“La industria musical me repugna”

El catalán Guiu Cortés, conocido como El niño de la hipoteca.
El catalán Guiu Cortés, conocido como El niño de la hipoteca. /DA

Hay vida musical en YouTube más allá de las frikadas y un ejemplo es El niño de la hipoteca, alias artístico del catalán Guiu Cortés. Un cantautor de largo aliento con un cancionero desenfado y rumbero, que ha sabido exprimir el escaparate de Internet y ahora llena salas por todo el país. Este viernes visita Tenerife por primera vez. A las 21.00 horas estará en el Búho Club de La Laguna. Promete un buen rato, “con mucho humor, alegría, magia y canciones a la carta”. “Y sin drogas”, bromea.

-¿De dónde viene eso de El niño de la hipoteca?

“He pasado por un sinfín de formaciones de todos los estilos posibles y, en la última banda en la que participé, un grupo de rockabilly donde tocaba el contrabajo, me bautizaron así por cosas que le pasan a uno en la vida, y así me he quedado”.

-Con ese nombre lo suyo debe ser la canción protesta…

“Sí y no. La canción protesta pertenece a un momento muy concreto de nuestra historia. Hoy estamos en otra época, en la que la protesta se hace de forma diferente. Ha cambiado el contexto y la política, e incluso las ideologías, al punto de que en Twitter te puedes encontrar a un neonazi que es antirracista. Es verdad que tengo canciones sociales, pero las más famosas son de amor y así. Por el nombre también hay gente que me toma por un cantautor de humor. Y aunque es cierto que tengo piezas muy cómicas, que han funcionado muy bien en la Red, la historia no va exactamente por ahí. Es el estigma del nombre tan raro que tengo, que quizás me ha dado más problemas que otra cosa (risas)”.

-Solo en YouTube cuenta con más de 60.000 suscriptores y 14.000.000 de visualizaciones. ¿Internet ha sido su gran aliado?

“Esa ha sido la explosión. En el año 2005 ya se veía que las discográficas empezaban a decaer y que el camino iba por otro lado. Así que decidí apostar por Internet como herramienta de promoción. Hay mucha gente que piensa que vengo de YouTube, pero la verdad es que ha sido algo que me he encontrado por el camino, no nací ahí”.

-¿Cómo definiría su música?

“He hecho de todo, desde folk a country, reggae, rumba o rock. Pero lo mío, básicamente, es hacer canciones, con su melodía y su letra. No me interesa poner a bailar a la gente”.

-Su último disco, Gratis Hits, lo comparte de forma altruista en la Red. ¿De qué vive entonces?

“Vivo de los conciertos y de los royalties que te dan plataformas como Spotify. No es para echar cohetes, pero funciona. Estamos en una era en la que lo ideal es ir recogiendo de diferentes frentes. Ahora también estoy en una nueva plataforma donde la gente puede comprar los singles a un euro. Intento subir un tema al mes”.

-¿Qué opinión le merece la industria musical convencional?

“Es un mundo que me ha repugnado siempre. Es más una mafia musical que otra cosa. Se han repartido todo el cotarro, decidiendo cuándo, cómo y quién. No toda la gente con talento ha tenido acceso. Existe una colección larguísima de artistas que luego han tenido problemas y se han tirado años para recuperar su discografía, como Aute, o todos los chicos que entraron en Operación Triunfo, que hasta pasados 10 años no pudieron recuperar su nombre. Con cosas como estas entiendes que quieran subir el IVA al 21%”.

-Va ser muy difícil, entonces, que le veamos algún día trabajando para una gran discográfica…

“Puede acabar pasando que, sin darte cuenta, te esté contratando alguien que, a su vez, pertenece a no sé qué intereses. De momento, he encontrado mi camino en la autogestión, en la que tengo el control de todo: soy mi propio manager, mi community manager y mi jefe de prensa, si bien cada vez intento delegar más. Fue algo que me dijeron al principio, en un máster de autoproducción que hice: cuando las cosas empiezan a ir bien, es mucho mejor que las grandes compañías”.

-¿Se imagina llenando estadios algún día?

“Para nada. Ahora que me está yendo bien solo pienso en seguir por esta senda. Me gusta caminar por la calle y que me paren solo dos o tres personas. La ambición de ir a más no me interesa. Mi objetivo en la vida es no perder la objetividad creativa y caer en hacer música por obligación. Mi exigencia es hacer canciones que me gusten a mí y a mi madre. Lo demás me da igual. Si se da, estupendo, pero, sinceramente, no es algo que me interese lo más mínimo”.