nombre y apellido

Pepepe Fernández

Si lo dejamos en José Antonio Fernández Castillo muchos buscarán claves de identificación en un barrio donde todos nos movimos con apodos, heredados o personales, y con diminutivos derivados de los mismos o adquiridos por obra y gracia de la musa popular. Así que, desde ahora, les hablaré de Pepepe, personaje indispensable en la memoria sentimental de nuestra ciudad que, como otros lugares con carácter y estilo, se define y se retrata en sus canciones. Por razones de vecindad y cronología y por la fraternidad latente en los enclaves donde todos somos, y nos sentimos, necesarios, las alegrías y las penas, los logros y los fracasos de los nombres particulares los vivimos como propios y hoy, mañana en puridad, celebraré en la leve distancia insular los cincuenta años de Los Viejos, crecidos en número y alcances pero, con la misma ilusión con la que se presentaron, en 1966, con los sones y boleros cubanos que importó a La Palma el sensible tabaquero Mariano Pastor. Lideró esta iniciativa el entusiasta, obsesivo e hiperactivo Santiago -o Felipe Santiago, en plan solemne, o el Rubio en confianza- y, siempre a su lado, nuestro nombre de hoy, que cuidaba las relaciones, limaba las asperezas y que, en la temprana muerte del hermano, mantuvo con fe y competencia la veterana agrupación que despertó el recuerdo y la nostalgia y asimiló los asuntos y los ritmos antillanos al acervo palmero e impulsó, acaso de modo indirecto pero eficaz, la aparición de conjuntos especializados en este glorioso mestizaje. La última vez que coincidí con esta saga familiar, donde brilla Milagros, una de las grandes voces de nuestra tierra, disfruté (ahora sé que como agridulce despedida) con Francisco, el menor en edad, dueño de cadencias singulares, en un homenaje al inolvidable Juanera. Mañana, como entonces, Jesús David Martín, un prometedor médico y un compositor e intérprete de incuestionable talento, segunda generación de la saga, y actual responsable del grupo, y la solista Maite Honelé, intervendrán como artistas invitados. Al contrario que en el tango de Gardel, Los Viejos nos recuerdan que medio siglo es mucho tiempo en la vida de una ciudad joven pero que, bajo la dirección y tutela de Pepepe, un palmero recalcitrante, pero sin excesos, que en todos los terrenos -en el ámbito íntimo y familiar, en su trabajo y en todas las parcelas musicales, desde el folclore y la música popular, a la coral y a la que hacemos lustralmente para la Virgen de las Nieves- muestra sus capacidades, su hombría de bien y su alto sentido de la amistad, un valor que se agranda con el tiempo y que, para alegría de todos está “en forma”, como se tradujo el swing más popular de Glenn Miller. Enhorabuena y p’alante.