El dardo

La oferta de Sánchez

He tenido la paciencia de leerme los 53 folios del Programa para un Gobierno progresista y reformista que, a modo de propuesta formal de acuerdo, Pedro Sánchez ha trasladado a los partidos con representación parlamentaria, salvo a los independentistas -así, en abstracto, porque el PNV es independentista y sí lo ha recibido, aunque no los grupos parlamentarios catalanes- y al Partido Popular, ya que, por esas cosas enigmáticas que tiene el candidato a la investidura, y pese a hallarse el PP en las antípodas políticas de los otros dos, corta a los tres por el mismo patrón. Aunque con matices, creo que el programa lo suscribirían todos los partidos del arco parlamentario. El problema es que, a la vista de tantas y tan interesantes sugerencias, sobre todo de corte social, como plantea, haría falta un dineral para poder tenerlas en cuenta. Una de dos: o se lleva a cabo una brutal subida de impuestos o resultará imposible atender los planteamientos del secretario general del PSOE. Y es que Sánchez, llevado de un candoroso voluntarismo, formula proposiciones utópicas -como la recuperación del seguro de desempleo para los parados mayores de 52 años, incluyendo la cotización a la Seguridad Social del 125% de la base mínima hasta que el beneficiario encuentre nuevo empleo o alcance la edad de jubilación-, cuando no se queda a medio camino -como en la inconcreta reforma federal del Estado- o, sin soluciones previas, entra en cuestiones demagógicas que afectan de lleno a la supervivencia energética del país, como la prohibición del fracking y el cierre de las centrales nucleares, o el restablecimiento en España de la jurisdicción universal, cuando ya existe la Corte Penal Internacional. El preámbulo del Programa aporta una lectura sectaria del 20-D que no se corresponde con la realidad ya que, al no incluir la más mínima autocrítica, el PSOE se exonera de todo tipo de responsabilidades en la marcha del país, pese a su histórica debacle electoral. El buenismo y el reformismo así entendidos no casan con la inapelable realidad que, con perspicaz lucidez, resumía ayer el ministro Soria: Sánchez quiere pero no puede llegar a un pacto de izquierdas (Ciudadanos-PSOE-Podemos) y puede pero no quiere rubricarlo con la derecha (PP, C’s y PSOE). Esa es su desdicha.