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Encuentro con Demis Roussos

1. Una amable lectora me ruega que repita mi poco usual encuentro con el cantante Demis Roussos, tristemente fallecido, con cuya música tantas veces bailé en mi juventud, bastante agarrado (a mi pareja). Bueno, lo intentaré, aunque ha pasado ya mucho tiempo, quizá treinta y pico años. Fue en Londres, aunque ahora no recuerdo si en el White Elefant o en el Annabel’s, dos clubes muy chics, a los que acude la sociedad británica y sólo admiten algunos extranjeros. A mí me invitaron y yo, naturalmente, fui a cenar y luego a bailar, como correspondía en ese momento. Había bebido algunos güisquis y me dieron ganas de hacer pis. Y me encaminé al elegante urinario, en el que un tipo esperaba a que te lavaras las manos para acercarte una mullida toalla y te ofrecía colonia para refrescarte. En fin, cuando yo me hallaba en mi faena de desagüe vi de reojo -yo siempre sospecho en esos sitios- que, dejando en medio una plaza, un señor muy alto y gordo, con túnica, meaba cerca de mí. Seguí a lo mío, pero cuando me dirigía al de la toalla observé que el mismísimo Demis Roussos estaba junto a mí, con su hábito, sus tacones y su pelo largo.

2. Me quedé helado. Demis Roussos había sido el cantante favorito de mi juventud; un ídolo. Me quedé mirándolo y le pedí un autógrafo, en la solapa de una caja de fósforos del local. Me firmó amablemente, lo que aprovechó el palanganero inglés para rogarle otro para él, a lo que también accedió. No fue el único encuentro en uno de esos clubes; en otra ocasión, junto a mi mesa, cenaban el príncipe Andrés con su amigo el actor Michael Caine. Creo que la tercera persona que estaba con ellos en la mesa era Koo Stark, actriz americana a la que se relacionó con el hijo de la reina Isabel.

3. Eso de viajar mucho tenía estas cosas, que te topabas con gente a la que nunca habías soñado conocer. Ya les conté también que en una recepción en la Embajada de España en Londres, con motivo de una visita de Adolfo Suárez, conocí, de una tacada, a Harold Macmillan, Harold Wilson y Edward Heath. ¡Tres premiers! Y lo mejor fue que acabé en una discoteca, con unos amigos de la embajada y Amparo Illana, la esposa de Suárez. Un encanto de persona. Otro día les cuento más de esos viajes.