la última (columna) >

La hierba y la vaca – Por Jorge Bethencourt

El otro día se lo decía a un palmero inteligente -ahora que lo escribo parece una redundancia- mientras hablábamos de esta insoportable levedad del ser que nos produce la crisis y el perfecto círculo vicioso de la miseria en que nos tiene metida la obsesión de los gobiernos por llenar sus cajones a costa de nuestros cojines.

Un granjero tiene una lustrosa vaca que produce leche. Todos los días la ordeña y dedica una parte de la leche al consumo de su familia y otra parte a la compra de forraje para alimentar al bóvido. Todo va bien hasta que la familia empieza a crecer y consume más leche. Durante una temporada compra a crédito parte de la hierba que necesita. Pero de un día para otro la hierba sube de precio, lo que se suma al problema de la deuda que tiene acumulada con el suministrador. El granjero no tiene más remedio que aumentar el número de veces que ordeña a la vaca para conseguir más leche.

La cosa se va complicando. La hierba sigue subiendo de precio. Y las veces que ordeña a la vaca también. Pero cuanto más ordeña a la vaca, más exhausto se queda el animal (la vaca) y menos leche produce. La familia dispone de menos leche para su consumo,el granjero puede comprar menos hierba porque es más cara, la deuda con el suministrador sigue aumentando y, lo que es más importante, la vaca se sigue debilitando al tener menos alimento con lo que la producción de leche decae alarmantemente.

No hace falta ser una lumbrera para atisbar que el final de este ciclo infernal es que la vaca, mal alimentada y famélica, dejará de producir leche más tarde o más temprano con lo que la familia del granjero se quedará sin alimento, el tendero que vende el forraje se quedará sin cobrar y el animal (la vaca) terminará muriendo de hambre.

Lo que están haciendo los gobiernos -de aquí y de allá- es ordeñar más y más a una depauperada sociedad que cada vez produce menos y menos. Lo hacen para llenar la caja de la Hacienda pública, para alimentar a esa gran familia llamada burocracia que sigue consumiendo, litro arriba litro abajo, una gran cantidad de recursos. Esa gran vaca que es el tejido económico recibe cada vez menos forraje, menos inversiones y gastos productivos, con lo que su debilidad aumenta exponencialmente para acercarse de forma inexorable a la muerte por inanición. Los miembros de la familia pública gritan porque no quieren pasar hambre. Los gobiernos granjeros, apurados, suben una y otra vez los impuestos para ordeñar a los ciudadanos, a los que, al mismo tiempo, alimenta menos. La vaca se muere. Es fácil verlo. Se quedará sin leche, curiosamente cuando tiene más mala leche que nunca.

@JLBethencourt