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LA PALMA >

Dos mujeres con tradición

   

Lérida Expósito y Carmen Concepción en el museo del tabaco. | DA

EUGENIA PAIZ | Breña Alta

Lérida Expósito y Carmen Concepción, separadas por la brecha temporal de dos generaciones, están unidas por elementos comunes en la tradición de las mujeres tabaqueras de Breña Alta y por un modo compartido de entender la vida: el trabajo como un camino ilimitado de crecimiento y desarrollo personal.

Lérida ha sido desde niña y durante más de tres décadas “bonchera”, una de las más hábiles encargadas de prensar la excelente hoja breña del tabaco cultivado en Breña Alta -llegó a hacer hasta 1.400 finos en tan sólo un día y medio- apenas sin dormir, una tarea a la que se encomendó incluso antes de tener sus primeros zapatos siendo sólo una niña, y que sólo pudo comprar trabajando como tabaquera.

Frente a ella Carmen, la joven y dinámica gestora del recién inaugurado espacio museístico del Puro Palmero, desde hace años amiga de Lérida y nieta del ya desaparecido Juan Gibrán, propietario de la fábrica de tabaco que abrió sus puertas a diario hasta hace dos años en el barrio capitalino de Timibúcar.

Transcurridas tres décadas desde aquella primera mirada a la tradición tabaquera que supuso el sustento de su familia, también de abuelos maternos breñuscos, como Lérida, ahora recién jubilada de un trabajo por el que nunca cotizó -como la gran mayoría de las mujeres trabajadoras de su generación- aportan sus conocimientos con la misma intensidad y confianza en la recuperación y defensa de una tradición impresa en la historia del municipio y de la Isla.

Ambas, Carmen y Lérida son vitalistas, y ambas tienen expectativas de futuro ilusionantes con una visión común en la necesidad de recuperar las medianías palmeras, con el mismo ímpetu para, como dice Lérida “conseguir que los canteros que llevan décadas abandonados de vuelvan a plantar, con tabaco, porque la hoja breña hay que recuperarla”.

Es también uno de los objetivos prioritarios de Carmen Concepción en su trabajo al frente del Museo del tabaco, porque más allá de la exposición y la difusión, el moderno espacio -con olor a tabaco, con secaderos, pesas y decenas de elementos que rememoran el esplendor de este subsector en una época relativamente reciente- dispone de una pequeña huerta par el cultivo de esa hoja breña que dio al tacaco palmero un aroma y un sabor único, ahora sustituido por la materia prima en muchas ocasiones importada.

La brecha generacional es para estas dos mujeres un espacio de encuentro: Lérida, nacida en 1939 asegura haberse sentido una mujer “activa y realizada” dueña de su destino en un tiempo de estrecheces y limitaciones económicas y sociales, una mujer trabajadora que se encuentra con otra, Carmen, formada, con proyectos e ilusiones, que desde hace años se interesó por la memoria de los mayores de Breña Alta, lo que la llevó a editar un libro junto a Daniela Rodríguez para evitar tratar de evitar la pérdida de un mundo de costumbres.

Lérida, madre de dos hijas, y hermana a su vez de los 14 hermanos que forman parte de su familia, algunos ya fallecidos, recuerda que “al llegar de la escuela mi padre nos encomendaba una tarea a cada uno de nosotros. No podíamos estar parados porque había mucho que hacer”. “No había tiempo más que para luchar, para trabajar y trabajar y de hecho casi todas mis hermanas, ocho, hicieron tabaco durante años para ganarse el sustento”.