Último capítulo sobre la convocatoria del próximo domingo 22 de mayo en la que los canarios y canarias estamos convocados para elegir a los partidos políticos, o las personas que ellos han decidido que deben estar en las listas, y que nos representarán en las instituciones públicas de ámbito regional, insular y local. Sin embargo, pasando página al sistema electoral y las listas abiertas, lo que me preocupa es el simulacro con el que se pretende vender a los ciudadanos unas supuestas elecciones libres en las que de antemano los votos se han repartido perpetuando un poder que se distribuye girando siempre en torno al chantaje político, es decir, lo más parecido a una partida de poker entre tahúres. No, por favor, no estoy loco, al menos déjeme que me explique.
Lo que no estoy dispuesto es a resignarme a tener que convivir cada cuatro años con la reposición teatral entre CC y PP. Con pequeños cambios en el reparto de actores/as, y mínimos retoques en el guión, la trama se repite en cada proceso electoral. Todavía no han pasado las veinticuatro horas del cierre de las urnas, cuando CC y PP anuncian públicamente lo que en privado tenían acordado antes de celebrarse las elecciones: pacto de gobierno regional. De la misma manera, por motivos que nadie entiende, escenifican previamente, también cada cuatro años, el divorcio interesado; se ponen tibios de ambas partes, y en apariencia, con la cobertura especializada en estas obras teatrales de la mayoría de los medios de comunicación social, transmiten una guerra que aparentemente parece irreversible. ¿Y todo por qué? Muy sencillo. Porque ambos (CC/PP)parten de antemano de una premisa: ninguno de los partidos sacará mayoría absoluta, en consecuencia, se necesitan cómo mínimo dos para gobernar.
Pregunto a don Manuel Iglesias, con todo mi respeto y aprecio, sin acritud: ¿es que hay algún pacto parlamentario canario entre CC y PP que no haya sido “en contra de…”? Deduzco que en tu opinión un acuerdo entre PSC y PP jamás sería “en busca de…”. Mi querido Manolo, tienes toda la razón en lo del matrimonio en Euskadi, no obstante, y por razones muy distintas, la misma pareja de hecho ha funcionado en Güimar. Estarás conmigo, sin menoscabar un ápice de legalidad, que cuando una minoría nacionalista ha ejercido durante 18 años el poder, incluso en sumisión parlamentaria en más de una ocasión, sería saludable experimentar otras posibilidades que barriera con los chiringuitos que al socaire de CC se han encaramado en la vida política, económica y social de los canarios. Quiero decir, que la propia alternancia en el poder, más allá de las ideologías, aportaría un frescor democrático, que de momento, rompería la inercia y el estancamiento político en el Archipiélago.
La conjuración que propongo es que formemos un frente común para que el cambio en la gobernabilidad regional sea posible, y más que “eliminar a…” lo aceptemos cómo un valor democrático que despegaría muchos culos clavados al sillón de la poltrona. Ojalá dentro de cuatro años no tenga que volver con la misma cantinela. ¡A votar!
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