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HERENCIA > POR RAMIRO CUENDE TASCÓN

Malestarismo

   

Malestarismo o desilusionismo; sería bueno que fuera ilusionismo. ¿Tengo serias dudas sobre lo que estamos viviendo? Más concretamente, sobre el final de un momento tan extraño, duro y tan lógico, por la ilógica barbarie del capitalismo actual.

Me pregunto: ¿qué está pasando en el que con tanta soberbia hemos dado en llamar primer mundo? ¿Quiénes son o somos? ¿Por qué?

¿Husitas? No es fácil acordarse hoy de movimientos como el encabezado por Jan Hus, posteriormente quemado en la hoguera por reformador y revolucionario. Un bohemio ajusticiado tras el Concilio de Constanza el 16 de julio de 1415. Hus mantenía una posición muy crítica frente al poder al uso, para entendernos el eclesiástico, con propuestas muy cercanas a las de Wycliffe y los Valdenses, opiniones que calaron en Lutero.

Más tarde, se dividieron en dos grupos: los moderados utraquistas y los radicales taboristas.
En 1420, después de la muerte del rey Wenceslao, se pusieron de acuerdo en un programa común: los Artículos de Praga, en el que exigían al poder real -el otro-, el reconocimiento de cuatro cuestiones que trasladadas al día de hoy merecen un pensado.

La primera: la comunión comiendo la hostia y bebiendo el vino, igual que el o los celebrantes ¿Les recuerda a algo? Igualdad.

La segunda: la libertad de predicación, es decir, la capacidad de información y participación sin tanto ocultismo o estupidismo.

La tercera: la pobreza de los eclesiásticos, si cambiamos pobreza por mesura y cambiamos eclesiásticos o los sumamos a los políticos, entenderán lo que me pasa por la cabeza.

Y la cuarta: el castigo de los pecados mortales sin distinciones según el rango o nacimiento del pecador

¿Le suena la reforma y los movimientos sociales y populares de la Edad Media?

Las aspiraciones revolucionarias de la plebe no sólo se dirigían contra el papismo romano -hoy nuestros gobiernos democráticos-, sino en mucha mayor medida contra la desigualdad social y contra los privilegios de los ricos y de los poderosos -el odioso mercado, que parecen transformarlo y quererlo todo.