IGNACIO BERROA > BATERÍA DE JAZZ

“El buen jazzista es quien abre todas las puertas del laberinto”

Ignacio Berroa
Ignacio Berroa (La Habana, 1953) actúa en la Isla el 2 de junio. / DA

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

La música como pasión, como oficio, como objeto de curiosidad, de investigación y de estudio. La música como una expresión artística que no hay que tomarse a broma. El batería Ignacio Berroa (La Habana, Cuba, 1953) actúa en Tenerife el 2 de junio. Berroa, una de las principales referencias mundiales de la percusión, fue batería en la última banda que lideró el mítico Dizzy Gillespie. Pero, con no ser poco esto, en su carrera ha tenido muchos más encuentros afortunados. Todos ellos le han permitido seguir explorando un rico idioma universal llamado jazz.

-¿Qué podrá esperar quien decida acudir el 2 de junio al Auditorio de Tenerife para escucharle?

“Pues escuchará lo mejor de mí. Queremos llevarlo en un viaje alrededor de los países que más han influido en el jazz. Un viaje que incluirá jazz con ritmos afrocubanos, brasileros, con blues: habrá de todo”.

-Se dice que es uno de los baterías que mejor sabe hacer confluir la música afrocubana con el jazz. ¿Qué caminos ha abierto al jazz la música afrocubana?

“Todo comenzó en los 40, cuando Dizzy Gillespie puso en su orquesta al percusionista cubano Chano Pozo. A partir de ahí, la contribución ha sido enorme, genial. El origen de latin jazz no es nada más que emplear las armonías del jazz pero con los ritmos afrocubanos. Eso es lo que tocaba Tito Puente, lo que hacía Ray Barreto, la forma en que concebía la música el propio Mongo Santamaría… Todos ellos tocaban temas de jazz, pero con una importante y sustancial base rítmica afrocubana”.

-Recientemente actuó aquí un compatriota suyo que también traspasa fronteras: el saxofonista Paquito D’Rivera. ¿A qué cree que se debe la excepcional calidad y cantidad de grandes artistas nacidos en un territorio como Cuba?

“Yo lo ignoro, pero es cierto que esta isla ha tenido una gran suerte en ese sentido. Obviamente, algo que incidió mucho fue la llegada de los esclavos a Cuba, y su posterior mestizaje con los españoles. De ahí salió el criollo, de ahí salió el cubano. Pero realmente no sabemos a qué se debe que haya tantos artistas, aunque creo que esa mezcla ha tenido mucho que ver. Quizás otro factor añadido sea que los esclavos africanos tenían la oportunidad de tocar sus instrumentos durante los fines de semana, y todo eso incidió en que nosotros, los cubanos, y otros pueblos caribeños, como Puerto Rico o República Dominicana posean esa querencia por el ritmo”.

-Ha trabajado con leyendas del jazz, desde Dizzy Gillespie a Wynton Marsalis, Joe Lovano o Chick Corea. ¿Cuál ha sido la principal enseñanza que ha recibido Ignacio Berroa de todos ellos?

“Sobre todo he aprendido mucho sobre el idioma del jazz y acerca de cómo cada cual crea su pintura, cómo define sus propios rasgos musicales. De igual modo, algo muy valioso que he podido aprender junto a ellos es que, a pesar de ser unos músicos de una talla internacional que nadie discute, el trato eran unas personas muy modestas, muy cercanas”.

-Usted también se ha dedicado a la docencia. ¿Cómo encara este aspecto? ¿Qué es lo primero que debe saber una persona a la que le apasione el jazz y quiera formarse?

“Lo primero, convencerse de que realmente sienten esa pasión, de que es real, de que ése es el camino que quiere tomar. Lo segundo sería tomárselo siempre muy en serio y tener una dedicación plena. Hoy hay mucho joven que llega a pensar que todo se resuelve como en un microondas, que lo pone a funcionar y a los dos minutos todo está listo. Una gran dosis de dedicación y seriedad hacia la música es primordial si de verdad te interesa ser jazzista. Y cuando hablo de dedicación me refiero a estudiar, a escuchar, a investigar, a acudir a las raíces del jazz para saber de dónde viene todo. Y no sólo empeñarse en ser un virtuoso con el instrumento y saber tocar ciertas cosas. Es como si te encontrases en un laberinto que tiene muchas puertas y te limitaras a abrir únicamente tres o cuatro. Con eso no puedes afirmar que ya sabes tocar jazz, porque a lo mejor te has dejado sin abrir otras 16 puertas”.

-Su carrera le lleva a viajar por todo el mundo, ¿qué es lo mejor y lo peor de esta vida nómada?

“La mejor retribución es comprobar que el público está contento con tu trabajo. Cuando vienen después del concierto y te confiesan que les ha encantado, que les has hecho felices; cuando logras despertar vocaciones… Todo eso es muy satisfactorio. De otro lado, lo peor es lo que pasa después, cuando te bajas del escenario y llegas al hotel. Estás fuera de tu casa, de tus comodidades y extrañando a la familia. El viaje en sí, de unos años para acá, se ha convertido en algo que no es nada placentero”.

-¿En qué proyectos trabaja? ¿Cuáles son los sueños que quisiera ver cumplidos?

“Ahora estoy preparando mi nuevo disco, también quiero grabar un video didáctico sobre batería. Luego, en lo que se refiere a los sueños, me gustaría seguir colaborando con otros artistas. Querría explorar la fusión entre mi labor como batería de jazz y la de músicos de flamenco. Y también con artistas de pop o de rock, para demostrar que todos esos ámbitos, pese a que haya quien asegura que son mundos aparte, son espacios que pueden convivir rítmica y estilísticamente”.

Acto: concierto del Ignacio Berroa Quartet, dentro del ciclo Jazz In blue, en el Auditorio de Tenerife Adán Martín
Fecha: 2 de junio
Horario: 21.00 horas