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SUCESOS > CASO DECAPITADA

Deyan se paseaba con una Biblia, hablaba solo y vivía de limosnas

   
Deyan Paseo Maritimo

Zona del paseo marítimo de Los Cristianos que solía frecuentar el presunto asesino de la ciudadana británica. / ESTEBAN PÉREZ

VICENTE PÉREZ | Arona

“Me pidió un cigarro y fuego, se los di y me dio las gracias. Parecía un surfista, con camisa de asilla, bermudas y sandalias”. Así cuenta una empleada de una tienda en Los Cristianos su encuentro con Deyan Valentinov, de 28 años,  un día antes de que decapitara a la británica Jennifer Mills, de 60 años, en un bazar de Los Cristianos y luego paseara la cabeza de la víctima por la calle, hasta ser reducido y detenido. Ahora permanece ingresado en una unidad psiquiátrica del Hospital de la Candelaria, sedado y bajo custodia  permanente.

El presunto asesino vivía en la indigencia y solía frecuentar una casa abandonada junto al paseo marítimo, entre la playa de Los Cristianos y el tramo final del paseo, en dirección a la Montaña de Guaza, que era su entorno vital y por donde solía caminar.

DIARIO DE AVISOS recorrió este viernes esta zona para pulsar el sentir de los dueños y empleados de los comercios, la mayoría de los cuales admite que Deyan no es el único vagabundo con problemas mentales por la zona y que este espeluznante suceso debería servir para tomar medidas que permitan a la Policía, a la Sanidad y a los Servicios Sociales  hacer un seguimiento de los indigentes con estas patologías y, al menos, obligarles a tomar la medicación.

Máxime aquellos con antecedentes psiquiátricos y que han provocado altercados, como era el caso de Deyan, que estuvo varios meses ingresado en la unidad psiquiátrica de un hospital del Reino Unido. Un asunto que reviste problemas legales, dado que sólo se puede internar y  limitar derechos a una persona con autorización judicial.

Un taxista testimonia que a Deyan se le vio sentado durante buena parte del día en un banco del paseo Trasmallo, a la sombra de unas palmeras, uno de los accesos al paseo marítimo desde la avenida de Juan Carlos I.

El dueño de otro bar del paseo marítimo apunta que Deyan siempre estaba en un paso de peatones situado en la intersección entre la calle del Coronel y la avenida de Juan Carlos I. “Allí pedía limosna; y solía caminar con una Biblia en la mano, diciendo que era el Mesías”. Este empresario explica que el presunto homicida llegó a protagonizar altercados aislados,  en uno de los cuales le rompió varios dientes al vigilante de varios edificios (incluyendo el de su bar).

Esta agresión le valió al ciudadano de origen búlgaro una denuncia, por la cual tenía que comparecer periódicamente ante el juzgado, y como no lo hizo, pesaba sobre él una orden judicial de busca y puesta a disposición del juez. En otro restaurante del paseo marítimo, a la altura del Mercadillo de los domingos, confirman también que Deyan transitaba por esa zona. “Me pedía cigarros y me daba las gracias, parecía muy educado”, evoca un restaurador, “aunque en una ocasión pasó por aquí dando gritos muy fuertes, como quien discutía con otra persona, pero hablaba solo”. Para este empresario, la muerte de Jennifer ha sido “una desgracia  porque es imposible controlar a todos los vagabundos”. Advierte de que por su bar hay otro indigente a su juicio  violento y con problemas mentales que va en bicicleta y que ya ha ocasionado algún altercado en su local. Otro sin techo, en apariencia no peligroso pero con signos de tener sus facultades disminuidas, frecuenta la zona tirando papeles al aire y luego recogiéndolos.

La empleada de otro bar recuerda que Deyan  “pasaba hablando solo, y algunas veces,  gritando”. Esta camarera de origen rumano pero perfecto español refiere que en ese establecimiento Deyan había agredido a un cliente y sostiene que “una persona violenta y con esos antecedentes no puede seguir en la calle, por lo que esta muerte se pudo intentar evitar”.

En un bar del paseo marítimo, su propietario recibe a este diario con malos modos. “Estamos cansados de tanto periodista y tanta historia. Aquí no sabemos nada de ese hombre”. Sin embargo, unos metros más adelante, en una tienda nos confirman que Deyan acudía muy a menudo a ese bar.

Una dependienta de una tienda de bisutería explica que conoce a más indigentes  en la zona con problemas mentales. “Hay otro que llaman el carpintero -porque hace dibujos de carpintería- que está loco de psiquiátrico, es exhibicionista, y le gusta ir a un parque infantil;  a veces ayuda a recoger las hamacas de la playa, aunque de momento  no ha pasado nada”.

Deyan fue ingresado en el Glan Clwyd Hospital (País de Gales) por su propia seguridad  el verano pasado en cumplimiento de la Ley de Salud Mental, según confirmaron a Efe  las autoridades de la sanidad británica, que no especificaron si fue dado de alta o se fugó. En una declaración, las autoridades informaron de que el presunto asesino fue detenido en el norte de Gales y añadieron que se ha puesto en marcha una investigación para aclarar las circunstancias de su marcha del citado centro hospitalario.

El asesinato de Jennifer Mills ha llevado al diputado Steve McCabe a pedir una revisión de los protocolos que se siguen para permitir que una persona con problemas mentales salga de un psiquiátrico. “Tiene que haber una investigación urgente para averiguar cómo alguien en un psiquiátrico puede salir del centro, viajar y cometer un crimen de estas características”, dijo McCabe.

“El Consistorio elude responsabilidades”

La Confederación Española de Policía (CEP) acusa al alcalde de Arona, José Alberto González Reverón, de “intentar eludir responsabilidades  pues el Ayuntamiento tienen plena capacidad para instar, mediante informe dirigido a la autoridad judicial o a los servicios médicos correspondientes, el ingreso en centros de atención psiquiátrica ante cuadros de enfermedad mental que supongan un riesgo para quien los padece o para terceras personas”.

La Policía Local ya constató en febrero en un informe que Deyan era “peligroso”.  “En este caso, ha sido el Cuerpo Nacional de Policía y sus funcionarios quienes detuvieron al presunto autor del terrible crimen en tres de las cuatro ocasiones que forman parte de su historial policial”, sostiene el CEP. El sindicato policial desmiente que  Deyan tuviera decretada orden de detención tres días antes del terrible crimen, sino que ésta se dictó unas pocas horas antes. El CEP destaca  “el trabajo callado, eficaz, rápido y profesional del Cuerpo Nacional de Policía,  y del resto de trabajadores de la seguridad pública”.