LA LAGUNA

El hospital de las aves

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El centro de recuperación de fauna silvestre La Tahonilla atiende cada año a 2.500 animales, sobre todo pájaros, pero también cetáceos y tortugas. / SERGIO MÉNDEZ

Desde su inauguración en 2011, el centro de recuperación de fauna silvestre La Tahonilla, ubicado en la carretera general de La Esperanza, atiende a una media de 2.500 animales al año, sobre todo aves aunque también cetáceos y tortugas marinas, a los que trata de sus lesiones o enfermedades, rehabilita y vuelve a soltar en su hábitat.

En concreto, “aquí tratamos todas las especies de fauna silvestre de la Isla: búhos, lechuzas, cernícalos, aguilillas, halcones, mirlos, zarapitos… Pero también tratamos fauna silvestre que no es propia pero que es emigrante, y entonces aquí han entrado cigüeñas, águilas culebreras y aves de cetrería perdidas”, explica Santiago Mayans, jefe del centro y veterinario.

Si alguien se encuentra un animal herido o accidentado, “estamos localizados en un teléfono propio del centro (922 445 777/696 463 760) y, además, estamos concertados con el 112”, aunque recuerda que la atención a los animales domésticos no es competencia del centro, así como tampoco la de los animales exóticos.

Se realizan visitas de colegios y acoge investigaciones de universidades

El centro, financiado con fondos europeos y del Cabildo y dependiente de la Unidad de Biodiversidad del área insular de Medio Ambiente, con el consejero José Antonio Valbuena al frente, también acoge visitas de centros educativos “porque es fundamental que la gente sepa lo que tiene para que realmente sepa apreciarlo y cuidarlo -explica Santiago Mayans-. Si no es así, nuestro trabajo se dispara. La conservación de la biodiversidad tiene que ve con el conocimiento, la formación y la responsabilidad”.

El edificio principal de las instalaciones está formado por dos pasillos concéntricos. El exterior es una jaula de vuelo donde, una vez que las aves están recuperadas, se entrenan y rehabilitan en este espacio, donde pueden volar libremente en círculos, para poder soltarlas con garantías. “Es como el gimnasio donde las aves se preparan para la liberación”, apunta.

Paralelamente transcurre otro anillo, que es el pasillo visitable para los estudiantes y donde hay jaulas con distintas especies, que solo se colocan ahí cuando hay visita. Cada jaula, con ventanas a través de las cuales se puede observar al animal pero no al revés, contiene información sobre la especie y el motivo por el que está tratándose en el centro. Además, las jaulas tienen los nombres de distintas charcas y zonas naturales o protegidas de la Isla. A lo largo de este año se van a instalar mejoras como un sistema de mensajes a través de códigos QR y otro de señalización e información que irá en el techo. A pesar de las visitas, Mayans recuerda que “esto no es zoológico, sino un hospital veterinario, lo que es muy distinto a un centro de exhibición”. Un punto donde se quiere concienciar sobre la educación ambiental a los estudiantes y donde también distintos centros y universidades realizan trabajos de investigación. De hecho, “estamos con la idea de empezar a trabajar con becarios -añade-, para poder entrar nosotros también en trabajos de investigación que nos ayuden después a entender mejor el comportamiento de determinadas especies”.

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Uno de los principales problemas que sufren las aves que llegan es la pérdida de las plumas al quedarse atrapados en el pegamento de las trampas para los ratones, lo que les obliga a permanecer en el centro hasta la siguiente muda, como la lechuza de la foto. / SERGIO MÉNDEZ

Motivos

Las causas por las que las aves llegan al centro son muy diversas y corresponden más bien a la especie, por hábitos de los animales. Por ejemplo, de los 2.500 que son atendidos anualmente, unos 1.200 son pollos de pardelas cenicientas que entran todos los años en la misma época y que tiene que ver con el primer vuelo de esos animales hacia el mar, que, por lo que sea, caen al suelo por la noche.

En este sentido, los ingresos casi siempre tienen que ver con accidentes. En el caso de las aves, “hay dos o tres problemas graves: uno es el pegamento de ratones, que se utiliza de forma indiscriminada, y al pegarse el ratón y estar al aire libre el ave llega y se pega y pierde la pluma y tiene que estar un año completo aquí hasta la muda. Ese pegamento hay que colocarlo de forma protegida, en un túnel, para que el ratón se quede pegado por dentro -explica el jefe del centro-. Las fracturas suelen ser otra causa frecuente, y tiene que ver con choques con cristaleras o con tendidos eléctricos que no ven”. La mayoría de los animales entran al centro en primavera, verano y principios de otoño, y cuando menos, ahora en invierno porque no hay crías.

El centro cuenta con un quirófano y sala de examen con rayos X, ecografías y todas los instrumentos médicos necesarios; también hay una zona de cuidados intensivos y diferentes jaulas donde los animales están en tratamiento y recuperándose. En estos momentos hay cuervos, búhos, halcones y lechuzas, entre otros.

Alimentación

Para alimentar a todos estos animales, el centro cuenta con una zona de crías de ratones, ratas, grillos y gusanos; y también se recogen palomas vivas para los halcones. En concreto, al año se crían unos 3.500 ratones y más de 800-900 ratas. “Aquí de lo que se trata es de darles de comer las cosas que van a encontrar en el campo y no alterar el comportamiento de estos animales”, apunta Mayans. Por ello, también se intenta que el trato con los animales sea lo más distante posible. “Si se manosea demasiado va a perder ese comportamiento salvaje y lo que aquí intentamos es que eso no se pierda -añade- y por eso no se les ponen nombres, no se les acaricia e intentamos no cogerlos para nada. Además, si se acostumbran a que les demos de comer, cuando vean gente se acercarán y ese es su peligro”.

“La conservación de la biodiversidad tiene que ver con la formación y la responsabilidad”

Es más, el recinto cuenta con otro jaulón donde se dejan sueltas las aves que han permanecido mucho tiempo en tratamiento y, en consecuencia, en contacto con los seres humanos. En este espacio “se les hace un proceso de desaproximación al humano para que se desliguen del recurso hombre y se busquen la vida”.

El centro también dispone de una zona de cría de aves, aunque, por suerte, no está haciendo falta recurrir a este tratamiento “porque la política agraria y el control que se está haciendo sobre los pesticidas y venenos está mejorando muchísimo las poblaciones silvestres”, apunta Mayans. Destaca, por ejemplo, la recuperación de los cuervos, una especie que estuvo prácticamente desaparecida en Tenerife y que ha comenzado a resurgir.

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Se construirá una piscina para rehabilitar tortugas

Todas las tortugas que se devuelven al mar desde las playas de la Isla proceden del centro de recuperación de fauna silvestre La Tahonilla, que en la actualidad puede atender y tratar hasta un máximo de 25 ejemplares a la vez. Según anuncia Santiago Mayans, este año el Cabildo de Tenerife tiene presupuestado construir una piscina para que las tortugas también puedan rehabilitarse aquí y fortalecerse antes de ser devueltas al mar, así como otras especies marinas que puedan llegar.

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Una de las tortugas tratadas. / S. M.

Plásticos

El jefe del centro denuncia que “uno de los problemas más importantes” para las tortugas “tiene que ver con los restos de basura y de plástico en el mar”. “Ya sea o bien porque se la comen, lo que les genera una obstrucción -explica-, o se enredan con el plástico en alguna de la aletas, va apretando y hay que amputar alguna, lo que es bastante frecuente”. Esta es una de las principales causas por las que las tortugas llegan al centro, aunque otro de los motivos son golpes de las hélices de los barcos o herramientas de pesca que se les clavan.

Según indica Santiago Mayans, se estima que entre las agua de Tenerife, La Gomera y Gran Canaria puede haber entre 3.000 y 4.000 tortugas.[/sws_grey_box]