tribuna

Padre Onofre

Recientemente, a Onofre Díaz Delgado, para los amigos Padre Onofre, la plaza de la Parroquia de La Cuesta, La Unión y la Paz, luce ya el rótulo con su nombre, ya inmortalizado para las generaciones venideras. Plaza del Padre Onofre, en cuya iglesia ejerció su ministerio gran parte de su vida, a la vez que compartió también con el pueblo de San Andrés, que lo quiere y admira.

Conocí al Padre Onofre, para los amigos en aquella época Onofre, cuando era aún seminarista. Un grupo de jóvenes de la Juventud de Acción Católica de la parroquia de La Concepción que regentaban los Padres Jesuitas, nos reuníamos con el Padre Luis María de Eguiraun, en la calle Cruz Verde número 4, casi todos universitarios y entre ellos, para compartir tareas de catequesis y publicación de un periódico llamado Criterio, estaba siempre Onofre, en sus momentos de vacaciones. Tuvimos la ocasión de participar en la llegada de la Virgen de Begoña a Tenerife, y todos a una, capitaneados por el Padre Eguiraun organizamos los actos para este acontecimiento en Santa Cruz. Allí en primera fila estaba Onofre, así como en el culto que se llevó a cabo en la mencionada parroquia.

Llegó el gran día de su primera misa, y allí estábamos todos los amigos, pues era un acontecimiento, no sólo para él, sino también para todos los que compartimos su vocación religiosa y su entrega a los demás. Su vida fue, de eso, de entrega y abnegación. Cuántos niños bautizó en La Cuesta y en San Andrés, a cuántos parroquianos ayudó en su hora de despedida de este mundo y a cuántos administró el sacramento del matrimonio. Su mochila se fue llena, casi no podía con ella, pero esa había sido su vocación, había dado el sí a ella.
Su vida tuvo proyección. Fue profesor de religión en institutos y en colegios religiosos. Aún con el peso de la parroquia, buscó horas que le quedaban libres para dar a conocer la vida y la obra de Jesucristo a través de los tiempos que el había seguido desde su juventud. Muchas generaciones lo recuerdan como su maestro y guía, pues su carácter de entrega y su exquisita educación, al correr de los años, ha sido merecedor , sin dudarlo de este premio, y nunca mejor dicho, el premio de que una plaza rotule su nombre para las posteridad, Plaza de Onofre Díaz Delgado con las letras que el supo dar, su trabajo, que sin dudarlo fue mucho, y su vocación religiosa queda allí impresa en una plaza donde los niños juegan y los parroquianos siguen llegando a rezar y a recibir los sacramentos que sin dudarlo muchos fueron dados de sus manos en la infancia.