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EL MEGÁNFONO > EL PRIS (II)

En busca de una mayor protección

   

La Cofradía alberga en su sede la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores. / MOISÉS PÉREZ

GABRIELA GULESSERIAN | TACORONTE

Es una de las últimas agrupaciones de profesionales del mar que se creó en España, concretamente, el 21 de diciembre de 1989, tras una ardua negociación con la cofradía de Punta del Hidalgo, de donde procedían los primeros pescadores que llegaban al barrio de El Pris, que debe su nombre al término marino prois, que significa punto de amarre en tierra para asegurar una embarcación.

La pesca siempre fue la principal actividad económica de las familias de este núcleo tacorontero. En los comienzos, salían desde la madrugada en barcos pequeños, empleaban técnicas rudimentarias y se alumbraban con lámparas de petróleo. Un trabajo “muy sacrificado” que en ocasiones ni siquiera se veía recompensado con la cantidad de pescado que recogían.

Es cierto que los barcos a motor supusieron un gran avance para los pescadores unido a que los instrumentos se modernizaron, utilizando pandorgas para recoger viejas, nasas para los mariscos y aparejos para capturar peces que se encuentran a mayor profundidad, como las cabrillas. Sin embargo, los pescadores se quejan de que están desprotegidos como sector primario, ya que otras actividades, como la agricultura, cuentan con subvenciones y ayudas por parte de las administraciones y ellos no.

En este sentido, pertenecer a la Cofradía supone algunas ventajas, sobre todo, a nivel de gestión, de poder contar y gestionar subvenciones y de modernizar y mantener el equipamiento necesario para poder desarrollar su trabajo, como la grúa y las máquinas de hielo.

La entidad, que nació con el respaldo de 16 pescadores que pagaban 300 pesetas en concepto de cuotas, tiene actualmente registrados 18, que salen sobre las 4 de la mañana, dependiendo de la distancia a la que quieran llegar, y regresan entre las 10.00 y las 12.00 horas.

La Cofradía es también el primer punto de venta. Allí se pesan las capturas tras ser recogidas, los encargados miran qué tipo de pescado es y ponen la etiqueta que certifica su calidad. Luego cada pescador lo vende a un precio que está unificado. Viejas, cabrillas y pescado blanco son los más caros, a diez euros el kilo.

La cantidad varía según de la época. “Se pesca entre abril y noviembre, después depende del clima”, apuntan. En este sentido, también se sienten bastante indefensos pese a que este es el primer año que les ha sido concedida una subvención por paro biológico desde el 15 de septiembre hasta el 20 de noviembre. Aún no han cobrado pero dicen que “están a puntito de hacerlo”.

Debido a que la actividad se incrementa en verano, la Cofradía pide una secretaria para estos meses. Actualmente, el Cabildo de Tenerife envía a una persona para desempeñar este trabajo pero no coincide con esta fecha.

Simplificar los requisitos

También creen que es importante la construcción de un refugio pesquero, una instalación que se hace indispensable si se tiene en cuenta el clima que hay en la zona, y que se simplifiquen los requisitos para poder salir a pescar. Muchos de ellos tienen que sacarse los títulos correspondientes, a pesar de tener una edad ya avanzada para poder hacerlo o no contar con los estudios suficientes.

“Exigen un montón de licencias, tenemos que pagar cursos, revisiones, cada vez nos ponen más trabas”, comenta un pescador. Además, añade, son días de trabajo que pierden y, por lo tanto, que no traen ingresos a casa.

Pero una de sus principales aspiraciones, que además los equipararía con otras entidades de la Isla, es poder gestionar un bar-restaurante que les permitiría obtener otra fuente de ingresos. Y aunque tienen un cuarto ya destinado a este servicio, primero es necesario encontrar un lugar para la imagen de la Virgen del Carmen, patrona de los pescadores, que descansa allí tras el derrumbe de la ermita y que ellos, por el momento, se niegan a abandonar.