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Miguel Ángel Matrán: “La zona Patrimonio de la Humanidad necesita una gestión distinta”

Miguel Ángel Matrán. | SERGIO MÉNDEZ
Miguel Ángel Matrán. | SERGIO MÉNDEZ

Miguel Ángel Matrán lleva al frente de la Fundación Cicop (Centro Internacional para la Conservación del Patrimonio) desde que se instalara su sede en La Laguna en el año 2000. La fundación lleva todos estos años luchando por la conservación de los bienes culturales del municipio, para lo que ha insistido, en reiteradas ocasiones, en la necesidad de un “sistema distinto de gestión” para la zona declarada Patrimonio de la Humanidad, donde haya más comunicación con las instituciones y entidades sociales, explica Matrán.

-El pleno del Ayuntamiento de La Laguna aprobó, en su sesión del pasado jueves, que la nueva sede del Cicop se ubique en el antiguo convento de Santo Domingo…
“Hay una propuesta antigua respecto a la petición de la fundación Cicop para que en La Laguna se situara un Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales. Hay que entenderlo como una obligación de las ciudades que están declaradas Patrimonio de la Humanidad, cuya primera recomendación que les hace la Unesco es que se ubiquen organizaciones independientes para poder controlar lo que está declarado, como es la Fundación Cicop”.

-¿Le parece entonces adecuada la futura ubicación?
“El espacio en general es correcto, responde a las necesidades. Para mí lo más importante ahora es que políticamente se adopte algo que para la ciudad es necesario, que es la participación de interlocutores externos. Eso es una decisión importante. Porque las nuevas líneas de trabajo y proyectos yo siempre los asimilo a un déficit que ahora mismo tenemos en La Laguna, que es una desconexión en el ámbito de la gestión patrimonial que genera ausencia de coordinación, comunicación y de intervención. Desde Ana Oramas como alcaldesa, nosotros en cada elección municipal hemos reclamado a todos los grupos políticos que es necesario generar, en el triángulo declarado Patrimonio de la Humanidad, un sistema de gestión distinto, porque, por ejemplo, el turismo en esa zona no es el turismo de Bajamar; ni el comercio tampoco es el mismo. Y ese pequeño territorio tiene que tener un director de orquesta, que no son 5 o 10 concejales, sino un director que aglutine turismo, comercio… pero no en compartimentos aislados, sino en un solo”.

-¿Considera entonces que la actual comisión municipal de Patrimonio no es la figura adecuada?
“La comisión municipal de Patrimonio de momento no aglutina nada. Partimos de una comisión que en el mandato anterior no fue convocada sino para cumplir un expediente. Ese tipo de figuras, si no se crean para estar conectadas con la problemática y ofrecer soluciones a la administración, pues realmente no funcionan. Es una asignatura pendiente, pero yo creo que la propia administración está en ese trabajo de revisión, y todos los grupos políticos del Ayuntamiento. Porque hasta ahora esa figura no ha sido explotada en su medida”.

-¿Considera que también hace falta revisar el Plan Especial de Protección del Conjunto Histórico?
“En más de 10 años del desarrollo del plan, indiscutiblemente hoy se necesita una revisión porque se han hecho cosas bien y cosas mal. Hay puntos que han sido siempre de debate, y siguen siéndolo. Por ejemplo, edificaciones que tenían un grado de protección y al final se ha intervenido sin asumir ese grado de protección, como el edificio que se derribó y eliminó completamente en lo que la gente conoce popularmente como el callejón Maquila, donde había una casa del siglo XVIII con un grado de protección importante. Por ese tipo de cosas creo que es necesaria ahora una revisión del Plan Especial para que no queden lagunas de interpretación cuando algo se protege. Y creo que el Ayuntamiento, y no solo los grupos gobernantes, son conscientes de que es el momento de la revisión, que es totalmente necesario”.

-Pero desde la Gerencia de Urbanismo han manifestado que no se puede acometer esta revisión hasta que se acabe el trabajo para aprobar el PGO…
“En un territorio declarado Patrimonio de la Humanidad se exige un Plan Especial de Protección que tiene que funcionar, y el que hay está funcionando, pero no como debe. Así que vamos a sentarnos, revisarlo y que funcione como debe, y eso no tiene nada que ver con el PGO. En este territorio hay que tener otra visión de la gestión, el problema yo lo sigo viendo en que la máquina administrativa de hoy, que genera los gastos que genera, no está adecuada a la situación de la ciudad”.

-¿Qué otros fallos está detectando en el Plan Especial?
“La señalética está degradando todo el centro histórico, que está lleno de banderolas, artefactos y señales, que no se debe ni se pueden poner en ese espacio. En las fachadas se ponen rótulos de cualquier dimensión y material que impiden que el objetivo arquitectónico se pueda observar. Por ejemplo, en la Casa Mesa estás viendo un centro comercial y no una casa del siglo XVIII de las más importantes, y así sucesivamente con todo. Hay un reglamento en el propio Plan Especial que impide todo eso y no se cumple”.

-En estos más de 15 años de la Fundación en la ciudad, ¿qué evolución ha visto?
“Era una ciudad donde la gente no andaba, no había gente por las calles, e indudablemente todo el proceso de peatonalización ha sido una ganancia para la ciudad, hay un antes y un después. Es innegable el progreso social que ha tenido la ciudad y los valores que ha transmitido”.

-¿Habría que peatonalizar más calles?
“Creo que habría que culminar lo que se contemplaba en el Plan Especial como proyecto de peatonalización, es decir, la plaza del Adelantado y la calle Capitán Brotons, por detrás del Teatro Leal, y la calle San Juan, que va a parar justo hasta San Agustín. Cuanto antes se acabe el proceso de peatonalización, antes se acaba la normalización de lo que tiene que ver con el comercio, que se mueve mucho en torno a eso. Otra cosa es el material que se utiliza, porque el que se ha utilizado hasta ahora es una piedra que, como todos los ciudadanos pueden comprobar, pasa del negro al verde con la humedad. La Laguna es una ciudad muy húmeda y necesita un material que tenga un ciclo de humedad-sequedad muy rápido. Y tiene otro inconveniente, y es que la humedad, al no poder evaporarse rápidamente, sube por las paredes de las casas que dan a la zona peatonal”.

-¿Qué actuaciones se han hecho con las que la Fundación no ha estado de acuerdo?
“Intervenciones en las que no estamos de acuerdo, sin entrar en debates técnicos, clarísimamente el actual Mercado. Podría haber estado en cualquier sitio menos en una plaza [la del Cristo], yo habría elegido otro sitio. Cuando enseño en la universidad la utilización del espacio público siempre le digo a los alumnos que las plazas son los espacios públicos donde los ciudadanos podemos hacer lo que queramos, pero no pueden ser utilizados para este tipo de instalaciones que tienen que ver con las administraciones. Tendría que haber habido una participación institucional a la hora de tomar ese tipo de decisiones, que es justo lo que falta”.

-¿Qué le pareció la rehabilitación de la plaza del Cristo?
“Es un espacio público que está íntimamente ligado a los vecinos por una serie de tradiciones importantes de la ciudad. Allí hay un asilo de ancianos que aquellos señores en invierno no pueden cruzar la plaza porque se resbalan, se caen y se ahogan. Cuando digo esto es porque es inconcebible que una plaza de esas dimensiones no haya sido calculada con sus pendientes correspondientes para que cuando llueve el agua no se quede. Es decir, es un error simplemente técnico, de ejecución, que impide el uso de la plaza. Y después, las plazas necesitan calor, antes había una fuente y no había ningún problema y no era incompatible con las fiestas que se venían celebrando”.

-¿Y qué opina sobre el proyecto del nuevo Mercado en su antigua ubicación en la plaza del Adelantado?
“A ese proyecto, sin entrar en la polémica de si me gusta o no, le sobra una planta. Eso se lo dijimos en su día al Ayuntamiento. La percepción con el paisaje es fundamental, es un derecho que los ciudadanos tienen. Como la inclusión de los juzgados en la plaza del Adelantado, que no tiene nada que ver con un debate sobre me gusta o no el edificio. La fundación siempre puso un pero al edificio, no por el estilo, sino porque rompe el paisaje. Hoy en día lo que se cuida es la relación de la ciudad histórica con su paisaje. Los ciudadanos tienen derecho al paisaje y en esta ciudad, te coloques donde te coloques, siempre vas a ver el paisaje al fondo, y es un valor significativo que hay que cuidar”.

-¿Qué actuaciones deberían ser prioritarias para este año o este mandato?
“Los responsables políticos tienen que hacer un examen de conciencia de cuáles son las prioridades, porque esto no es cuestión de ir apagando fuegos. Para mí, la principal prioridad es que todos los espacios y edificios públicos dentro del triángulo Patrimonio de la Humanidad sean accesibles y visitables. En esta ciudad la accesibilidad es de urgencia. Aquí en la Casa de los Capitanes, los visitantes que vienen y que necesiten ir al baño tienen que subir unas escaleras. No hay criterio de accesibilidad, y eso es fundamental, porque si quieres que las cosas se quieran tienen que poder entrar. Y tiene que ser en todos los espacios visitable, porque menos el Museo de Historia y cuatro cosas, el resto es una carrera de obstáculos, cuando no chocas con una papelera es con una jardinera. Los obstáculos en una ciudad son innecesarios”.

-Hace unos pocos meses usted comentó que se estaba perdiendo el patrimonio sentimental y popular, ¿a qué se refería?
“Me refería a la percepción visual de la ciudad histórica. Por ejemplo, cuando se tira el edificio del callejón Maquila, ¿qué percepción visual tenía la ciudad de ese callejón? El muro, sus texturas, que han conocido toda su vida… Si intervienes en ese muro y colocas un mortero totalmente liso, vas cambiando las percepciones visuales de las cosas. Un muro del siglo XVII que, sin ningún tipo de aspavientos, se tiró. Habría que haber hablado ese tema, porque quizás se podría haber hecho la casa que querían, pero sin haber tirado el muro, porque forma parte de los valores que la ciudad no quiere perder”.

-¿Otras intervenciones que considere sin sentido?
“En la plaza del Cristo, justo cogiendo el camino que va a Las Mercedes, están a la izquierda los antiguos lavaderos públicos, los famosos del Tanque de arriba, que forman parte de la historia de la ciudad. El Ayuntamiento decide para protegerlos meterlos en una casa y ahí están y no se pueden visitar. Aquello lo que necesita es que se tire la casa y ese espacio, que es público, que la gente lo conozca. Rescatar las raíces de la ciudad, sus orígenes. Pero nadie los conoce. Otro es la reconstrucción del Obispado, porque hoy en día no hay ningún fundamento escrito ni demostrado, sino todo lo contrario, de que se deban hacer reconstrucciones. Es decir, si desaparece un edificio por cualquier motivo, en este caso quedó la fachada, pues bien, se mantiene la fachada y detrás estamos en el siglo XXI. No hay ningún problema. Esta cultura patrimonial de reconstruir no se hace en ningún sitio del mundo porque es que además no es recomendable, porque es como un falso histórico”.