Los otros ‘auditorios’

El emblemático Cine Víctor cuenta con una programación “ya cerrada” hasta junio del año 2012. / FRAN PALLERO

FRAN DOMÍNGUEZ | Santa Cruz de Tenerife

Hacer cultura contra viento y marea, contra las adversidades propias de una época de incertidumbre. Las salas culturales privadas “alternativas”, aquellas que permanecen al margen de la gestión pública, conviven con sus “hermanos mayores”  acogidos bajo el paraguas institucional  (auditorios, teatros y centros culturales) y sobreviven en la marisma de la crisis como pueden, a veces más como un anhelo cuasi quijotesco que otra cosa, pero siempre con la luz puesta en ofrecer productos atractivos y una programación estable o, al menos, con la intención de ello.

Paradigmas

Tenerife cuenta con algunos ejemplos de estas iniciativas. Tal vez los más paradigmáticos, por sus dimensiones y su oferta, sean el Teatro Victoria, el Cine Víctor  y la Sala Timanfaya. El primero es el más “antiguo” en esta faceta -desde el año 2000 en la brecha-, mientras que los segundos han reconvertido sus espacios cinematográficos primigenios, dando cabidas a otras actividades culturales. La nueva etapa del también santacrucero Cine Víctor comenzó el verano pasado, si bien desde enero una nueva sociedad tomó las riendas, mientras que la Sala Timanfaya (Puerto de la Cruz) apenas lleva algo más de dos semanas abriendo oficialmente al público.

El Teatro Victoria surgió por la necesidad de llenar un vacio que existía y existe en Tenerife en torno a la creación contemporánea. Después de la experiencia de vivir fuera de las Islas y volver a mi tierra, surge la inquietud de una sala que pudiese enriquecer el panorama cultural y crear un espacio para el teatro y la danza”, apunta Roberto Torres, el máximo responsable de este espacio. De otra manera, pero también con la idea de articular cultura a la par que mantener un lugar emblemático, nació el ‘nuevo’ Cine Víctor. “El verano pasado, un grupo de personas entró en contacto con los propietarios del Víctor para ver en qué condiciones se podría reabrir el espacio  y así devolver a la ciudadanía un sitio tan emblemático para Santa Cruz, además de ofrecer una serie de eventos alternativos a los que ya se podían encontrar en la ciudad. Lamentablemente, la iniciativa no estaba ni bien enfocada ni bien dirigida. Las actividades que se hicieron en esta primera época no tuvieron apenas resonancia y, desde luego, no cubrían ni de lejos las expectativas creadas. La asociación que había iniciado el proyecto lo abandona, y recoge el testigo la actual sociedad que lo gestiona, que poco a poco ha ido situándolo en el buen sendero”. Quien así habla es Sergio Santamaría, uno de los gerente de Caletillas 2009, la entidad que gestiona ahora el local.

En el caso de la Sala Timanfaya, no solo se ha rescatado también un ‘cine cerrado’, sino que se promueve un lugar para las artes escénicas en el Puerto de la Cruz. “Este proyecto nace de un sueño, del deseo de tener en el municipio un espacio adecuado para desarrollar las artes escénicas, ya que hasta ahora era una de los primeras ciudades turísticas de Canarias que no disponía de un lugar de estas características”, subraya, por su parte, Mónica Lorenzo, directora de la Sala Timanfaya.

La Sala Timanfaya ha sido la última en incorporarse a estas propuestas alternativas. / MOISÉS PÉREZ

Tres espacios que en mayor o menor medida han recibido la aceptación del público. “Ha habido un poco de todo. Eventos con una aceptación muy buena, como algunos de los conciertos, y monólogos o el reciente Pinocho, y otros que merecieron una mejor acogida del público, como Barroco, una producción italiana exquisita y que, lamentablemente, fue uno de nuestros puntos negativos. Pero en general, bien. Notamos un mayor interés por lo que hacemos”, asevera Santamaría. Sin embargo, para  Torres, el Teatro Victoria ha cumplido ya una función, “incentivando tanto nuevos públicos como a un público inquieto hacia nuevos lenguajes que, raramente, están presentes en la programación habitual de los teatros públicos”. “La programación del Teatro Victoria está orientada a trabajos de mayor riesgo en torno a la creación contemporánea y esto es una carencia que como teatro alternativo debemos llenar. El público se ha ido fidelizando con los años, pero a veces sientes la frustración de no conseguir tener la sala siempre llena.  Creo que ello también de debe al tipo de sociedad que hemos creado, que a veces no quiere pensar, interpretar o profundizar”, resalta. En opinión de Mónica Lorenzo, como “primeriza” aún es pronto para valorar la aceptación del público. “La gente del Puerto está muy contenta con esta iniciativa, nos animan y sienten que por fin se empieza a hacer algo. Para valorar la respuesta, creo que es un poco pronto y tendremos que esperar como mínimo un año para hacer un balance y darles una respuesta más realista”, apostilla.

Condiciones

Uno de los mayores retos de este tipo de salas es mantener una programación más o estable. Torres lo corrobora. “Una programación estable y de calidad es todo un reto. Para dar unas condiciones mínimamente dignas se depende de las ayudas conseguidas de las diferentes instituciones. En el caso del Teatro Victoria, gran parte de su programación es de otras regiones españolas o internacionales porque en Canarias no hay muchas compañías o creadores contemporáneos y los que existen, en la mayoría de los casos, están abocados a ir en busca de grandes ciudades donde tener más oportunidades para desarrollarse”. A juicio de Santamaría, “siempre es difícil” tener continuidad en la programación. “Al estar aún en estos inicios, la apuesta por parte de las compañías todavía cuesta. Pero, va marchando. Tenemos programación ya cerrada hasta junio del año que viene… Vamos a dar guerra”, enfatiza.

Los problemas que afrontan estas salas son muchos y van desde aspectos generales comunes a ámbitos más específicos. “Hay varios frentes… El local no es barato, los recursos que se necesitan para llevar a cabo los distintos eventos tampoco, la posibilidad de traer espectáculos de gran envergadura hay que evaluarla con mucho cuidado, porque a su coste hay que añadir los costes propios de traerlos, y no podemos tampoco disparar los precios de las entradas. A esto hay que sumar la dificultad de que se sepa que estamos ahí. Aún hay gente que pasa por delante del Víctor y dice: “¡Ah, si está abierto!”, remarca el propio Santamaría.

El Teatro Victoria tiene “apoyos de todos” menos del Ayuntamiento. / F. P.
Crear empleo

Torres, en cambio, recalca el hecho de tener una continuidad en el proyecto. “El luchar con medios de ocio que en muchos casos su principal objetivo es manipular e hipnotizar a las personas, potenciado un público pasivo, poco crítico, irreflexivo… Esto está directamente relacionado con la educación. Hemos perdido en muchos casos en valores y en cultura que vacían de contenido el tiempo. Hay que hacer entender a las personas y a algunas instituciones que espacios como éste son necesarios y dan trabajo a muchos”, afirma. Mónica Lorenzo indica aspectos como el  contar con un aforo de 205 butacas o las posibilidades de pagar a los artistas a través del taquillaje, “que encarece el precio de las entradas”. “Si contamos el poco hábito de consumo del público del municipio, vemos que ésta es una de las debilidades de este proyecto, que esperamos solventar con la ayuda de las administraciones públicas y así poco a poco ir generando una demanda y hábitos de consumo cultural por parte de los ciudadanos del Puerto”. Precisamente, las ayudas públicas y la implicación de las instituciones en estas iniciativas son otros de los caballos de batalla. La Sala Timanfaya “cuenta con un pequeño patrocinio del Cabildo de Tenerife, y está a la espera de recibir alguna subvención de otras administraciones públicas”, según manifiesta Mónica Lorenzo.

“De momento, no tenemos subvenciones, aunque en los últimos meses los contactos con las distintas administraciones han sido numerosos y es posible que podamos contar con ayudas en breve”, añade, por su lado, Santamaría. En este aspecto, Roberto Torres es claro: “Sin ayudas y subvenciones, desde luego, estaría abocado a su cierre”. El Teatro Victoria tiene apoyos del Ministerio de Cultura, Gobierno de Canarias a través de Canarias Cultura en Red y el Cabildo de Tenerife, pero no así del Ayuntamiento de Santa Cruz. “Curiosa y tristemente. El Consistorio debería asumir la mayor responsabilidad porque es un recurso cultural de su ciudad. Tengo la triste realidad de ser la única sala de las 36 que forman la Red de Teatros Alternativos de España, a la que pertenecemos, que no cuenta con apoyo de su ayuntamiento”.

¿Rentabilidad?

Y la gran pregunta: ¿es rentable mantener este tipo de iniciativas? Para el propio Torres, es una lucha constante, “un equilibrio frágil y una necesidad de revaloración constante de otros que se impliquen en el proyecto, instituciones, creadores  y  público,  para encontrar la sostenibilidad de un espacio de estas características”. “Estos proyectos parten de la ilusión, ya que económicamente siempre se da más de lo que se recibe. Sin embargo,  a cambio, se obtiene la satisfacción de potenciar algo en lo que se cree”, asegura. Por su parte, Santamaría sostiene: “No estamos aquí solo por amor al arte, creemos que ofreciendo una alternativa como ésta, escuchando y buscando a nuestro público, y contando con una buena gestión y colaboración, este espacio será rentable y volverá a ser el Víctor”.

“Sin subvenciones y patrocinios es prácticamente imposible. Por otro lado, si se habla de rentabilidad cultural y humana, creemos que sí, que es altamente rentable porque estamos contribuyendo y apostando por el fomento de la cultura en un municipio como el Puerto de la Cruz, que adolecía de ella”, remacha Mónica Lorenzo.

Teatro Victoria, Cine Víctor y Sala Timanfaya abogan por continuar en la senda, en un camino con muchas espinas pero pavimentado con propuestas de calidad destinadas a fidelizar al público tinerfeño.