la crítica

Espléndida clausura del Festival de Música de Canarias – Por Lourdes Bonnet

El jueves pasado se clausuró la 32 edición del Festival de Música de Canarias y no pudo venir de mejor invitado que la Orquesta Festival de Budapest, con su fundador Ivan Fischer a la batuta.

Cabe destacar una notable asistencia de público en esta velada que comenzó con la obertura de Der Freischütz, de Carl Maria von Weber. Ya desde los primeros acordes, con las trompas situadas en los laterales delante de la orquesta, se dejó sentir una sensibilidad especial. La cuidada sonoridad de la orquesta era el equilibrio adecuado entre la perfecta afinación, un ajustado balance y una interpretación más que correcta. La primera parte se completó con el no tan programado Concierto Nr. 1 para piano de Brahms. El solista Sgouros realizó una interpretación cuanto menos infrecuente de esta conocida partitura. Frente a la solidez del concepto formal de Fischer, Sgouros con cada nueva entrada parecía buscar otra expresividad, aunque sin quedar claro qué quería. El resultado fue una parte orquestal soberbia, que acompañaba a las cambiantes rítmicas y direccionalidades que emanaban del piano. La mera actitud de Sgouros invitaba al hastío o al abatimiento, más que al ensimismamiento romántico o al arrobo que debería haber producido la música brahmsiana. Especialmente falto de brillo fue el primer movimiento, mientras que segundo y tercero mostraron una lectura mucho más depresiva que melancólica y no creemos que fuera la lectura más adecuada.

El concierto terminó de manera triunfal con la más conocida de las sinfonías de Prokofiev, la Nr. 5. Este fue el gran momento de lucimiento de la Orquesta Festival de Budapest, tanto en los numerosos solos como en la alternancia entre secciones o en los contundentes tutti. La obra permite distintas expresividades y Fischer no dudó en alternar momentos más clásicos con otros más expansivos. Destacó poderosamente la perfección de los fraseos ante una géstica de dirección prácticamente minimalista. Mención especial merece la cuidada afinación de todas las secciones y, dentro de ellas, de cada uno de los músicos. Sin duda se trata de una gran orquesta que brilla gracias al trabajo coherente de un gran director.

Y aunque no solemos comentar los bises, el de esta velada fue tan sorprendente que no podemos obviarlo. Fischer anuncia la interpretación de una antigua melodía ortodoxa y nadie podía imaginarse que la formación al completo se pusiera en pie y cantara de manera sobrecogedora a cuatro voces. Es una manera habitual desde hace unos años de interpretar su bis y cuentan ya con una amplia selección de obras en su repertorio coral.

La música no podía ser interpretada de cualquier manera por estos músicos y así pusieron un broche de oro a una gran intervención.