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ANÁLISIS > ARTURO TRUJILLO

Los votos deben decidir

   

De momento, para lo que han servido las últimas elecciones es para poner de patas arriba la vida política en Canarias. Ha abierto las puertas a un mercadeo político que nadie sabe como puede terminar. Y como no dispongo de un oráculo que me permita poder vaticinar de qué manera se van a conformar los nuevos gobiernos en las islas -el regional, los insulares y municipales-, y tampoco conozco algún cosmólogo que me pudiese garantizar lo que vislumbra el futuro más próximo, pues solo puedo decir que el pacto que más conviene a estas islas, desde mi particular punto de vista, es el que se pude conformar entre Coalición Canaria (CC) y el Partido Popular (PP).

Y lo creo así porque es el que mayor estabilidad podría ofrecer ante el previsible resultado de las elecciones generales que como muy tarde, se van a celebrar dentro de nueve meses. Sin embargo, si recordamos en cómo se han desarrollado este tipo de pactos en las islas a lo largo de la democracia, la verdad es que surgen dudas a cerca del resultado final de este “cambio de golpes” entre formaciones políticas, que estamos  viviendo estos días.

Y es que si nos llevamos por las informaciones que nos ofrecen los medios de comunicación, hasta es posible que se pueda producir un acuerdo entre CC y PSOE para gobernar la comunidad. Aunque también hay algunas dudas al respecto. Sobre todo porque no está muy claro que todas las familias que conviven en CC estén por cerrar un pacto de ese tipo. Es posible que algunas de esas familias, asentadas en las islas no capitalinas, prefieran soltar de una vez los lazos que les unen a un Zapatero cada vez más débil.

Este hipotético pacto estaría fundamentado en dos razones muy concretas. Por un lado, porque el cabeza de lista de CC-PNC-CCN-RNC, Paulino Rivero, que destila rencor contra el PP, se ha empecinado en seguir presidiendo el Gobierno por encima de los intereses de los canarios y de su propio partido. Porque, aunque no le guste que se lo recuerden, CC obtuvo 63.000 votos menos que el PP, que viene a ser algo así como el doble del número de habitantes que tienen las islas de La Gomera y El Hierro juntas.

Y por otro lado, porque en esto de los pactos CC siempre suele ir contra corriente. Cuando en la anterior legislatura debió pactar con el PSOE, que había ganado las elecciones y además gobernaba el Estado, lo hizo con el PP. Y ahora, cuando el PSOE está a punto de desaparecer del mapa político español y el PP muy cerca de hacerse con la casi totalidad de ese mapa, pues va a pactar con el PSOE. ¿Alguien lo entiende?.

Pero es que lo mismo podríamos decir con respecto al Ayuntamiento de Santa Cruz. La candidata del PP, Cristina Tavío, que obtuvo 900 votos más que el candidato de CC y por tanto, al encabezar la lista más votada, tiene legitimidad para exigir su derecho a presidir la corporación capitalina, pues posiblemente también terminará siendo víctima de ese pacto entre CC y PSOE.

Algo tan de sentido común que nos obliga a hacernos la pregunta del millón: ¿Usted, si estuviese en su lugar, no pediría lo mismo si tuviese en su buchaca 900 votos más que su posible socio? Estamos hablando de que en Santa Cruz hay novecientas personas que prefieren más como alcaldesa a Cristina Tavío, que al candidato de CC. Por mucho que los nacionalistas prefieran ocultarlo, a esas 900 personas no se las puede ignorar, porque sus votos valen lo mismo que todos los demás. Es una lástima que el pacto de estabilidad para Santa Cruz que, con el fin de construir una nueva mayoría, la candidata del PP ha hecho llegar al resto de los partidos políticos con representación en el Ayuntamiento, no se llegue a firmar. Porque me parece un pacto de una seriedad y generosidad dignas de elogio. Un pacto de concentración en el que pueden tener cabida todos los partidos, y que no solo le daría estabilidad a la corporación, lo cual es muy importante, sino que además, y a partir de esa estabilidad, podría generarse un clima de confianza necesario para poder sacar a la ciudad del desmoronamiento económico en el que se encuentra. Hace unos días leía unas declaraciones de Julio Pérez, candidato del PSC-PSOE, en las que dejaba claro cuáles eran las tres propuestas que él consideraba innegociables a la hora de que su formación política pudiese prestar apoyo a un pacto para la gobernabilidad de Santa Cruz. Y hablaba de la revisión del PGO;  la lucha contra el paro y la resolución del asunto de Las Teresitas. Algo similar a lo que también exige Guillermo Guigou. Pues bien, estos tres pilares están integrados en ese “pacto por Santa Cruz” presentado por Cristina Tavío. Lo que no sabemos es si CC esta dispuesta a aceptar estos compromisos. Sobre todo los que se refieren al PGO y Las Teresitas.

Tengo la sensación que Julio Pérez es de los políticos que no se amedrentan fácilmente frente a las amenazas dictatoriales de un secretario regional cuya debilidad en su partido es notoria y que tiene como único objetivo ser vicepresidente de algo. Creo que Julio Pérez es de los que le da más valor a un acuerdo de gobierno en el que coincida en casi todas sus propuestas, y siempre que convenga no a su partido sino a los ciudadanos de Santa Cruz, que a las posibles diferencias ideológicas que pudiesen existir entre los firmantes de ese pacto. Porque él sabe que, al fin y al cabo, si se mira con cierta condescendencia un pacto de esa naturaleza, entre dos partidos que se reparten y comparten el centro político, pues tampoco existen tantas diferencias. Y si las hubiese, no serían insalvables.