tribuna

Sobre el proyecto de Güímar

A cualquier persona que se le dé a elegir entre unos agujeros enormes, que destrozan el paisaje, y una empresa que crea miles de puestos de trabajo y que genera economía y riqueza seguramente elegirá lo segundo. Por sentido común.

Pero el Partido Popular de Tenerife ha decidido, inexplicablemente, contar una historia increíble de buenos muy buenos y malos muy malos. Resulta que hay un empresario muy bueno, con muchos millones, que quiere hacer hoteles y piscinas y un parque de atracciones en el Valle de Güímar. Y hay unas administraciones muy malas que lo impiden. Fin del cuento.

Lo primero que tienen que saber los habitantes de Güímar y de toda nuestra isla es que la zona del barranco de Badajoz, de donde se han extraído miles de toneladas de áridos siguen siendo de extracción minera. Si mañana alguien pusiera en marcha una petición de permisos para seguir excavando probablemente las administraciones públicas se la tendrían que dar. Porque hay una Ley que establece que esa zona es extractiva.

Así que lo primero que tenemos que hacer, si queremos parar el desastre, es cambiar la ley y lo queríamos hacer con el consenso de todos los grupos del Cabildo. Porque eso es lo deseable y lo que se hace en un país democrático en el que se obedecen las normas. Debemos cambiar el uso minero del suelo y pasarlo a una calificación que le proteja y permita la restauración del paisaje con las indemnizaciones que deben abonar la empresas condenadas por un explotación que no se atuvo a los permisos otorgados y con la acción también de las administraciones públicas que tienen el deber de restituir adecuadamente el paisaje del valle de Güímar.

Pero hay gente que busca atajos. El Ayuntamiento de Güímar presenta un día una serie de dibujos en donde se ofrece la imagen idílica de un parque de atracciones con piscinas, hoteles y centros comerciales. Se trata de un proyecto en el que está detrás, al parecer, un importante grupo inversor. Durante los meses posteriores el Cabildo ofrece toda la colaboración para estudiar la viabilidad del proyecto. Pero yo me pregunto, ¿y si esos buenos, buenísimos no lo fueran tanto? y ¿si detrás de todo este cambio de postura se escondiera que no quieren reconocer que ese macro proyecto no lo era tanto y al final se convirtió en el cántaro de la lechera?

Este tipo de actuaciones generan desconfianzas. Porque hacen que las cosas parezcan muy poco serias. En esta isla se han desarrollado inversiones importantes en grandes hoteles, en parques temáticos y en proyectos de ocio turístico. Ninguna de ella ha sido tan polémica y poco fiable como la de esta idea que se planteó sobre Güímar.

A pesar de todo, intentamos no tener prejuicios. Técnicos del Cabildo tuvieron reuniones con representantes del Ayuntamiento y de la promotora indicándoles la situación legal de los terrenos, las posibilidades que tenían, los trámites que debían realizarse. Entendíamos que en la gran zona existente por debajo de la autopista sería posible un uso de ocio y turismo como el planteado en el proyecto y mostramos la mejor disposición a recogerlo en el planeamiento.

Pero lo que el Cabildo nunca va a hacer es saltarse la legalidad. Si alguien quiere tener la seguridad de un negocio antes siquiera de comprar unos terrenos que no son suyos, no lo puede hacer pensando en que el Cabildo de Tenerife va a avalar ese pelotazo. Dice una vieja frase canaria que el que quiere lapas se tiene que mojar las canillas. El que quiera hacer un negocio se tiene que arremangar y meterse en el mar, poner dinero y arriesgar para obtener un beneficio. Los negocios con seguro no existen.

Y esa es la clave de este asunto de Güímar. Que hay un empresario que quiere disparar sobre una pieza segura y atada. Que el grupo inversor, que supuestamente cuenta con los fondos para invertir en el gran proyecto, quiere que antes de cualquier desembolso nos saltemos la legalidad y modifiquemos el planeamiento.

Todos en el Cabildo deseamos lo mejor para Tenerife. Y estamos dispuestos a luchar por ello. Hay muchas personas que consideran que el proyecto de Güímar es poco serio, poco solvente y poco creíble. A pesar de esos prejuicios en el Cabildo nos lo tomamos en serio. Tan en serio que trabajamos y colaboramos todo lo que que nos permite la ley. Pero hasta ahí. Ni un paso más allá de la frontera que marca lo legal por mucho que nos enseñen los dibujos más bonitos del mundo.

*PRESIDENTE DEL CABILDO DE TENERIFE