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La campaña en que los políticos jugaron a ser ‘tuiteros’

Leer hoy los relatos que nos describen el pásalo del 13-M de 2004 es un ejercicio de nostalgia tecnológica, cuando lo viral era el SMS transmitidos desde teléfonos móviles todavía sin conexión a Internet. En ese año YouTube no existía todavía, como tampoco las múltiples herramientas web que han intervenido en la movilización ciudadana del 15-M, nacidas de la programación en código abierto, del software colaborativo y gratuito.

Nos pasamos toda la campaña ha-blando de las redes sociales, sin imaginarnos que, 7 años después de aquel ya arcaico pásalo, Internet iba a ser el origen de un vuelco electoral, a partir de un movimiento que entiende la política como una conversación y que tiene a su alcance numerosas, sencillas y potentes herramientas de comunicación, análisis y difusión.

Las asambleas del 15M están llenas de periodistas, una profesión especialmente precaria, lo que ha servido para una gestión informativa desde dentro, reforzada por bloggers y tuiteros influyentes, cada 50.000 o más seguidores.

El 15M nos ofrece un escenario de documentos colaborativos, webs de información saturadas, sitios oficiales y redes del movimiento hirviendo (Democracia Real Ya! pasa de los 310.000 fans en Facebook y en Twitter @democraciareal cuenta con casi 53.000 seguidores, superando con creces la suma de @ppopular y @psoe), o vídeos de apoyo como el de José Luis Sampedro, reproducido más de 100.000 veces. También están las retransmisiones en directo en vídeo streaming, Storify como herramienta de narración a partir de medios sociales, viñetas de humoristas, Intereconomía como trending topic por sus ataques al movimiento (recalificado en Twitter como Interlobotomía)… Y por supuesto Twitter, un medio de comunicación que ha estallado en esta campaña en la que los políticos jugaron a ser tuiteros, mientras los ciudadanos se hacían periodistas.

Ahora empieza un nuevo tiempo, donde los partidos que suben (no digamos los que bajan o se hunden) deberán entender que la opinión pública ya no es lo que era: mansa y manipulable. Una nueva era en la que políticos e instituciones entrarán en diálogo con los ciudadanos, con perfiles que realmente hablen con voz humana, no meros “replicantes” de los gabinetes de prensa.

Veremos también instituciones que crean canales de respuesta y diálogo con unos ciudadanos que pagan impuestos y exigen que al menos alguien de la cara y responda de forma eficiente, así como partidos que incorporen modos internos más participativos, transparentes y abiertos…

Tanto como los que esta noche se acuestan victoriosos, como los derrotados, no se engañen: Internet ha venido a transformar la política para siempre, y estamos solo al principio de ese cambio.