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“César rompió mis esquemas”

   
Carmen Hernandez Santana

Carmen es compositora y profesora de música. / DA

CÁNDIDA CARBALLO | Santa Cruz de Tenerife

Carmen Hernández Santana (Las Palmas de Gran Canaria, 1948) es una mujer inquieta y rebelde. Su nombre es prácticamente desconocido para los canarios, pero no su música. Carmen es compositora y profesora de música y cuenta entre sus bienes haber sido una gran amiga de César Manrique. Carmen Hernández responde a esta entrevista por teléfono desde su estudio de Las Palmas de Gran Canaria.


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-Me cuenta un recuerdo de su infancia…

“Mi infancia fue muy feliz. Pegada a la playa de Las Alcaravaneras y con una familia estupenda. Mi madre tocaba el piano y mi tío cantaba. Era tenor. En casa de cada uno de mis tíos había un piano”.

-¿Dónde comienza la formación  académica?

“Yo empecé a estudiar en La Coruña, porque mi padre era militar  y lo destinaron a Galicia. Luego mi familia regresa a Gran Canaria y allí hice Bachillerato en el Pérez Galdós. Aquí estudié música hasta que fui a Tenerife a terminar la carrera porque el Conservatorio Superior estaba allí”.

-Donde ahora está el Parlamento, supongo…

“Ahí justamente. De un sitio de arte ha pasado a un sitio de un arte bastante diferente…”.

-¿El gusto por la música se puede adquirir, se tiene que educar desde muy pequeño?

“Mi experiencia me dice que hay que nacer. Sobre todo para la composición. Te pueden enseñar técnicas compositivas, pero si no tienes la emoción de la composición no llegas”.

La gente tiene poca cultura. Oye la música y no le interesa quién la hace, ni nada

-¿Quiere decir que tiene que venir de fábrica?

“Sí, indudablemente. Se puede aprender la técnica, pero hay muchos que estudian tu misma técnica y no les sale. La composición es algo que también tiene que llegar a los sentimientos, al alma. Eso no se aprende”.

-¿Vino sola a Tenerife?

“Tenía unos primos que eran los encargados de una tienda que había en la calle del Castillo que se llamaba Batta. Ellos vivían en la parte de atrás de la tienda…Tendría quince años. Yo terminé la carrera muy joven”.

-Batta le quedaba al lado del Conservatorio…

“Sí, pegado. Pero yo estudiaba piano en una carpintería donde había muchas, muchas, ratas. Yo opté por poner un banco y hacía la técnica de los estudios de Chopin sin poner los pies en los pedales porque tenía pánico a que pasara un ratón. Ahí se me quitó el miedo a los ratones. Yo recuerdo que fui a Tenerife tres meses antes del examen y todos los días estaba en la carpintería tocando desde las ocho de la mañana hasta las dos y de tres de la tarde a ocho”.

-¿Para aprender a tocar cuántas horas hacen falta y desde cuando?

“Muchísimas, muchísimas. Yo creo que es la carrera más sacrificada de todas. Tienes que estar tocando constantemente”.

-Todo un sacrificio con 15 años…

“Hay que darse cuenta que Chopin para mí era difícil porque tengo unas manos pequeñas y tenía que hacer mucha digitación para interpretarlo bien”.

-Después de Tenerife viaja usted a Madrid…

“Me fui a Madrid cuanto tenía como 18 o 19 años. Tenía allí una prima que estaba casada con un comandante de Iberia y fui a su casa, pero después ya cogí un  apartamento”.

-Una jovencita de provincias en el Madrid de los 60….

“Fue apasionante, sobre todo por la música. Yo me acuerdo que a veces me tropezaba con una manifestación y me tenía que meter en un zaguán porque la cosa era muy violenta. Cuando, por ejemplo, te veías en una esquina a los muy fachas que obligatoriamente te ponían una bandera en el traje y tenías que darles dinero, yo cruzaba la acera para no encontrármelos”.

-¿Tenía entonces conciencia política?

“La música me ocupaba todo. La conciencia política la adquirí bastante más tarde. Entonces no tenía tiempo. Cuando uno estudia música… Ahora sí soy bastante consciente. Lo empecé a ser sobre todo con César Manrique y eso ya fue cuando vine de Madrid, que me instalé en Lanzarote; conocer a César me rompió todos los esquemas…”.

Lo peor que la pasa a la cultura musical canaria es que está manejada por políticos

-¿Cómo recala en Lanzarote?

“Acabé la carrera y vine a Gran Canaria. Conocí Lanzarote en un viaje y dije: ésta es mi isla. Yo no sabía de César ni nada”.

-¿Produce sus propios discos porque no hay manera de que se los produzcan?

“No, qué va. Yo he sido artista del día en Alemania. Mi primer disco, Cenizas, que hice en 1985, y tiene una portada de César Manrique, es un paseo instrumental por Lanzarote y es música electrónica. Pues bien, está considerado en Alemania como uno de los álbumes electrónicos más importantes del mundo. Así me lo comunicaron el otro día por internet y yo me quedé impresionada”.

-Desgraciadamente, yo digo su nombre y casi nadie la conoce…

“Segurísimo, pero yo hice la música de toda la serie Senderos isleños; he hecho música para el Carnaval de Tenerife… Pero hay que tener en cuenta que la mujer como artista en el mundo de la música en Canarias ha sido bastante ninguneada. Y encima yo tengo un carácter raro. A lo mejor por cubrirme del resto de la gente. Así que llevo una vida retirada. Ahora mismo, estoy en mi estudio trabajando…”.

-¿Sigue trabajando las mismas horas que cuando estudiaba?

“Prácticamente, sí. Yo me levanto a las siete de la mañana, saco a mi perro, un boxer que se llama Tosca, como la ópera, después desayuno y me pongo a trabajar. Aquí la gente ha tenido poca cultura y le ha dado poca importancia a la música. La gente oye la música y no le interesa quién la hace ni nada. Después también he tenido que lidiar con el machismo, que en mi época era brutal. A las mujeres se nos ninguneaba más, aunque yo he tenido la suerte de trabajar con gente que lo que ha valorado es mi trabajo”.

-¿Usted ha vivido de la música o de ser profesora?

“De las dos cosas en realidad. Siempre las he complementado. Hay que tener en cuenta que los aparatos son muy caros, la técnica es muy cara”.

-Una mujer canaria haciendo música electrónica en los 80 debía ser un bicho raro, ¿no?

“Sí, pero me apoyaba mucho César. Él y yo éramos como Pili y Mili y estábamos siempre juntos. Cuando yo hice Cenizas vino un productor alemán y me contrató y me fui a Alemania con César a presentarlo. Cuando llegué con él a Múnich casi me caigo de la impresión al bajar la escalera del avión y estaba allí esperándonos Helmut Kohl, que era muy amigo de César, con la ministra de Cultura alemana”.

-Sin embargo, a César se le ninguneó bastante en Canarias…

“Sí, menos mal que en Tenerife hay obra de él, porque en Gran Canaria no hay nada”.

-Después de Cenizas

“César me encargó la música para la inauguración del Astrofísico en La Palma y estuvimos allí como dos semanas. Nos quedamos en la misma habitación y por las mañanas, a las cinco de la mañana, me despertaba todos los días…”.

-César era un torbellino…

“Un torbellino. Te estoy diciendo que a las cinco de la mañana me despertaba: Levántate, que te levantes para ver amanecer, para ver amanecer. Coge las mantas; abre el ropero para ver si hay más mantas. Y no paraba hasta que me levantaba e íbamos los dos a ver amanecer; estábamos horas sentados en las piedras, arriba en el Roque de Los Muchachos viendo amanecer. Y él me decía: ves, ves, todos los días es diferente, Carmen”.

-Esa es una forma intensa de disfrutar de la vida…

“Sí. En su casa había una araña, que teníamos controlada y todos los días nos poníamos los dos con una lupa a ver qué vida hacía la araña. Así era César”.

-¿Sigue componiendo?

“Sí, claro. Colaboro mucho con Pepe Dámaso. Ahora mismo lo estoy haciendo con una habanera, que quiere para un libro. También le hice un trabajo muy bonito dedicado a Cuba para su exposición. También estoy trabajando con gente de La Palma, con Jorge Lozano Van de Walle, con el que he  hecho un documental. Ahora vamos a hacer una película sobre la isla San Borondón”.

-¿De la docencia qué le queda?

“La docencia me encanta, lo que no me gusta, sobre todo en el Conservatorio, fueron muchos de los profesores que estaban allí. Hay mucho endiosamiento y eso no es bueno. Una de las cosas que yo aprendí de César es que la gente tiene que ser humilde y la mayoría no lo es. Hay muchos músicos que hacen auténticas porquerías y se creen unos dioses”.

-En las Islas hay mucha producción musical que vive exclusivamente de la subvención…

“Eso es tremendo. Lo peor que le pasa a la cultura musical es que está manejada por políticos y ellos tienen un desconocimiento tremendo. Ahí está todo lo que ha hecho Cultura del Gobierno de Canarias”.

-¿Se subvenciona primero al amigo, aunque sea mediocre?

“Por supuesto. Eso es normal porque el que está en política normalmente tiene poquísima preparación. Raro es el que está titulado o tiene formación para el cargo. Son gente advenediza”.