Europa, la gran paradoja – Por María Fresno

Muchos jóvenes, entre los cuales me incluyo, vivimos con ilusión el nacimiento de lo que creíamos la gran Europa. Teníamos muchas esperanzas en el funcionamiento de lo que, al menos yo, creía podría ser un gran Estado común. Pero como en todas las circunstancias de la vida, cuando las cosas van bien, todo marcha sobre ruedas, pero cuando vienen las vacas flacas cuesta arrimar el hombro. No con estas palabras, pero básicamente fue lo que dijo el vicepresidente de la Comisión Europea, Joaquín Almunia, la pasada semana en Tenerife. Europa sabe que tiene un problema. Hay que generar crédito y obtener financiación para crecer. Y, evidentemente, la austeridad no es la solución. No hace falta ser un gurú económico para asegurar que el crédito genera consumo, el consumo inversión y la inversión empleo. La austeridad y los recortes lo que producen es el efecto contrario. Almunia dejó bien claro que las cosas se están haciendo mal. Que no se trata de ver cuál es el estado más austero o más cumplidor, sino el más solidario. Es decir, que aquellos países europeos que tienen superávit estén dispuestos a traspasar parte de sus ahorros a los que no. Y esto, actualmente no ocurre. Por desgracia, hay dos Europas: La cumplidora y la incumplidora. La que está crujida a recortes y la que tira del resto. La solidaridad de una, tendría que ser el salvavidas de la otra. No sé si España podría haber salido sola de esta crisis económica sin las obligaciones fiscales impuestas por Europa, pero lo cierto es que soluciones no está dando muchas. El rescate y el dinero líquido que viene con él, llega con unas exigencias que ahogan. La austeridad impuesta por Europa y que el propio Almunia critica, no nos sirve. De hecho, nos está empobreciendo. La Europa que nos iba a enriquecer, resulta que ahora nos impone unas reformas que nos hacen más pobres y que nos impide despegar. A lo mejor ha llegado el momento de que el Gobierno, el español, el de Mariano Rajoy, acuda a la Unión Europea no con el rabo entre las piernas y poniendo la mano para que nos den algunos euros, sino a dar un puñetazo sobre la mesa y decir alto y claro que basta ya de recortes y de ajustes. Que con seis millones de parados no se puede seguir haciendo una política de austeridad. Y que la única decisión posible en estos momentos es obligar a los bancos a abrir el crédito a pymes y familias para favorecer el consumo y al mismo tiempo la inversión y generar empleo. Esta es la Europa que soñé.

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