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Desesperadas

1. En los últimos días me he encontrado con dos mujeres que no tienen suerte con el trabajo. Y están desesperadas. Una, de 50 años, guapísima, ha encontrado finalmente empleo en la tienda de una amiga, en horario de tarde. Una chica con estudios medios, que ha trabajado como dependienta de grandes firmas, que ha tenido que fregar vasos en un restaurante y suelos en casas particulares para poder sobrevivir. Me dio mucha pena su situación, porque, además, el empleo que tiene ahora es por horas. Y, el miércoles por la tarde, sentado en el centro comercial El Trompo con unos amigos, conocí a una chica de muy buena presencia, de treinta y pocos años, con tres cursos de Derecho aprobados, que lleva años esperando por un empleo tras haber perdido el suyo por la mala situación económica del medio informativo en el que trabajaba. Vive con su madre con trescientos ochenta euros al mes de pensión. No puede reiniciar la carrera, ni emprender actividad alguna porque no tiene medios. Todos esos cantos de sirena que escuchamos sobre la mejoría de la situación laboral de los canarios se estrella en casos como estos dos, especialmente sensibles para mí porque se trata de dos mujeres, dos personas que lo más que desean en el mundo es un puesto de trabajo.

2. Yo me río de las estadísticas del PP. De acuerdo, hemos avanzado algo, pero los trabajos son precarios y no dan para todos. La joven de treinta y pico años, exestudiante de Derecho, se mataría por un empleo de 800 euros, o de menos. Y la otra mujer, por tener 50 años, ninguna empresa la quiere incorporar a su plantilla. Todo esto me parece profundamente injusto. Las selecciones de personal están enfocadas a las personas jóvenes y una vez que pasas la treintena no te quiere nadie, especialmente si eres mujer. Ambas están solteras, así que los empleadores ni siquiera pueden alegar miedo a obligaciones familiares, lo cual sería también otra injusticia.

3. La propaganda del PP dice que se ha dado un salto cuantitativo en la creación de empleo. Yo creo que mientras no se incentive a las empresas con medidas adecuadas estos casos se repetirán por millones. Todo se queda en dudosas intenciones. Y no hay derecho.