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Competir en el exilio

   

Georffri Silvestre, fichado por el CB Santa Cruz para engrosar las filas de su primer equipo, el CC Meridiano. / DA

JOSÉ ANTONIO FELIPE | Santa Cruz de Tenerife

15 de agosto de 2009, Las Palmas de Gran Canaria. Georffri Silvestre, Georvys Elías, Grismay Paumier y Taylor García tienen miedo. Los cuatro forman parte de la selección cubana desplazada hasta Gran Canaria con objeto de medirse a España en un torneo preparatorio para el Eurobásket. Silvestre y Elías siempre dirán que no lo tenían planeado, pero las ganas por escapar de Cuba, las ganas de competir en otras ligas, de ser profesionales, son demasiado grandes. Silvestre aún recuerda cuando los Lakers de la NBA se interesaron por él, pero el gobierno caribeño no permitió su salida. En Cuba cobraría algo menos de 20 dólares al mes, en EE.UU, ni se sabe.

Un supuesto dolor de estómago de Georvys Elías fue la excusa perfecta para poder conseguir en la recepción del hotel en el que se alojaban la llave del delegado de equipo, la persona que guardaba los pasaportes de cada integrante de la selección nacional de Cuba.

Silvestre y Elías, dos de los protagonistas de aquella huida, juegan en Tenerife. El primero ha sido recientemente fichado por el CB Santa Cruz para que engrose las filas de su primer equipo, el CC Meridiano, tras haber jugado el curso pasado en el Vecindario; Elías disputó la pasada campaña con el Tenerife Baloncesto.

La comunidad cubana en Canarias siempre se ha mostrado dispuesta a ayudar a ‘los hermanos’ que escapan de su país.

Silvestre, junto a sus otros tres compañeros, vivió escondido durante varios días en Vecindario, en el sur de Gran Canaria. Tenía miedo de ser capturado a pesar de estar a más de 6.000 kms de Cuba. Un compatriota los alojó en su casa hasta que el técnico tinerfeño Iván Déniz invitó a Silvestre a entrenar con el Tenerife Baloncesto.

“Es una grandísima persona. Le estoy muy agradecido porque no sé lo que hubiera sido de mí sin su ayuda”, destaca. Déniz recomendó su fichaje al Plasencia, equipo al que entrenó en su momento, de la Adecco Plata. Luego jugaría en varias ligas sudamericanas para volver, por motivos personales a Vecindario: “En esta etapa en Tenerife quiero competir a un buen nivel. Vengo a un buen proyecto y quiero agradecer la confianza”, señala.

Dicen que Georvys Elías fue el que planeó todo. Intento fugarse en Puerto Rico, pero no lo convocaron al torneo que allí disputaría Cuba. “Se me rompió el alma”, dijo, “por eso sabía que en España me tenía que atrever a hacerlo”.

Tras no tener ofertas superiores, el Magec Tías de Lanzarote de la EBA lo fichó. De ahí pasó al Tenerife Baloncesto, también de EBA.

Más tarde, Elías recordaría la ayuda que recibieron en todo momento: “Fue impresionante el apoyo. Muchos cubanos nos buscaban para darnos su ayuda de cualquiera de las maneras”
A ninguno de ellos se les descubre rencor en sus palabras, simplemente consideran que su futuro era mejor lejos de una Cuba en la que la figura del deporte profesional no existe.

Luego el tiempo pasaría. Los titulares de prensa de toda España en los que se narraba la odisea de estos cuatro deportistas dejaron de tener relevancia. Pero ellos tuvieron que seguir peleando, como muchos, para poder ganarse el pan.

Solidaridad

Ambos se suman a la lista de jugadores que, posiblemente atraídos por la mayor similitud de las islas Canarias con su tierra y por la importante colonia cubana radicada en las mismas, acaban compitiendo por estos lares.

“Entrenar aquí es como si estuviera entrenando en Cuba”, bromea Gabriel Pedroso, lanzador que vive en el Sur de Tenerife, en referencia a las condiciones en las que entrena con sus pupilos.

Pedroso se quedó a las puertas de participar en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92 por una extraña decisión de la Federación Cubana, que prefirió convocar a otro deportista y dejarlo fuera a él a pesar de haber logrado la marca necesaria.

El lanzador logró abandonar Cuba al solicitar “reagrupamiento familiar”, figura que permite a los extranjeros que residen en España poder recuperar con ellos a su familia, para desarrollar su trabajo lejos de su país entrenando a niños que sueñan con ser estrellas del atletismo. En Tenerife es feliz: “Entrenamos habitualmente cuatro o cinco días a la semana y reconozco que es difícil practicar el atletismo, pues algunos chicos están buscando trabajo y, cuando lo encuentran, no pueden venir. Otros han suspendido alguna asignatura y los padres no los dejan entrenar todos los días. Pero esto no lo hago por dinero, para mí el atletismo es un hobby, aunque el Ayuntamiento de Granadilla me considera como un monitor deportivo”.

La histórica jugadora cubana de voleibol Regla Bell es otra cubana que ha decidido mostrar su calidad en Tenerife.

Su palmarés asusta: campeona olímpica en tres ocasiones(Barcelona’92, Atlanta’96 y Sidney 2000), dos Campeonatos del Mundo (Sao Paolo 1994 y Osaka 1998) y cuatro Copas del Mundo (1989, 1991, 1995 y 1999). Su caso es distinto. La Federación Cubana decidió ‘liberarla’ por edad mediante un acuerdo del Ministerio Cubano de Deportes y la Universidad Católica de Murcia (UCAM), después de no haber tenido demasiada suerte con conjuntos italianos.

El voleibol destapó uno de los escándalos más sonados de deportistas cubanos fugados cuando en el año 2000 varios jugadores que Cuba había permitido que jugaran en Italia se negaron a retornar cuando desde el país caribeño se les acusó de bajar demasiado su rendimiento de cara a la selección nacional.

Bell siempre fue objeto de deseo del CV Tenerife, al que llegó el curso pasado siendo su jugadora referencia, por lo que su permanencia en la isla parece probable.

La versión cubana

Puede resultar muy complicado entender los motivos que llevan a las autoridades deportivas cubanas a impedir de manera tan implacable la marcha de sus deportistas, pero sus razones son similares a lo que en Europa podría entenderse como ‘derechos de formación’.

Cuando un niño cubano muestra aptitudes para cualquier deporte, el gobierno los integra dentro de las Escuelas de Iniciación Deportiva Escolar. Allí, los pequeños no se ven condicionados por el racionamiento que asegura a toda la población cubana las cantidades mínimas necesarias de alimento para poder vivir, lo que supone un importante privilegio para ellos.

El gobierno cubano considera que, tras el gasto llevado a cabo por estas instituciones, resulta injusto que clubes, en su mayoría europeos y estadounidenses, ‘recluten’ a los mismos sin haberse preocupado por su formación, jamás para convertirlos al profesionalismo o, incluso, para nacionalizarlos y vestir la camiseta de otro país en competiciones internacionales.

Curiosamente, ni a Silvestre, ni a Elías, ni a Bell ni a Pedroso, ni a otros muchos deportistas cubanos que se encuentran en nuestra isla como ‘Nestico’ Pérez, de los Marlins del Puerto, o Yurismel Horta, que defiende desde hace varias campañas la portería del Martiánez, se les atisba un sólo ápice de rencor en sus historias. Simplemente quisieron competir lejos de su casa.