trac tici tac

Berrinche sordo

Hoy lo siento, que igual, con la voluntad de opinar desde la sinceridad más absoluta, llego a ser hiriente e incluso mezquino. Líbreme de pecado la Santa Inquisición, absuélvame de toda falta quien de estos menesteres se ocupe, pero hay cosas que esta alma errante no logra procesar, y claro, nace la rabia, la frustración y trece males más que mi endocrino dice que son fatales para el colon irritable. No lo puedo remediar. La mediocridad supera los límites de mi resistencia. El gusano, enroscado en su mísera existencia, solo ve como real lo que en su trozo de humus sucede. Más allá todo es penuria e incertidumbre. Para el común del invertebrado hay que defender la parcela, tener el hueco a salvo; no importa la cantidad de mierda que se acumule más allá de la linde, allá el otro con su basura. Por eso, cualquier apreciación es un ataque. La gata es mía y me la ventilo cuando quiero, que decía el chiste. Y mientras, la porquería que rezuma no les deja ver más allá de la mezquindad de provincias. “El mundo me fue ancho o me fue estrecho”, verseaba Dulce María Loinaz, y a este colectivo infesto les es demasiado ceñido, pues la amplitud de miras se reduce a su propio excremento.

Ya se sabe, se come donde se caga, principio y fin de la existencia más limitada. No sirvió de nada la pobre educación castrante, porque, entre otras cosas, logró erradicar de un plumazo al que tenía aspiraciones. Luego solo quedaba alimentar al tumulto y prolongar la estirpe. Así se forjó lo que ahora es el mayor de los lastres de la sociedad: el mediocre. Ni frío ni calor. Todo está bueno. ¡Contra! ¡Que no! Porque a mí todo no me vale y me revuelvo entre calenturas y burdas bravatas. Pero nada cambia, porque este medio pelo está inserto en todas los estratos sociales, bien anclado, bien agarrado a la teta del que sustenta, auspiciado por el poder, que le encanta tener sujetos modificables al antojo, fieles lacayos del ordeno y mando. Filios de meretriz. Son la lacra, el tapón que constriñe a una sociedad que quiere avanzar sin límites. Hasta los teides, que dice mi querido Román, hasta ahí mismo y más allá. Pero hoy no me callo, hoy no, porque lo que me trae hasta el teclado me envenena y ya está traducido a palabras. Ahora, desde aquí, solo el viento y la reflexión. Allá cada cual.
@cesarmg78