EL CHARCO HONDO

Confort

Han acampado donde se sienten seguros, a salvo, sin riesgos. Se han instalado en el espacio que les permite un mejor control de la situación. Los partidos están atrincherados en una zona de confort que discretamente comparten. Es más lo que nos une que lo que nos separa, evangelizan; sin embargo, su ámbito de diálogo se reduce a la unidad territorial o la lucha contra el terrorismo. Punto final. Fin de la cita. En esa dinámica, PSOE y Ciudadanos han elevado a la categoría de acuerdo de gobernabilidad un catálogo de incontestables confortables: meros compromisos de regeneración que siendo inaplazables son insuficientes. ¿Qué hay de los modelos de sociedad?, ¿cómo traducirán su idea de país al idioma de las políticas económicas? Obviando los eslóganes, ¿que harán con la legislación laboral, la ventolera docente o la fragilidad presupuestaria para dar respuesta a las desigualdades? España sigue duplicando la media europea de desempleo; somos el segundo país de la UE con más paro, a dolorosa distancia de los que nos siguen. Apunta Juan Carlos Barba, y apunta bien, que siendo fundamental el papel del sector privado no es menos cierto que se necesita que lo público haga su trabajo incidiendo, entre otros aspectos, en financiación, fomento fiscal, inversión pública y público-privada o facilidades administrativas, sin olvidar, claro está, la oportunidad de apostar por los servicios públicos y la acción social. Según la OCDE, los ajustes fiscales, las subidas de impuestos y los recortes han disparado las desigualdades, provocando que millones de personas sufran lo que Oxfam Intermón calificó en 2015 como una situación de privación material severa. Los actores principales o secundarios de la investidura bien podrían abandonar estos días su espacio argumental de confort. Más allá del catálogo de incontestables -unidad patria, terrorismo o regeneración- hay un país bastante roto que merece saber qué modelo de sociedad proponen unos y otros.