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Rural en femenino

   

Miriam Hernández lleva un año con el bollo de centeno. / DA

DAVID SANZ | Santa Cruz de La Palma

Poco a poco, casi sin notarlo, cada vez son más las mujeres que en el ámbito rural se lanzan al ámbito empresarial, en un contexto don-de el terreno laboral estaba dominado por el hombre, mientras que el trabajo de la mujer, que muchas veces superaba el marco del hogar, no tenía un carácter remunerado ni una proyección social. Pese a la transformación social que ha experimentado el papel de la mujer en las últimas décadas, aún quedan muchos hábitos que superar en ese camino inconcluso de la igualdad.

La Asociación para el Desarrollo Rural de La Palma (ADER-La Palma), que ha acompañado a muchas de estas emprendedoras en los comienzos difíciles que supone poner en marcha una actividad empresarial, participó el año pasado en el Estudio sobre el protagonismo público de mujeres y hombres en el medio rural, inscrito en el marco del proyecto de cooperación Igualar, financiado por el Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino, cuyo objetivo es promover un desa-rrollo rural sostenible e igualitario.

Junto con La Palma, el ámbito del estudio también abarcó Gran Canaria, Montaña Palentina (Castilla y León), Sierra Mágina (Andalucía), Valle Ese-Entre-cabos (Asturias), Valle del Guadalhorce (Andalucía) y Zona Media (Navarra).

Entre las conclusiones del estudio, destacan el hecho de que tanto hombres como mujeres tienen dificultades comunes a la hora de iniciar y mantener una empresa en la economía de mercado. “Sin embargo, en el caso de ellas, a estas dificultades que comparten con los varones se suman aquellas directamente relacionadas con el hecho de ser mujeres”.

El informe recoge que “las mujeres siguen te-niendo que superar muchos estereotipos referentes a su género y que romper con muchos de los roles tradicionalmente asignados a ellas, que obviamente limitan su participación en los espacios públicos y productivos: son ellas las que han de conciliar su trabajo productivo con las tareas domésticas y de cuidados de las personas dependientes, que siguen asumiendo mayoritariamente; son ellas las que han de superar los mecanismos de control social y las negociaciones dentro y fuera del hogar; y no participan en la misma medida que los hombres en los espacios de toma de decisiones”.

Características

Entre las singularidades que se extraen del estudio en materia de género sobre las empresas, cabe destacar en primer lugar que las mujeres dirigen empresas de menor tamaño, en cuanto a número de personas empleadas, que los hombres.

En lo que se refiere a la formación, aunque no hay diferencias significativas, es mayor el número de mujeres con mayor nivel de estudios. Sin embargo, llama la atención que los hombres acceden más fácilmente a puestos de dirección sin estudios que las mujeres. Y es que se produce el fenómeno que se conoce como techo de cristal, por el que a las mujeres les cuesta más llegar a puestos directivos.

En lo que respecta a la especialidad, cabe destacar del informe que las mujeres del medio rural crean y dirigen sobre todo empresas dedicadas al sector servicios, provocando el efecto paralelo al anterior, pero que en este caso denominan muro de cristal. Es decir, el límite no es progresar dentro de la empresa sino entrar en otra serie de sectores que han estado tradicionalmente en manos de los hombres.

Por último, el informe destaca que hay más mujeres que hombres empresarias sin hijos menores de 16 años. “En conjunto, los varones empresarios tienen más hijos que las mujeres, aunque la diferencia es menos significativa que en otros tiempos”, afirma.

La imagen que refleja el estudio en el que ha participado ADER La Palma recoge el perfil de mujeres empresarias que “reivindican con pasión sus espacios profesionales”, a la vez que “re-conocen y celebran la importancia del ámbito familiar en sus vidas, destacando que el trabajo fuera del ámbito domestico permite su desarrollo personal y social, situándolas en una posición de mayor visibilidad y reconocimiento”.

Esta circunstancia está propiciando lo que en el estudio se señala como un “nuevo modelo de feminidad y nuevos estilos de vida” que llevan a las mujeres “a una compleja cotidianeidad de trabajo, responsabilidades familiares y domésticas y cuidado personal que se suman exponencialmente, es decir, en algunos casos con una doble y triple jornada”.

Casos

María Nieves Leal es una de estas mujeres que en el medio rural ha mantenido tanto la actividad tradicional de la agricultura como emprender en un sector en el que fue de las pioneras en la isla de La Palma, como es el turismo rural. Y es que esta mujer emprendedora de Puntagorda siempre ha trabajado en el campo, siguiendo la sabiduría de su padre que fue quien, reconoce, “me enseñó a amar esta labor”. Las verduras que cultiva las vende en el puesto que regenta en el Mercadillo del Agricultor de Puntagorda los fines de semana.

El Jócamo es la casa de turismo rural que tiene en Puntagor-da. Recuerda que hace 16 años, “a través de ADER, nos dieron la oportunidad de arreglar una casa antigua que teníamos y dedicarnos al turismo rural”. “Recuerdo que por entonces empezamos con miedo, todo eran trabas y problemas, pero estoy contenta y ojalá hubiera empezado antes”.

Toda esta actividad es capaz de compatibilizarla “poniéndole mucho cariño, trabajando mu-chas horas de noche, poniendo muchos calderos al fuego a esas horas, limpiando”, para el resto del día dedicarlo a la casa y al campo. “Yo disfruto con mi huerta, con mi casa, mis clientes y mi puesto en el Mercadillo”, concluyó.

Miriam Hernández hace un año empezó con la comercialización de un producto que hasta ahora se reducía al ámbito local de su municipio, Fuencaliente. Se trata del bollo de centeno, una receta que heredó de sus abuelos y que se presenta como un producto no sólo de alto valor alimenticio, sino que también posee múltiples beneficios para la salud.

Miriam Hernández no es la primera vez que está en el sector empresarial, ya había trabajado como autónoma para la hostelería. Y si bien reconoce que “es bastante liado, tener una casa y una empresa”. Con todo, esta mujer a la que no le arruga el trabajo, sigue adelante con esta empresa que avanza poco a poco en un negocio que, como reconoce, “va tirando y, en la época que estamos, vamos escapando”. De momento es ella sola la que trabaja en la fabricación de los bollos de centeno que se pueden encontrar en puntos de artesanías o supermercados.

En Puntagorda, y a raíz de la celebración de un taller de empleo, tres mujeres de las que participaron en el mismo crearon la Sociedad Limitada Laboral Conservas Monte Lucía a principios de 2008. En dicho taller aprendieron la elaboración y transformación de los productos locales, lo que les permite producir mermeladas, mojos, salsas, con la materia prima siempre de la zona (tomates, calabazas, manzanas, etc.), según explicó Mercedes Pérez, una de las dos integrantes que permanece en la empresa.

Los productos de Monte Lucía lo comercializan en pequeñas tiendas y en el Mercadillo del Agricultor de Puntagorda. Ade-más cuentan con la colaboración del Ayuntamiento, que les ha cedido la cocina donde realizan el trabajo. “A la gente le gusta el producto, pero hemos cogido un mal tiempo, no podemos competir con marcas industriales que venden barato por el carácter artesanal del nuestro”, dice. La situación no es fácil, reconoce. “Nuestro sueño era contratar gente y crecer, pero hasta ahora ha sido imposible”. El hecho de ser mujeres no le ha supuesto ningún inconveniente, antes bien destaca que en determinadas subvenciones se valora. Asimismo, asegura que no ha tenido problemas para conciliar el trabajo con la vida familiar. “Mis hijos son mayorcitos y como todo el mundo hay que adaptar la casa con el trabajo”, afirma.