otras coordenadas

Las tres tribus políticas de España

Desde esta columna intentamos desde el origen añadir otras perspectivas para entender y valorar las cambiantes realidades de España. Me costó titular el artículo bajo el nombre de Tribus Políticas, cuando posiblemente podríamos hablar de gremios, castas, estamentos o clases, dado el marco de reflexión de hoy. La Revolución Francesa inauguró la época moderna, rompiendo la anterior sociedad estamental del viejo régimen, bajo los tres principios de la Gloriosa de 1789: “Igualdad, libertad y fraternidad”. Principios que vendrían a consagrar los principios fundamentales que soportan las actuales constituciones occidentales. El derecho a la vida, o sea, que no me maten. El derecho al voto, que no me esclavicen, y el derecho al trabajo, que no me roben.

Con el desarrollo de la sociedad industrial, el marxismo propuso la tesis de entender la historia como producto de la “lucha de clases”, la cual acabaría finalmente superada por una sociedad sin ellas, que se alcanzaría con la supresión de la propiedad privada de los medios de producción. Análoga imagen finalista nos la ha ofrecido Francis Fukuyama en su Fin de la Historia, cuando nos señala que finalizará cuando lleguemos a la “democracia liberal”, la mejor forma en su opinión de organización política. Nuestro último Nobel de Economía 2015, Angus Deaton, inglés-americano, en su tesis sobre Consumo, poder y bienestar, asume la realidad de la “desigualdad” y los caminos para salir de ella, donde apuesta con claridad por Estados eficaces y no corruptos. Entender por ello la realidad política como conflicto de derechas e izquierdas es bastante limitado. La evolución de las formas de organización política de los estados occidentales, hoy en crisis y transición, ofrecería otras lecturas, que haremos a modo de juego, bajo el soporte de las “tribus o castas”, que organizarían la vida pública española. Entendidas éstas como estratos sociales definidos por un común estilo de vida o análoga función social. No estaríamos hablando por ello de un sistema cerrado al modo de los “estamentos” de las sociedades feudales o del sistema de “castas” indio. Con el grado de libertad y flexibilidad de pertenencia que ofrecen, la hipertrofia de lo público en nuestras sociedades, nos llevaría a entender el juego político ligado a estas “nuevas tribus” y sus equilibrios rotos. Nuestra sociedad estaría entonces compuesta por tres tribus, la sociedad política, la sociedad de los funcionarios y la sociedad civil.

Primera tribu: la sociedad política. La “casta”, como alguien la ha titulado, ejerce la acción de los poderes Ejecutivo y Legislativo, y condiciona el Judicial. Los privilegios de nuestra casta política se apoyan en las desigualdades jurídicas y con ello sociales existentes. Citamos algunas, al “aforado” se le aplica la desigualdad ante la justicia, los partidos se organizan como estructuras no democráticas ajenas a los controles externos, ajenos a la meritocracia y como consecuencia de este mal reparto del poder, han acabado derivando en la corrupción, un mal sistémico, no sólo personal. La sociedad política nutrida esencialmente de la funcionarial, ha acabado alejada de la sociedad civil a la que sirve, no está entre sus prioridades servirla.

Segunda tribu: la sociedad funcionarial. Nuestra segunda casta ha consolidado, como la política, derechos diferenciales sobre el acceso al trabajo, su cuantía, la seguridad del mismo y sus derechos de jubilación, un estatus claramente mejor que el existente en el “tercer estado”. Aporta la mayoría de los miembros a la sociedad política. En España la sociedad funcionarial está hipertrofiada, conformando un núcleo de 3,2 millones de empleos, que siguen creciendo a la mínima que mejoran las condiciones económicas generales. La estructura de las 17 taifas autonómicas multiplica el efecto, al tiempo de segmentar los mercados. España es un país con mentalidad de funcionario, por ello los sindicatos, organizaciones empresariales y el sistema de financiación de partidos se pagan con el presupuesto, cuando debiera pagárselos cada cual. Podemos es una expresión de las clases funcionariales, apoyados con la crisis por los abandonados del sistema. Con ello sería perfectamente prescindible para ellos la sociedad civil y hasta los partidos. En un nuevo y viejo “nacionalsocialismo”, da lo mismo subir el gasto público, cuando todo debiera serlo en su opinión. Todos funcionarios, de ahí su éxito.

Tercera tribu: la sociedad civil. Es la única solución al equilibrio roto de políticos y funcionarios. Existe al mismo tiempo en España una sociedad civil abatida por el paro y otra activa y creativa sin apoyo suficiente, que se le da siempre recortado. El empleo dual, el régimen de autónomos, la expulsión de los jóvenes mejor formados, los recortes en sanidad, escuela, I+D+i, y cultura, limitan las capacidades de desarrollo de los segmentos sociales más creativos. Se prohíbe también el mecenazgo porque no se controla por la sociedad política. Nada es posible sin abordar los problemas de la sociedad civil, que en su estado natural le bastaría con más libertad y seguridad jurídica. Nunca puede priorizarse la acción política en su conjunto, sin atender al equilibrio de las castas, suprimir sus derechos diferenciales.

*ARQUITECTO Y URBANISTA