Sin sayo – Por Juan Carlos García

Un momento, por favor…

… de acuerdo, pero insisto: no queda tiempo. Disculpen estimados lectores la entrada un tanto atropellada a la cita semanal que tengo con ustedes. La víspera del día de hoy, es decir ayer, se tornó en una jornada revestida de apremio. En las puertas del treinta aniversario de la constitución del Parlamento de Canarias, la festividad correspondiente de hoy, el último día de mayo, mañana, y además viernes, el arranque de junio un sábado. En estos días de mantas y estameñas, de acciones solidarias, de reivindicaciones insulares, de amagos de vueltas y de amenazas de revueltas. En estas horas que transitan desde un mayo inacabado hasta un junio insospechado se agotan los plazos. Terminan los tiempos para cobrar el desempleo. Concluyen los años de empleo. Se consumen las treguas para desembocar en la pobreza. Se extenúan los periodos para precipitarse al hambre. En este final de mayo, que los fenómenos atmosféricos se empeñan en alargarlo hasta el día cuarenta, aumentan las personas sin manta ni sayo. En estos días se apuran los vencimientos para decisiones vitales, para medidas existenciales, para lavados de cara, para condenas encubiertas. En estas horas que ultiman este mayo tanto se extinguen esperanzas como se gestan nuevas ilusiones. Dicen que la renqueante zona euro, o eurozona, concede dos años más a España para cumplir con Europa. Desconozco lo que puedan mascullar sobre la visión del euro, o “eurovisión”, más allá de estos últimos días de mayo. En estos días, donde las mujeres de Los Llanos lucen el atuendo tradicional del manto y la saya, donde los herreños visibilizan su desconexión forzada con el resto de las islas, donde La Graciosa aboga por convertirse de forma oficial en la octava isla. En estos días, donde se entierra mayo y nace junio, todo es urgente, todo es celeridad, todo es premura. Nos quedamos sin sayo.