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Seudociencias – Por Alfonso González Jerez

Solo cabe agradecer al Aula Cultural de Divulgación Científica de la Universidad de La Laguna que haya denunciado el curso sobre una de las patrañas más grotescas en el floreciente jardín de las seudociencias, la programación neurolingüística, que ha sido ofertado por la Fundación Empresa Universidad de La Laguna. La programación neurolingüística es un timo, un timo muy suculento para sus perpetradores, y carece de cualquier base científica que merezca tal nombre, como puede confirmar el curioso en cualquier publicación académica rigurosa. Más allá de su incongruencia teórica -ese zurcido penoso de doctrinas y modelos aderezados por una jerga tecnicoide a medio camino entre Star Trek y Chiquito de la Calzada- cualquier persona debe desconfiar de sujetos que le garantizan ser felices y comer perdices en diez fáciles (o difíciles) sesiones. Los hechiceros de la programación neurolingüística sostienen que el camino a la satisfacción interna y el éxito público se consiguen controlándose a sí mismo y controlando a los demás. Es un punto de partida moral no solo obviamente ineficiente, sino bastante miserable.

Todavía recuerda uno con sonrojo cómo el actual presidente del Gobierno canario admitió inaugurar un congresillo de homeópatas en Tenerife, sin reparar, al parecer, que era sustancialmente lo mismo que bendecir con su presencia un seminario de tarotistas. Durante décadas todas las supercherías seudocientíficas y esotéricas imaginables han disfrutado en el Archipiélago de una prodigiosa simpatía institucional y administrativa: curanderos, adivinos, astrólogos, espiritistas, ufólogos, homeópatas y demás hierbas alucinógenas obtuvieron apoyo de las administraciones públicas. Se les han cedido tradicionalmente salones por la ya extinta CajaCanarias o por la Casa de la Cultura de Santa Cruz de Tenerife. Todavía el Cabildo de La Palma les suelta perras al denominado Grupo Espírita que organiza unas Jornadas de Integración Humana bajo un lema tan indiscutible como “somos espíritus con cuerpo, no cuerpos con espíritu”. La descalificación de estos mercachifles desvergonzados y la desmistificación de las seudociencias no es una actividad marginal e irrelevante: forma parte de la lucha obligatoria contra la estupidez, el miedo, el oscurantismo y la represión de la inteligencia crítica.