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Una palmera en el ‘antiguo’ Egipto

   

Milagros Álvarez Sosa

Milagros Álvarez Sosa, en el interior de una tumba tebana de Luxor, ciudad en la que ha trabajado. / DA

FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

Egipto tiene muchas palmeras, pero seguro que ninguna de Los Llanos de Aridane. Milagros Méndez Sosa es, desde diciembre, la primera persona que obtiene un doctorado en Egiptología en Canarias, en este caso, por la Universidad de La Laguna (ULL), con una tesis sobre nada más y nada menos que el Libro de los Muertos, el celebérrimo texto funerario de los antiguos habitantes del País del Nilo, que tenía como finalidad asegurar la existencia del difunto cuando se produjera su paso a la otra vida.

Esta palmera de 33 años, una auténtica enamorada de la historia antigua desde pequeña (en Semana Santa no se perdía las películas bíblicas que ponían por la tele, según confiesa), es ya toda una veterana en campañas arqueológicas en Egipto, lugar que lleva visitando asiduamente desde 2004; de hecho, en su última estancia se topó de bruces y vivió en sus propias carnes las revueltas populares que a la postre desembocaron en el derrocamiento del presidente Hosni Mubarak.

Molinero, su mentor

De la mano de su mentor, el profesor de la ULL Miguel Ángel Molinero, que a principios de los años 90 recaló en Tenerife, Milagros ha conseguido su sueño: especializarse en una rama tan dura pero en igual medida apasionante como es la Egiptología, convirtiéndose en una experta en epigrafía. “Si no fuera también por mis padres, que creyeron siempre en mí y que, principalmente, me pagaron la carrera, hoy no sería egiptóloga. Lo que soy hoy se lo debo a ellos. Somos dos hijos, mi hermano eligió curar a los vivos (es médico) y yo elegí estudiar el lugar al que iban los muertos”, apostilla, con humor, la arqueóloga canaria.

Milagros Álvarez reconoce que se ha tardado bastante para que alguien se doctorase en esta especialidad en Canarias, aunque lo justifica porque “son estudios muy largos, hay que formarse debidamente en lengua jeroglífica y salir fuera de España a continuar el aprendizaje”. “En mi caso, tuve la suerte de viajar, gracias al profesor Molinero, a una misión arqueológica italiana en Luxor, de la que luego he formado parte como miembro oficial, representando a la Universidad de La Laguna”, remarca.

Milagros Álvarez Sosa

La egiptóloga, en el exterior del Edificio Central de la ULL. / JAVIER GANIVET

Más personas

La egiptóloga palmera, que estos días ha impartido un curso en la ULL organizado por el Departamento de Historia del Arte, está sirviendo de punta de lanza al resto de sus campañeros para seguir su estela en la especialidad. “En breve, en un año o dos, habrá más doctores aquí. La verdad es que fuera se sorprenden bastante de que haya una egiptóloga que sea de las Islas Canarias”, apunta Álvarez, cuya tesis doctoral se tituló -no se asusten-   Escribas, talleres y copias maestras. Análisis iconográfico y tipológico de la viñeta del Campo de Juncos. Un modelo para el estudio de la transmisión del Libro de la Salida al Día. “Me fascinó de él, que es un papiro ilustrado con imágenes bellísimas, con textos que guían al difunto en el Más Allá. En mi tesis, me centré especialmente en lo que se considera la primera imagen del Paraíso (el Campo de Juncos), no propiamente como tal, sino como un lugar benévolo al que va el fallecido”. Milagros Álvarez lleva desde 2004 trabajando en la misión italiana de Luxor como epigrafista, en una tumba del siglo VIII antes de Cristo, de la época tardía faraónica. La arqueóloga isleña opina que la egiptología española “está empezando”, con varias misiones en la actualidad, tres de ellas en la propia Luxor, y “vamos a dejar huella”, sostiene, convencida. Subraya que su ámbito de trabajo ya no resulta una especialidad “reservada para los hombres”, en la que poco a poco “la mujer va ocupando puestos preeminentes en las excavaciones”.

Daños en el patrimonio

Milagros Álvarez, quien volverá en cuanto sea posible a Egipto, sabe que las revueltas, que ella vivió en primera persona, han causado graves daños en el patrimonio histórico y artístico del país, con saqueos y robos en las misiones arqueológicas, y que han afectado también a la propia dinámica de las campañas. “Conozco varios casos en Alejandría y en Luxor. Espero que esta situación se resuelva pronto porque mucha gente vive, no sólo del turismo, sino de la arqueología”.

La egiptóloga palmera aspira a tener en el futuro un proyecto propio en el País del Nilo, que llevaría el nombre de Canarias y con especialistas formados en las Islas.  “Sería muy bonito, lo que pasa es que habría que disponer, sobre todo, de financiación, del apoyo de instituciones públicas y de  empresas. Tengo esperanzas de que algún día esto sea posible”, recalca Milagros Álvarez, quien en su currículo personal destaca el haber sido invitada a dar una conferencia en la moderna Biblioteca de Alejandría y que aún se fascina cuando rememora su visita a una tumba intacta, la KV 63, en el Valle de los Reyes.
Por lo pronto, y como proyecto a corto plazo, la arqueóloga isleña va a formar parte del equipo de una asociación cultural italiana, con el que espera volver a Egipto a seguir trabajando en lo que tanto ama.

Su odisea en las revueltas

Milagros fue testigo directo de los acontecimientos vividos a principios de año en Egipto. “Cuando empezaron las revueltas, el día 25 de enero, en El Cairo, yo me encontraba en Luxor, al sur. Al principio, todos creíamos que esto se solucionaría en un día o dos, no creíamos que llegara a tanto, pero cuando comenzaron a producirse los disturbios en Luxor, entonces nos preocupamos porque se iniciaron las marchas y los toques de queda, cortaron los teléfonos e Internet”, relata.

La arqueóloga canaria, al no estar abiertos los bancos y no funcionar los cajeros, se quedó sin dinero, al igual que dos compañeras suyas italianas. “No teníamos ni para comer. Nos vimos apuradas porque luego empezaron los pillajes y los saqueos, y corríamos peligro al estar solas”, recuerda. Milagros afirma que al final todo fue bien gracias a la ayuda del doctor José Manuel Galán, el director de la misión arqueológica española en Luxor, quien las acogió unos días y abonó los pasajes para que pudieran salir del país (el 2 de febrero), vía Catar. “Si no hubiera sido por él, no habría podido pedir ayuda a nadie.  En Canarias, mi departamento de la ULL, a través del profesor Molinero, estuvo pendiente de mí en todo momento”, señala.