necesidad está más vigente que nunca. Recientemente se ha constituido una plataforma vecinal para la defensa del Balneario y las piscinas que reclama la rehabilitación de este edificio y entorno para recuperar el uso deportivo y de ocio. El día que acudí a apoyar con mi firma esta iniciativa, coincidí con un vecino de Cuesta Piedra que nos habló de lo que había significado para él y su generación el Balneario, defendiendo con enorme pasión la necesidad que tenía Santa Cruz de recuperar este lugar. Otro gallo nos cantaría si el alcalde tuviera un gramo de los quilates de entusiasmo y de sensatez que desbordaba este vecino de Santa Cruz.

*Concejal de SÍ se puede en el Ayuntamiento de Santa Cruz