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La acuicultura, presente y futuro para su desarrollo sostenible

   
Acuicultura

Imagen de archivo de unas jaulas flotantes donde se cría y engorda a alevines hasta la edad adulta. / DA

PAQUI RODRÍGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

La principal preocupación del ser humano desde sus orígenes ha sido su supervivencia y, para ello, ha debido siempre asegurarse su alimentación. Todos los seres vivos necesitan alimentarse para sobrevivir y para ello han debido adaptarse a las condiciones del medio para lograr su objetivo. Por este motivo el ser humano ha pasado de cazar y de recolectar alimentos a criar  animales y cultivar la tierra. De tal manera que dejó de ser trashumante a asentarse en los territorios, lo que favoreció la abundancia de alimentos disminuyendo el esfuerzo necesario para conseguirlos.

En todo este proceso de conseguir alimentos, los productos procedentes del mar fueron de los más tardíos. Se  cree que la acuicultura es relativamente reciente. Sin embargo se tiene constancia de que los primeros indicios de cultivos de organismos fueron hace aproximadamente 5.000 años en la Antigua China y Egipto o Babilonia.

Cuando se refiere la acuicultura, la mayor parte de las veces se piensa en el cultivo de doradas y lubinas. Y lo que se consigue con esto es reducir dicha actividad a dos especies.

Pero la acuicultura, por definición, es el cultivo de organismos acuáticos, incluidos peces, moluscos, crustáceos y plantas acuáticas. Muchos consumidores desconocen que la mayoría del pescado y marisco que compran procede de la acuicultura. Desde los mejillones pasando por el cultivo de las ostras, los crustáceos (nécoras, centollos, bueyes de mar) hasta las gambas y los langostinos cultivados en manglares, entre otros.

Retos

En la actualidad, esta actividad se enfrenta a varios retos: dar respuesta a la creciente demanda mundial de productos marinos, evitando causar problemas medioambientales y minimizar la presión de las flotas pesqueras sobre las poblaciones naturales de peces.

La acuicultura produce casi la mitad del suministro total de pescado comestible en el mundo. Sabiendo que el 70% de los caladeros mundiales permanecen sobreexplotados y que  han llegado al máximo de capturas, muchos expertos afirman que el aumento del consumo de los productos pesqueros se fundamentará en la acuicultura.

España es el tercer país consumidor de pescado del mundo con 35 kilos por persona y año, por detrás tan solo de Japón, con 45, y Noruega, con 40. Pero ocupa el puesto número 14 de la clasificación mundial de producción pesquera.

Con estas cifras no extraña que los expertos se preocupen por definir las acciones necesarias  para lograr que esta actividad sea sostenible ambiental, económica y socialmente. En opinión de muchos expertos se deben seguir haciendo esfuerzos por apoyar y fomentar las investigaciones en este campo y por desarrollar una serie de buenas prácticas que se puedan aplicar a nivel global, sin olvidar las características propias de la región donde se realice el cultivo.

En España existen numerosos centros dedicados a éstos y otros campos de investigación. Existen científicos de gran nivel y profesionalidad implicados en estas tareas que no siempre se ven lo suficientemente reconocidos al investigar sobre la acuicultura; cuando gracias a ellos, con su trabajo, se logran avances y mejoras en las técnicas de cultivo y producción, en la diversificación de las especies de cultivo, en la valoración, control y minimización de los posibles riesgos propios de la actividad, principalmente.

Una actividad que trata de respetar el medio ambiente

Respecto a la sostenibilidad ambiental, cabe subrayar que toda actividad humana ge-nera un impacto en el medio ambiente y, por supuesto, la acuicultura también. Son por ello necesarias directrices (muchas de ellas ya se aplican hoy en día) que aseguren una actividad responsable.

La sostenibilidad de las actividades humanas y, por tanto, también de la acuicultura no está tan intrínsecamente ligada a su origen, sino a la poca o mucha responsabilidad de las personas que la desarrollan y en las instituciones que la controlan.

La bióloga y experta en la materia Aranzazu Sarmiento aseguró que la acuicultura “no solo tiene como única funcionalidad producir alimentos, sino que también tiene aplicaciones muy variadas, como el cultivo de microalgas que se pueden emplear tanto para la industria farmacéutica y cosmética como para la producción de biodiésel y biopetróleo, para la limpieza y la depuración de agua, también”.