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Por Carmen Cejudo * >

Adiós Dr. Dorta, hola Dr. Morales

   

El 11 de noviembre de 1994, la entonces Presidenta Nacional de la Asociación Española Contra el Cáncer, María Fernanda Méndez Núñez, firmaba un convenio con los hospitales Universitario de Canarias y Universitario de La Candelaria con el fin de comenzar un servicio de apoyo y asesoramiento del voluntariado de dicha ONG en favor de los enfermos oncológicos y sus familias. Coincidiendo con esa recién estrenada colaboración, se inauguraba la Unidad de Hospitalización de Oncología en el Hospital de La Candelaria. En artículos de periódico fechados al día siguiente, se dice que la planta contaba con 15 camas, ubicadas en la tercera planta del edifico de traumatología, con un hospital de día con capacidad para atender a 8 enfermos simultáneamente y tres locales de consultas externas. Y en las fotos que lo ilustran aparecemos algunas de aquellas voluntarias que comenzamos con ilusión y temor esta cooperación solidaria, y en la que hoy en día continuamos, junto al que era jefe de Servicio de Oncología Médica y que la ha seguido dirigiendo desde entonces, aunque ahora en otras instalaciones más modernas y amplias: el Dr. Javier Dorta.

A lo largo de estos 17 años, el Dr. Dorta ha sido reconocido con nombramientos y premios muy merecidos y ha contado, siempre, con el profundo afecto de la Coordinadora y el voluntariado de la aecc en dicho centro sanitario, respeto que se incrementaba en la medida en que se iba conociendo la humanidad de este médico, a través de las alabanzas de enfermos y familiares hacia su persona. Es un magnífico oncólogo pero los que le nombran en pasillos y habitaciones del hospital, suelen ser aquellos que acudieron a él, también, en busca de otra clase de conocimientos no médicos: esperanza y consejo. Y este hombre alto, elegante y con apariencia de despiste debe repartir mucho de todo ello por lo apreciadísimo que es. Yo le recuerdo en las conferencias en que he tenido la suerte de escucharle, su cruzada en contra de los hábitos poco saludables en comportamiento y alimentación, sus conocimientos sobre nuevas técnicas y tratamientos de su especialidad (me demostró su sentido del humor en un turno de preguntas de una de sus charlas, donde alguien del público le espetó que seguramente que los tubos de escape de los coches hacían tanto daño como el tabaco y el Dr. Dorta, con esa paciencia adquirida de tanto obviar ignorancias le contestó que seguramente que sí… en el supuesto de que se fumasen dichos tubos de escape… Y me demostró su extraordinario amabilidad, en cierta ocasión, cuando esta voluntaria tuvo el atrevimiento de farfullarle un montón de temas que se me habían ocurrido para una colaboración suya en la revista anual de la Asociación Española Contra el Cáncer y el Dr. Dorta, mientras sonreía, contestó: creo que vendría bien escribir sobre el tratamiento y prevención de la anemia (un problema frecuente y que deteriora la calidad de vida de los enfermos de cáncer).

Hoy me he enterado que le ha llegado el momento de su jubilación. Y lo que podía haber sido un “adiós” triste se ha convertido en un optimista “hola” por dos motivos, uno que él podrá dedicarse, como le deseamos, a disfrutar de los pequeños placeres que todos guardamos para el momento de despedirnos de las obligaciones laborales y otro que le sustituirá su, hasta ahora, Jefe de Sección, el Dr. Manuel Morales. Muchas veces los relevos tienen lugar de forma poco exitosa pero, en esta ocasión, es una buenísima noticia quien ocupará esa responsabilidad porque el Dr. Morales, además de poseer una capacidad de trabajo envidiable, es el profesional extraordinariamente valioso que tanto necesitamos en la durísima experiencia de padecer un cáncer. ¡Muy buena suerte a ambos!

* Carmen Cejudo, voluntaria de la Asociación Española Contra el Cáncer