BALONCESTO

Barbour, la estrella que no se apaga

El estadounidense machaca el aro en un encuentro frente al CB Canarias| SERGIO MÉNDEZ
El estadounidense machaca el aro en un encuentro frente al CB Canarias| SERGIO MÉNDEZ

Verlo jugar justificaba el precio de la entrada porque era la espectacular hecha jugador de baloncesto. Su sola presencia en la pista hacía presagiar que, en cualquier momento, podía pasar de todo y cada vez que botaba el balón para llevar a cabo el primer paso en una penetración se sabía que resultaba prácticamente imparable. Antwain Barbour fue uno de los grandes ídolos de la afición del Tenerife Baloncesto, además de haber sido uno de los jugadores de baloncesto más espectaculares que han pasado por la Isla.

Pero la estrella no se ha apagado. Antwain sigue aún compitiendo, lo hace en la primera dividión de El Líbano, país del que posee la nacionalidad, y, a pesar de los años transcurridos, en el Hoops Club, que es como se llama su ídolo, sigue siendo un espectáculo verlo jugar.

Barbour responde rápido a la proposición de la entrevista enviada vía correo electrónico. “Por supuesto, sigo queriendo aún mucho a Tenerife”, señala antes de comenzar a repasar su trayectoria deportiva una vez abandonó la Universidad de Kentucky.

La Palma no fue la primera experiencia fuera de Europa para Antwain, ya que formó parte de los Guaros de Larallego de Barquisimeto, en Venezuela, pero una lesión lo dejó sin equipo, hasta que apareció Rafa Sanz, que, como ya ha relatado, se sorprendió de la capacidad anotadora del estadounidense: “Cuando llegué a La Palma estaba emocionado por poder comenzar mi carrera europea, algo muy importante para mí. Además, me motivaba mucho poder jugar en una isla como La Palma, que es preciosa”, señala el jugador.

Allí estaría solo algunos partidos, porque Sanz, al fichar por el Tenerife Baloncesto, lo fichó para el equipo del Santiago Martín: “Mi llegada la recuerdo muy emocionado por los aficionados del equipo. Me acuerdo de haber jugado contra ellos en mi primer partido en La Palma y cómo animaban con los tambores que habían llevado al pabellón. No paraban de cantar aquello de ¡Te-ne-ri-fe! También estaba muy feliz por poder seguir jugando y viviendo en una isla tan bonita como es Tenerife. Es otra isla preciosa”.

Y junto a Rafa Sanz explotó. Se convirtió en una de las estrellas de la LEB, peleó por un ascenso a la ACB que se escapó por muy poco en Cáceres y vivió muchas noches mágicas, aunque hay una que permanece en su memoria: “Me encantaba jugar contra el CB Canarias por el ambiente que se vivía entre las dos aficiones porque querían mucho a sus equipos, pero recuerdo especialmente el partido contra el Alicante, en el que pude meter 50 puntos, contra el que era el mejor equipo de la liga y conseguimos ganarles en casa. Ese ha sido el mejor partido que he jugado en toda mi carrera en Europa”.

Y su carrera no es corta, ya que después de abandonar el Tenerife Baloncesto jugó en Erdemir , Gipuzkoa, Cibona, Victoria Libertas Pesaro, Mersin y el King Wilki Morskie polaco antes de aterrizar en Líbano, pero, como insiste en recordar, “La Palma y Tenerife siguen en mi corazón”.

“Le agradezco a Rafa Sanz que confiara en mí”

Antwain Barbour es un buen tipo, que siempre disfrutó de la afición de Tenerife, para él “sin duda la mejor” frente a la que ha podido jugar. Por ello, a pesar de que su salida de la Isla fue turbulenta, siendo cortado por la entidad blanquiazul, el alero, preguntado por si quiere mandar un mensaje a la afición chicharrera pide recordar a la persona que lo trajo a España. “Quiero darle las gracias a Rafa Sanz por traerme a Europa y creer siempre en mí”, señala con cierto tono nostálgico.

Tras hacer hincapié en que sigue teniendo “un hueco en el corazón” para la afición blanquiazul, ante la que estaría “encantado” de poder volver a jugar, Antwain repasa como, por ejemplo, en el Gipuzkoa pudo jugar para Pablo Laso, un entrenador que desde la LEB siempre había mostrado su fascinación por el norteamericano: “Mi experiencia en ACB fue buena, teníamos un buen equipo y pude jugar para uno de los mejores entrenadores de Europa. Me acuerdo que le ganamos al FC Barcelona”.

De allí a Turquía, una “gran experiencia” para Barbour, una persona sumamente religiosa que siempre lleva consigo un ejemplar de la Biblia: “Era la primera vez que vivía en un país con tantos habitantes musulmanes y la verdad es que aprendí mucho de aquella cultura. Me gustó jugar en Turquía”.

De allí a la histórica Cibona Zagreb para lograr el título de liga, el primero de su carrera, para luego fichar por el histórico Pesaro antes de regresar a Turquía y jugar en Polonia. Después de eso llega Líbano, un lugar “diferente” a lo anterior porque es muy similar a la vida que se puede llevar en Estados Unidos: “Estoy contento, juego para un gran equipo y un gran club. Sigo disfrutando del baloncesto”.