SANTA CRUZ

Esmeralda, la diva olvidada que descansa en Santa Cruz

ESMERALDA CERVANTES
Esmeralda Cervantes, nombre artístico de Clotilde Cerdà. / DA

El caso del cubano Ernesto Lecuona no es el único mito de la música universal que el destino trajo a morir a Santa Cruz de Tenerife. Varios decenios antes del deceso del autor de La Comparsa en el capitalino hotel Mencey, falleció en esta capital otra figura legendaria de la música que en la actualidad permanece totalmente olvidada, no solo en el Archipiélago sino en toda España. Esmeralda Cervantes -cuyo nombre de pila era Clotilde Cerdá- fue una gran arpista, y una de las grandes divas de la música del siglo XIX

El Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife y la Tertulia Amigos del 25 de Julio han decidido rescatarla del ostracismo aprovechando la conmemoración del 90 aniversario de su fallecimiento y hoy la homenajean con una conferencia y la inauguración de una exposición sobre su vida y obra. Los actos tendrán lugar en el palacio municipal, a partir de las 20.30 horas, y se abrirán con una presentación a cargo del presidente de la Tertulia Amigos del 25 de Julio, José Manuel Ledesma. A continuación, la presidenta de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel, Rosario Álvarez, pronunciará la conferencia, a la que seguirá una intervención del alcalde, José Manuel Bermúdez. El acto académico concluirá con la actuación de la arpista Victoria Carlisle, que interpretará cuatro piezas. A su término se procederá a la inauguración de la exposición temática sobre Esmeralda Cervantes en la Sala de los Mármoles del Ayuntamiento.

Una calle del barrio Salamanca lleva el nombre de la gran artista nacida en Barcelona

Esmeralda Cervantes, llamada en realidad Clotilde Cerdá, fue una virtuosa y precoz arpista muy conocida a nivel internacional, que nació en 1861 en Barcelona. Sus dotes para la interpretación se pusieron de manifiesto muy temprano y a los doce años ya tocaba en la orquesta de Richard Strauss en Viena. Con 14 años, fue nombrada profesora honoraria de arpa en el Conservatorio del Liceu de Barcelona. Se codeó con la intelectualidad europea de la época y participó en distintas iniciativas, pioneras en la época, reivindicando la profesionalización de la mujer. Sobre 1907, después de casarse con el industrial alemán Oscar Grossman, abandonó los escenarios para dedicarse a la enseñanza y se fue a vivir a México. De ahí, en 1915 se trasladó a Santa Cruz de Tenerife, donde falleció en 1926, hace ahora justo 90 años. Sus restos reposan en un panteón en el cementerio de Santa Lastenia, y una calle de la ciudad, en el barrio de Salamanca, lleva su nombre.

Una adelantada

Clotide Cerdà fue una mujer adelantada a su tiempo, transgresora, un genio femenino en el siglo XIX. Actuó ante monarcas y en los mejores teatros de todo el mundo, escribió el libro Historia del arpa, hizo las Américas, protagonizó una sesión privada ante el presidente de Estados Unidos, Grover Cleveland, fue bendecida por el papa León XIII, fundó una escuela de artes para mujeres, dirigió en París la revista La estrella polar y consiguió indultos para condenados a muerte. Después de vivir en México de 1907 a 1915, Clotilde pasó sus últimos años en Santa Cruz de Tenerife, donde murió en 1926. Ni placas ni distinciones la recuerdan hoy en España, pero aún lleva su nombre el puente que une Paraguay y Brasil.

En la exposición organizada en el propio Ayuntamiento por la Tertulia Amigos del 25 de Julio sobre la vida y la obra de Esmeralda Cervantes, destaca un curioso artículo del periódico local El Progreso, fechado el mismo día de su fallecimiento, el 12 de abril de 1926, que decía lo siguiente: “Víctima de larga y penosa enfermedad, esta mañana falleció en esta capital la respetable y distinguida señora Clotilde Cerdá y Bosch. El fallecimiento de esta señora ha producido hondo sentimiento, no solo entre sus numerosas amistades, de quienes era muy apreciada por su carácter bondadoso, sino entre todos aquellos que la conocieron como artista. Pues ha de saberse que la finada era aquella insigne arpista conocida en el mundo del arte por el sonoro e ilustre pseudónimo de Esmeralda Cervantes. Y ha de saberse también que fue la mejor arpista del mundo, no solo en su tiempo, sino antes y después. La historia no registra otro caso como el suyo. Triunfó contundentemente con el arpa desde que se dio a conocer y mereció los más calurosos homenajes de reyes, emperadores, presidentes de repúblicas, compositores y concertistas eminentes, críticos, etc.”.

Tras hacer un detallado repaso de la vida y éxitos de la arpista por todo el mundo, el artículo de El Progreso finaliza con estos párrafos: “Un triunfo continuo fue la vida artística de Esmeralda Cervantes. De los primores que esta mujer privilegiada hacía con el arpa, a la que sacaba sonidos divinos, esta capital tuvo la honra de gustarlos varias ocasiones. Cansada la eminente arpista del continuo trajín que le imponía su profesión, se retiró del arte, eligiendo a esta capital como lugar de residencia y de descanso bien ganado. En estos últimos tiempos, solo sus amistades tenían el supremo placer y el grande honor de oír a Esmeralda Cervantes pulsar su arpa. Como mujer de carácter franco y amable, de exquisita sensibilidad y de cerebro bien cultivado, los continuados viajes saturaron su carácter de un gran amor a la humanidad, profesando con cordialidad ideas avanzadas, no por esnobismo sino por convencimiento que llevaba a la práctica. Ha dejado de existir, pues, una arpista eminente de fama mundial y una demócrata entusiasta. Santa Cruz ha tenido la honra de velar en su seno el sueño eterno de la que fue Esmeralda Cervantes”.

Hoy, 90 años después, Santa Cruz recupera la memoria de una mujer universal y olvidada.

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Aniversario. Se cumplen 90 años del fallecimiento en Santa Cruz de Tenerife de la prodigiosa arpista Esmeralda Cervantes.

Nombre artístico. Se llamaba Clotilde Cerdá Bosch, pero adoptó el nombre artístico de Esmeralda Cervantes. Era hija del ingeniero Ildefonso Cerdá y de Clotilde Bosch, dama de honor de Isabel II.

La niña prodigio del arpa. Víctor Hugo le prestó el nombre de una de sus heroínas: la Esmeralda del Jorobado de Notre Dame. Y el rey Alfonso XII le añadió el apellido más ilustre de las letras españolas: Cervantes. La niña prodigio del arpa, Esmeralda Cervantes, cautivó a reyes e intelectuales.

1861. Este año nació en Barcelona. A los nueve su madre se la llevó a París y con 12 tocaba en la orquesta de Strauss en Viena.

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