tribuna

Nacionalismo, guerra y plebiscito (y II) – Por Isidro Fuentes Melián*

En la actualidad catalana, desde el centro insisten en lo perverso y diabólico del nacionalismo y un sector importante (se les nota en la cara y en los gestos) piensa que hay que aplastarlo si fuera necesario empleando la fuerza. (“A Barcelona hay que bombardearla cada 50 años para que no se desmande”, dicen que decía Espartero). Si la fuerza se empleara, luego la justificarían de manera simplista y reduccionista, retorcerían los argumentos para concluir arrogantes que “las guerras son fruto de comportamientos tribales derivados de los nacionalismos”. Estamos ante el aluvión de literatura con los términos peyorativos de “tribu”, ”aldea”, “provincia”, “nacionalismo excluyente” que tanto hemos soportado durante siglos y que se siguen utilizando para justificar la cantinela de que quieren rescatarnos, civilizarnos… En esa guerra, triunfantes, implantarían de nuevo una falsedad, nada recomendable para el futuro, pues todo lo que se construye en falso termina derrumbándose.

Si el empleo de la fuerza va a ser inevitable, deberíamos mirarnos en el espejo de la historia y aprender de ella. El enfrentamiento debería regirse, en ambos lados, por una norma novedosa, el voluntarismo: solo se alistarán voluntarios. No intervendrían ni ejército profesional, ni Guardia Civil, ni policía, ni quintas de reemplazo, ni mercenarios, ni reos de galeras, ni delincuentes encarcelados para que reduzcan penas. No harán falta excepciones por titulo, cargo, nobleza, riqueza (pagando te librabas del “frente”) o influencias, ni por sorteo entre reclutas. En 1862, de 97.000 reclutas, por sorteo fueron al frente apenas 30.000. Los demás se “libraron” de una u otra forma (“mangas” y dinero principalmente) de tan implacable destino que sellaba el “no retorno” en muchísimos casos…

La batalla tendrá dos frentes: el de Aragón y el del Mediterráneo. Como armamento se permitirá solamente el mosquete, aquel que se cargaba por el cañón con pólvora y munición presionados por la baqueta que hacía perder mucho tiempo antes del disparo y que muchos no atinaban a realizar la maniobra, pues en circunstancias tales le temblaría el pulso al más templado… En el asalto se emplearán todo tipo de objetos punzantes o lacerantes: espadas, sables, bayonetas caladas, hachas, picas (como las de Flandes), bien afiladas, que cercenan brazos u otras partes del cuerpo casi sin tocarte. Los que lo han padecido afirman que no se siente dolor sino terrorífica sorpresa… Muchas escenas revivirán la guillotina que se inventó, no lo olvidemos, con fines humanitarios, pues como a muchos verdugos (oficio hereditario) con su hacha les temblaban las manos, su trabajo resultaba una “chapuza”… Como exigua defensa, se permitirán escudos personales a quienes los soliciten, lo que no se considerará como falta de valor.

Se crea un escenario horripilante y aterrador que invita a la huida. Sin embargo, los desertores, traidores y delatores no serán fusilados en retaguardia, ni obligados a reincorporarse al frente. Tampoco se fusilará a los que no muestren la valentía suficiente (¿cómo se evaluaba eso?) ni a los automutilados en busca de la salvación en la “enfermería”. A todos se les mandará a casa y se considerará que reniegan de su ideología. En el Mediterráneo se emplearán galeras y fragatas armadas con sus cañones como en Lepanto(6.000 cristianos muertos y 8.000 “asquerosos” musulmanes, por lo menos así me lo enseñaron en los libros de carácter nacional, bastante antes de las Autonomías). Se emplearán los cañones primero para facilitar el abordaje a la escuadra catalana sita en el puerto y luego contra la muralla de la ciudad, abriendo los pasos al asalto final que se realizará con idéntico armamento al empleado en tierra salvo las picas que podrían estorbar mucho en los abordajes.
No habrá movilizaciones extraordinarias (una de las causas de la Semana Trágica de Barcelona). No se obligará a jóvenes con o sin hijos, ajenos al conflicto, como aquellos canarios en las guerras de América que eran por la independencia o en Cuba, también por la independencia, que enfrentaron a parientes de sangre o vecinos del mismo barrio porque el destino (¡¡??) los había situado en bandos enfrentados. Lo mismo en África (la “dichosa” y muy jodida Guerra de África) entre amigos que faenaban en las mismas aguas.

En esta ocasión nadie será obligado a abandonar su aldea (o su pobreza)  como le ocurrió a Goyito en los altos de La Orotava, cerquita de donde escribo esto, que cuando fue reclutado con 19 años para la guerra de África, al salir de su casa (un pajar) ya uniformado y con el macuto en la mano, en la “aldea”, le dijo a su padre: “Paa…, no sé muy bien lo que tengo que hacer…”. Y el padre, acongojado, le contestó: “Tú… no juigas”, frase que resumía su sentido del “Todo por la Patria”. También me imagino al tonto del pueblo que iba de bar en bar repitiendo una y otra vez: “¡A los catalanes, matarlos a todos, y a los políticos, ni agua…!” (eso sí que era populismo “telegénico”). Yo, que lo conocía bien, sé que en las circunstancias que describimos aquí, al ser reclutado cambiaría su eslogan sin pensarlo mucho y frunciendo el entrecejo  diría: “Ñooo… a mí ningún catalán me ha ofendido…”. Lo que nos traería a la memoria a Cassius Clay, cuando se negó a ir a la guerra aduciendo: “A mí ningún vietnamita me ha llamado negro”.

No habrá limitaciones por la edad, ni por el sexo (gran novedad), ni normas o condiciones excluyentes. Nadie necesitará excusas para justificar su ausencia. Basta con el deseo de participar; es decir: mandan los sentimientos, que son las razones del alma. Eso sí, una advertencia: se defiende con más arrojo, valentía y furia lo que es de uno (su casa) que lo que se nos apetece de los otros…

Tras las soflamas para enaltecer el valor, el heroísmo y la “furia española” y las recurrencias a lo que ellos llaman unión (que solo es centralismo), esperamos encontrar en primera línea de fuego a los arcadiespadas, a patriotas y patrioteros, a directores de ciertos medios de difusión de “tirada nacional”, voceros de los medios de información (ya casi el “primer poder”) con sus directores a la cabeza, contertulios de ciertas televisiones, también de TVE con su falta vergonzante de contraste de opiniones, la bancada de “la derecha” de la Sexta en ese programa de tanta audición, la mesa en bloque de cierta TV privada con recalcitrante antimaterialismo poco serio, académicos distinguidos y literatos todopoderosos … A Vargas Llosa y a Savater les pediría que revisen sus notas y hagan un mínimo esfuerzo por comprendernos y les preguntaría algo: ¿Han estado ustedes en tantos sitios que no se sienten de ninguno…?
Las bajas en este escenario dantesco serían parecidas en ambos bandos. Pero “las reservas” (¿de toda España?) decidirían la victoria de los atacantes. No obstante, en esta ocasión, basándose en el voluntarismo, los acontecimientos podrían transcurrir de forma más razonable, mas dialogante y bastante menos sangrienta.

Seamos razonables y aprovechemos la ocasión para aparcar gestas de este tipo y evitemos este inútil y extemporáneo enfrentamiento. Contemos los voluntarios de uno y otro lado y hagamos urnas de los “listados de reclutamiento”. Le damos carácter plebiscitario a las voluntades y concedemos el triunfo a quien obtenga mayoría absoluta. Si no hay acuerdo: ¡A las trincheras! Y si lo hay progresaríamos sin pasos atrás, nos ahorraríamos muchos dramatismos y en los anales de la historia se recordaría como la ejemplar guerra de las esencias.

*Médico