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¡Guapa, vete por la sombrita…!

   

Un medio dijo que el Gobierno podía aprobar una ley que condenara los piropos en la vía pública. / DA

INMA MARTOS | Santa Cruz de Tenerife

Un guiño de la exministra y actual secretario de Estado de Igualdad, Bibiana Aído, de hace unos días a las feministas generó de inmediato un aluvión de críticas y bufas en algunos foros de internet, en los que, según asegura María José Guerra, doctora en Filosofía y profesora titular de Filosofía Moral de la Universidad de La Laguna (ULL), en muchas ocasiones se tergiversa la realidad y se extraen las partes más simplistas de los documentos.

La publicación versaba: “El Gobierno podría aprobar una ley que condenara los piropos hacia las mujeres en la vía pública, con penas de hasta 3.000 euros o incluso con cárcel”. Muchos de los pasos que en los últimos años se han dado hacia la igualdad de género, han acabado siendo objeto de burla y se encuentran con una pared frontal por ser consideradas decisiones frívolas al lado de otras que se consideran de mayor importancia para la sociedad.

A nadie le ofende que le digan guapo, pero hay mensajes que pueden ser agresiones

La frivolidad no cabe en asuntos de igualdad, porque detrás de una intromisión en la intimidad de una mujer, en muchos casos se esconde discriminación, abuso de poder y dominio del hombre, que se ve sometida al juicio y la valoración gratuita de un desconocido por la calle. En este aspecto, “a nadie le ofende que le digan guapa o guapo y no es lo mismo que un amigo te diga algo bonito a que te lo diga un desconocido y encima el comentario sea soez o tenga connotaciones sexuales. Entiendo que en cualquier caso, el problema existe cuando hay una agresión verbal”, comenta María José Guerra.

Etimología

Pero por qué se relacionan los piropos con agresiones verbales. Si analizamos la etimología de la palabra piropo que proviene del griego tiene tres posibles orígenes. Una de las opciones es que viene de pyropus que significa rojo fuego; la segunda que proviene de pyros y opos, es decir fuego en la cara; en la última, se apunta a que puede provenir también de pyros y ops que quiere decir mirada, con lo que vendría a ser fuego en la mirada. En cualquiera de los tres casos, no parece que tenga ninguna acepción ofensiva. Algunas mujeres aseguran que sea lo que sea, “no tenemos por qué aguantar que nadie por la calle nos haga una valoración”. Tampoco hay pocos hombres a quienes eso de decir piropos les parece “una horterada de lo más ridícula”.

Es vernos como objetos, como cuando se dice: ¡Vaya pedazo de Maserati!

Rosy Henríquez, profesora de Sociología e investigadora de la ULL, indica que “el piropo no es ofensivo si no ofende a la mujer, lo ofensivo es que te traten como un objeto sexual, tanto en lo público como en lo privado”. “Nuestra cultura nos tiene acostumbrados a que todo el mundo puede opinar sobre nosotros y estamos sometidos al juicio continuo de los demás que muchas veces nos ven como objetos sexuales y no como sujetos sexuales”, comenta.

La gran mayoría de las veces ese tipo de intromisiones se dan en espacios compartidos, cuando hay más hombres y se trata de una actitud para enfatizar la hombría”. “El piropo por esencia, dicho en público y por alguien a quien no se conoce, es una forma de intimidar, de juzgar… Una cosa es que alguien te diga, qué guapa estás hoy y otra es que venga un desconocido a juzgarte”, dice Henríquez. “Poniendo el caso contrario, normalmente, los hombres que son heterosexuales se sienten atacados cuando creen que la otra persona es homosexual, aunque no les diga nada, piensan que están en peligro”. “No se les ocurre ir a un espacio gay de copas porque piensan que deben de ir con la espalda pegada a la pared”, explica. “Ellos no lo observan igual, lo otro es algo permitido y asimilado que no les cuestiona su imagen de hombre, sino todo lo contrario, pero en ese caso, es la mujer la que se siente intimidada y acosada”, apunta la socióloga. “Ver solo el aspecto físico de las personas nos convierte en objetos”.

Juani Mesa, doctora en Psicología Evolutiva y sexóloga va un poco más allá. “Los comentarios físicos sobre las personas deberían ser siempre exquisitos y basados en el máximo respeto”, indica. La clave estaría en “tratar a esa mujer desconocida como te gustaría que trataran a tu pareja, a tu madre o a tu hija”. Porque en la mayoría de los casos, “los hombres saben que están ofendiendo y si fuera alguien a quien quieren, no les gustaría que se lo hicieran”. Para Juani Mesa existe machismo en los piropos y los asemeja a relaciones de desigualdad ya que estás considerando a una persona como parte del espacio público “igual que podría decir ‘vaya pedazo de Maserati’, pues se dice ‘vaya pedazo de hembra’”.

La ley

La ley ya protege a las mujeres, del mismo modo que a los hombres que son sometidos a agresiones verbales. “Ya existe posibilidad de denunciar, y de hecho existen muchas mujeres que lo han hecho”, afirma Ángela Cerrillos, presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas de España. Para Cerrillos, lo que se ha llamado un piropo no se puede sacar del contexto, algunas cosas no se pueden considerar agresión. Al final, legalmente se trata más de una cuestión de probar los hechos que de otra cosa, y estos casos son difíciles de probar, “pero entiendo que con una ley específica, obtener pruebas será igual de difícil”. Si tienen lugar en un contexto agresivo, puede tener una sanción penal.

El camino hacia la igualdad tiene que empezar por la educación, en Primaria

Por otra parte, Ángela Cerrillos argumenta que hay una franja muy delicada entre la libertad de expresión y la transgresión y no se puede tampoco coartar la libertad de nadie. El cambio hacia la igualdad, tiene más que ver con la educación que con una multa. Del mismo modo las mujeres tendríamos que tener herramientas para defendernos de lo que nosotras consideramos una agresión verbal. Lo normal es que cuando ocurre, bajemos la cabeza y nos alejemos del individuo”, sostiene Mesa. “Hay que enseñar a los niños de primaria a convivir dentro del respeto hacia los demás, ya sean mujeres u hombres y cualquiera que sea su identidad o su forma de ser”.