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LA COLUMNA > POR MANUEL IGLESIAS

La cuestión de la lealtad

   

Paulino Rivero es figura frecuente en los foros de debate en Madrid, a donde acude con más asiduidad de lo que se puede suponer, invitado bien por grupos editoriales como por clubes de opinión de los que abundan en la capital, con gentes más o menos influyentes en la economía y en la política.

Es conocido, entre otras cosas, porque su actuación al frente de la comisión parlamentaria de los atentados del 11-M, de la que podía haber salido revolcado, dado lo polémico del tema, al final le ofreció una proyección nacional que ha seguido posteriormente, en función de su presidencia del Gobierno de Canarias, y de la actualidad informativa de sus bailes políticos singulares con el PP en su Ejecutivo y apoyando al del PSOE en el ámbito nacional.

En estos días, Paulino Rivero ha acudido a uno de esos foros, un desayuno organizado por Intereconomía Conferencias, que es un sector de una ideología muy a la derecha y vinculado al PP, por lo que la plaza resultaba complicada para hacer una faena de aplauso, cuando se está en negociaciones con el PSOE en las Islas.

Respecto a esa negociación con el PSOE y si ella cierra la puerta a un acuerdo con el PP, Rivero ha dicho que mientras se esté hablando con los socialistas no habrá negociación con ningún otro partido porque no sería “serio” ni “leal”. En este sentido, ha agregado que la política no puede estar sustentada desde la desconfianza y se ha mostrado totalmente contrario a las negociaciones a varias bandas.

¿Qué sucede si los cuernos pasan de ser una posibilidad a convertirse en necesidad?

El de la lealtad es uno de los aspectos que más toca a un sector de los socialistas, cuando dicen que temen de que con el paso del tiempo Coalición Canaria se descuelgue de los acuerdos y reanude un pacto con el PP. Afirman que eso ya ha sucedido antes y aunque en realidad más que un temor sea un argumento para justificar su pirueta de aliarse preferentemente con el PP, es algo que tiene su consideración.

La duda está en las próximas elecciones generales. Si gana el PP, ¿qué sucedería si los populares le ofrecen a los nacionalistas el recomponer un pacto dejando fuera al PSOE?, con la justificación, nada desdeñable, de que es preferible tener un Ejecutivo en sintonía con el nacional antes que otro situado en la oposición, con todas las reticencias que ello origina. Y que ya se pudieron ver cuando CC y PP gobernaban en Canarias y en Madrid no eran recibidos por los ministros y los temas se aletargaban (entre otras cosas, también es verdad, por la mano negra de Juan Fernando López Aguilar, que influía cuando aún era diputado y antes de irse a Bruselas). Sólo cuando los votos de CC le fueron necesarios a Zapatero en el Congreso, cambió a mejor la situación.

Y en eso está uno de los problemas de este pacto, en creer en la lealtad, en si son capaces todos de cumplir lo acordado para una legislatura. Pero ¿y si los cuernos pasan de ser una posibilidad para convertirse en una necesidad?