tribuna

José Aguiar

Conocemos a José Aguiar como el canario que fue profeta en su tierra. Los grandes murales, tanto del Cabildo de Tenerife, como el de la Basílica de La Candelaria y el Real Casino de Tenerife, hablan de ello. Fue un muralista que dejó plasmado en ellos la historia de su tierra, el amor a la patrona de Canarias y un inconfundible arte pictórico. José Aguiar García nace en Vueltas de Santa Clara, en la caribeña isla de Cuba, un 17 de abril de 1895. Sus padres marcharon a aquella isla, al igual que otros mucho canarios, huyendo de la situación económica de finales del siglo XIX. Cuando Aguiar regresó a La Gomera sólo contaba algunos meses, siendo bautizado en la iglesia de Nuestra Señora de las Mercedes de Agulo. De muy niño ingresó en la escuela primaria. En esa época ya le gustaba hacer figuras con el barro que cogía en las barranqueras de su pueblo. Con 11 años se traslada a La Laguna, para hacer el Bachillerato, que comenzó y terminó en el Instituto de Canarias. Es precisamente en estas fechas cuando Aguiar siente una enorme inclinación al dibujo. En las vacaciones monta su primer estudio en un viejo almacén de empaquetado de plátanos de Agulo. Contaba entonces 16 años.

Se traslada a Madrid, matriculándose primero en Derecho y después en Filosofía y Letras, pero esto sólo era un pretexto para estar en la capital de España, ya que lo que verdaderamente le interesaba era la pintura, de tal forma que en 1916 se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando, donde el famoso pintor Pinazo va a ser su primer maestro.

En los comienzos se sintió atraído por el retrato, principalmente por las gentes de su tierra. También por los altos personajes de la sociedad gomera. Es en estos momentos, cuando nace su cuadro que envía a la Exposición Nacional de Pintura, en 1920. Se titula Comadres en La Gomera, no pasaría este óleo ni la selección previa, lo que significó un duro golpe para el joven pintor. Regresa a su tierra y se impregna de todo aquello que es la esencia de su isla. Manos y pies agrietados por la salitre del mar, el timón de la barca, el azul intenso y transparente de los cielos y mares, verdes del Bosque de El Cedro, el alto de Garajonay, los caseríos de piedra seca de Ayamosna o de Arure, barrancos de Benchijigua o Valle Gran Rey, la Virgen de Guadalupe en Puntallana o el Pozo de la Aguada en San Sebastián, con cuyas aguas se bautizó América, son sus alicientes y sentimientos que le inspiraba su isla gomera.

En 1924, pinta La Romería de San Juan, una de sus obras más sentidas y más bellas. Lo presenta en Madrid, en la Exposición Nacional de Pintura. El cuadro es admirado y comentado por ser, además de un canto a su isla, un compendio del saber pictórico de Aguiar. Cuadro que preside el salón principal del Cabildo Insular de La Gomera.

El primer galardón lo obtuvo en 1926, con su obra Figuras del pueblo. En 1929 presenta en Barcelona sus cuadros La tierra y sus frutos y Mujeres del sur, donde ganó la medalla de oro por este segundo cuadro. Se trataba de una exposición internacional en la que participaron artistas de la talla de Solana, Joaquín Mir o Rusiñol. La obra premiada se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Barcelona. La noticia le llegó cuando se encontraba pintando el salón de actos del Ayuntamiento de La Laguna.

En 1930 se instala en Florencia y estudia a los grandes maestros del Cinquecento, especialmente a Miguel Ángel, pero de quien más influencia va a tener es de Masaccio.

Realiza viajes por Argentina, Brasil y Cuba, y en febrero de 1961 sería nombrado Académico de Bellas Artes de San Fernando. El presbiterio de la Basílica de Candelaria le fue encargado por el entonces obispo de la Diócesis de Tenerife, Pérez Cáceres. Lo completaría los óleos dedicados a San José de Anchieta, en aquella época beato, y a San Pedro de Vilaflor. El 15 de febrero de 1976 fallece José Aguiar en Madrid, a la edad de 81 años. Nuestro recuerdo y admiración en este 40 aniversario de su muerte.