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Cenizas viajeras que hablan islandés

   

VERÓNICA MARTÍN | SANTA CRUZ DE TENERIFE

Un volcán en erupción rodeado de agua en forma de glaciar: “Es como el Madrid y el Barça, una mezcla muy explosiva”. Así explica la peligrosidad de los volcanes islandeses el volcanólogo y profesor de Geología de la Universidad de La Laguna (ULL), Antonio Eff Darwich. Esta reflexión viene a cuento porque, en menos de dos años, otro volcán islandés ha obligado al cierre del espacio aéreo y tiene en jaque a las compañías aéreas.

En esta ocasión se trata del volcán Grismvoetn que, según las autoridades locales, su actividad ya se redujo considerablemente el pasado martes y la altura de la columna de ceniza procedente del cráter bajó a los 3.000 metros, frente a los 20.000 metros que alcanzó en las horas posteriores a la erupción, según informa la agencia Efe.

Eff Darwich recuerda que este volcán es el más activo de Islandia y que entra en erupción cada cinco años aproximadamente aunque la última vez que lo hizo fue en el año 2004. Este volcán protagonizó una de las erupciones más sonadas de la Historia que duró un año entero entre 1783 y 84 pues era una de las bocas que formaban parte del sistema Laki.

Esa situación generó una hambruna tan grande que provocó el fallecimiento del cincuenta por ciento de la población islandesa y que no hubiese verano ese año porque el planeta entero estaba cubierto por la nube de emisiones. Y el invierno siguiente fue el peor de Europa. Eso ocurrió a cinco años de la Revolución Francesa con lo que se intuye que la situación de hambruna provocada por el volcán tuvo mucho que ver.

El geólogo explica que algo así “puede volver a ocurrir” aunque la situación actual está muy lejos de una supererupción de este tipo. Eff Darwich remarca que los volcanes islandeses tienen una particularidad pues están justo en la dorsal atlántica que, literalmente, se está dividiendo en dos por lo que se encuentran sobre esa fractura. “Por eso es la zona del planeta donde más actividad volcánica se da”, recalca y recuerda que al estar bastante al Norte, muchos de estos volcanes “están cubiertos por glaciares y la interacción entre el volcán y el agua hace que las erupciones sean bastante explosivas y producen esas columnas de lava y cenizas inmensas”.

Ahora, las erupciones de los volcanes islandeses son mucho más problemáticas porque el espacio aéreo se ve afectado, cosa que en 1783 no era un problema. En estos momentos, la columna provoca graves trastornos aéreos porque hay un gran tráfico que utiliza esta vía como comunicación entre Estados Unidos y Asia. El problema entre ceniza y aviones ha sido ya una realidad en el pasado tanto en la erupción de Santa Helena (Estados Unidos) en 1980 como el Pinatubo (Filipinas) en 1991.

El geólogo explica que jamás se ha producido una muerte por la interacción entre ceniza y transporte pero que sí se han producido accidentes y averías importantes. El asunto es que el material volcánico es muy abrasivo y puede machacar las ventanillas de los pilotos; además, las cenizas si están húmedas son un medio conductor eléctrico y puede intervenir en el circuito del avión. Lo peor que puede pasar es que se meta en los motores y genere dos efectos: al ser un material abrasivo puede producir graves averías y, además, al entrar en los motores e interactuar con las altas temperaturas puede hacer que se funda y haga que los motores se paren.

Este tipo de erupciones pueden duran días, semanas, meses o más de un año aunque lo común es que no estén más de una semana. La pregunta de que si en el futuro pueden ir a más o menos se responde con que la falla sigue y seguirá ahí y que el ritmo de erupciones ha sido constante, “la posibilidad de que haya una erupción similar a la de 1783 sigue ahí”, comenta el geólogo de la ULL y recuerda que la erupción de Timanfaya duró casi seis años. ¿Qué pasaría si una erupción de este tiempo se diera en un volcán islandés? De momento, es una opción hipotética pues en la jornada de ayer ya la ceniza estaba disminuyendo. Lo que está claro es que la naturaleza es más fuerte que la bolsa o las compañías aéreas.

El volcán Grismovoetn ya está remitiendo su emisión de cenizas, que han obligado a cerrar el espacio aéreo de algunas zonas. / EFE