Se suicida tras ser encarcelado por maltrato al fallecer su mujer

TINERFE FUMERO | Santa Cruz de Tenerife

En la documentación se omiten apellidos por deseo expreso de la familia y los datos de los testigos. / DA
En la documentación se omiten apellidos por deseo expreso de la familia y los datos de los testigos. / DA

La llamaban la señora de las flores, en parte porque su nombre, Godelieve, no resulta sencillo de pronunciar para muchos vecinos del complejo adejero Maraverde (Torviscas Bajo). Pero sobre todo porque todos sabían que amaba las flores, al punto que rellenaba una y otra vez los parterres de la comunidad, así durante los tres lustros en que venía junto a su marido, Jean Lucien, a pasar en Tenerife los meses de invierno.

Era parte de la terapia que aliviaba a esta ciudadana belga de sus depresiones, esas que tanto ocupaban a su compañero de vida, siempre pendiente de sus estados de humor al punto que pedía a los vecinos más allegados que la cuidasen si tenía que dejarla sola algunos minutos. Tanto celo estaba justificado porque Godelieve, la señora de las flores, cargaba sobre sus espaldas con un par de tentativas de suicidio.

Como cada año desde finales del siglo pasado, Jean Lucien y Godelieve arribaron a Tenerife a mediados de noviembre, pero en esta ocasión un incidente nimio puede haber sido fatal: la comunidad había optado por cementar los parterres. No más flores.

Nunca se sabrá con certeza si fue ese el detonante que desquició la delicada salud mental de Godelieve, de 72 años de edad, pero en la noche del 9 al 10 de noviembre pasado Jean Lucien notó algo extraño en cómo la mujer presionaba su espalda mientras dormían. Como no respondió a sus quejas, s e irguió fue entonces cuando advirtió su extraña postura. Siempre según el relato que ofrece a policías y allegados, al tocarla notó la frialdad de su cuerpo e intentó despertarla, llegando a sacudir su cuerpo con fuerza en su afán de revertir lo que ya era inevitable.

Alertados los vecinos, esos que ayudaban a Jean Lucien a cuidar de su mujer, se alerta a las autoridades.

EL ATESTADO

Nada hacía imaginar que la tragedia sólo había cumplido uno de sus terribles episodios. Según se recoge en el atestado policial (nº 167754/12) presentado en la Comisaría del Cuerpo Nacional de Policía en Playa de Las Américas a primera hora de la mañana del sábado 10 de noviembre, el doctor de la ambulancia ya comunicó a los policías nada más verlos “que no ha observado ningún signo de violencia”, si bien desde el 1-1-2 se les ha movilizado “indicándoles que se trataba de una posible violencia de género”.

Los policías, que significan expresamente que a su llegada “el lugar no presenta signos aparentes de desorden”, primero hablan con Jean Lucien, que les explica que Godelieve está bajo tratamiento psiquiátrico y que hace dos semanas le han extraído una muela. Luego el vecino -que hace de intérprete ya que Jean Lucien sólo habla flamenco- desvela que él llamó al 1-1-2, pero que no dijo nada sobre violencia de género.

Tras solicitar la presencia de la forense de guardia, ésta detecta “un corte en la zona de la mandíbula derecha pericial”, así como “diversas contradicciones entre lo manifestado inicialmente por Jean Lucien y lo después referido por él mismo”, en expresión recogida ya en la Diligencia de Informe. También se habla de la manipulación del cadáver.

EL FORENSE

Pero esa diligencia de informe también recoge las conclusiones provisionales del Servicio de Patología Forense, que establecen que “se trata de una muerta violenta, de etiología médico legal presumiblemente suicida, siendo la causa de la muerte edema agudo de pulmón compatible con la ingestión de producto químico (pendiente de confirmar con los estudios químicos-toxicológicos solicitados).

A pesar de lo expuesto, la diligencia concluye que “aunque en un principio la causa de la muerte puede ser presumiblemente suicida y no homicida, no se puede descartar, según lo investigado hasta el momento, la existencia de un presunto delito de malos tratos en el ámbito familiar, teniendo en cuenta las lesiones que presentaba la finada”. Así las cosas, y aplicando la legislación vigente, se detuvo a Jean Lucien.

ENTRE REJAS

Aunque el septuagenario siempre niega que maltratase a su compañera de toda la vida, ingresa en el calabozo de la comisaría de Playa de Las Américas ese viernes, de donde no saldrá hasta el siguiente lunes, aunque en un principio el juzgado decreta su permanencia en el calabozo y personación para la mañana del martes. Incluso, acuerda el secreto de sumario, tal y como se recoge en distintos autos que obran en poder de este periódico. Sin embargo, es puesto en libertad ese mismo día.

Las pruebas a favor del septuagenario se acumulan con el paso de los días. Ya los testigos negaron el mismo día 10 que tuvieran constancia o alguna sospecha de problemas en la pareja. La autopsia descarta señales de lucha y confirma lo que se apuntó desde el principio: muerte por edema agudo de pulmón a causa de ingestión de producto químico. Serán los análisis toxicológicos los que confirmen si, como se cree, Gedolieve abusó de la potente medicación que tenía en su poder a cuenta de sus problemas psiquiátricos.

Pero ya nada importa a Jean Lucien. Sus letrados y su hija, que vuela desde Bélgica, sostienen que no soporta la idea de no haber velado a su mujer porque le habían acusado, tal y como él lo entendía, de haberla matado.

Al día siguiente de que su hija vuelve a Bélgica, Jean Lucien se quitó la vida.

En la misma cama con la que dormía con la reina de las flores. Se tomó sus pastillas.