
SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE
Cantar en libertad. Más allá de todas esas etiquetas que solemos aplicar para entender el mundo y, de paso, reducirlo a tres o cuatro tópicos. A eso es a lo que aspira, a eso se dedica, la cantante Lila Downs (Oaxaca, México, 1968). A hacer una música que va de lo tradicional a lo moderno, de México a Estados Unidos; de Portugal a Andalucía, de África a Europa. Y es que, ya se sabe, la música no entiende de taxonomías y, simplemente, conmueve o no. Y un buen ejemplo de lo primero será acudir al concierto que ofrece el sábado en el Auditorio de Tenerife.
-Llega a Tenerife para presentar en concierto su último disco, Pecados y Milagros. ¿Cómo definiría este álbum? ¿Qué ha buscado?
“Está inspirado en el arte de los retablos mejicanos, que se desarrolla en la época novo hispana y llega a nuestros días. Un día me encontré con unas pinturas actuales muy simpáticas de Alfredo Vilchis, en las que realiza exvotos de gente que quiere dar gracias por milagros. Son unas obras llenas de gracia pero también algo trágicas, pues reflejan nuestra idea de la moral, de lo que creemos que está bien o está mal. De manera que los temas del disco relatan las diversas realidades que vivimos en México, también de una manera metafórica. Empleo los símbolos que nos dan fuerza y nos alimentan para seguir adelante, pues ahora en México estamos pasando por un momento muy difícil”.
-Las músicas del mundo reciben el aplauso de la crítica y el público. Pero desde mucho antes se dio ese intercambio musical, por ejemplo, entre Estados Unidos y México, de donde usted procede. ¿Qué aporta este cruce de caminos?
“Lo que siempre busco con la música es que las personas se conmuevan; que te haga sentir, que te lleve a otro lugar diferente de ése por el que caminas a diario. El arte es capaz de hacerlo, puede liberarnos. Y sin duda, en mi caso concreto me ha ha cambiado la vida para siempre”.
-Rancheras, jazz, cumbias… ¿Se siente igual de cómoda como intérprete al abordar todos estos estilos?
“Me encanta interpretar de una manera íntima géneros que son populares. Pero también añadirle elementos modernos. De igual modo, mi música se enriquece cada vez que puedo contar con la colaboración de otros artistas, como pueden ser ahora la Mala Rodríguez; Totó la Montosina, de Colombia; o Celso Piña, un gran exponente mexicano de la cumbia”.
-¿Y de qué manera afronta esos temas que son tan populares, que se escuchan generación tras generación, para hacerlos suyos e impregnarlos de su personalidad?
“Como músico debes empeñarte en cumplir con tu misión en el mundo. Esa misma voluntad de desarrollar todo aquello para lo que has nacido te va a señalar la forma en la que tienes que llevar a cabo tu trabajo y te va a llevar a múltiples lugares, tanto del espíritu como físicos, ya sea en Tenerife o en Chipre (donde se hallaba ayer la artista en el momento de la entrevista)”.
-Afirma que la música le da paz, pero también la conduce al dolor. ¿Cree que en su caso sólo es posible abordar la música desde una implicación, una sinceridad tan profunda?
“Yo creo que sí, para mi es necesario hacerlo de esa manera. Quizás a otros les vaya bien de otra forma, pero en mi caso resulta indispensable procurar que todo sea muy verdadero”.
-¿Qué sueños como artista le gustaría hacer realidad?
“Me gustaría poder cantar libremente, sin que nadie piense que soy una cantante mexicana o mestiza. Cantar la música que quiero en cada momento, ya se trate de jazz, flamenco o raï… Eso es lo que más me gustaría, que no exista ninguna barrera”.