X
Por Randolph Revoredo Chocano >

Gatiiito

   

A lemania sorprende al personal con su recuperación. Trae optimismo por aquello de ser el motor de Europa. No es el optimismo que hemos escuchado el que más debería llamar la atención. Alemania es una economía que navega en las corrientes globales hoy mucho más que antaño; y eso significa que lo que muchos esperan de ella, impulsando economías como la española a salir del pozo, no es tan así porque el repunte de sus exportaciones creemos que se debe al empuje de países asiáticos y más concretamente nuestro nuevo amigo chino (amigo como lo es el ratón del queso).

Pero lo que menos hemos escuchado es plantear la posibilidad de que esa recuperación tenga algo que ver con las muy tempranas medidas de austeridad recorte de gasto público y poner la casa en orden, al menos en comparación con otros países que juegan al pragmatismo de endeudarse para frenar el crecimiento del desempleo. No se oye a los pontífices del racionalismo de estado, por ejemplo Krugman, decir gran cosa el respecto. Cada quien selecciona lo que conviene de acuerdo a sus propias convicciones. Allá ellos.

Después de una muy larga estancia en este planeta no nos produce más que sorpresa ver cómo de fácil perdemos la humildad y la perspectiva.

El mercado es una bestia indomable y las buenas intenciones de aquellos que creen en la razón para poder domesticarla -interviniendo constantemenente- no arregla nada. Digámoslo de otra forma, y aprovechemos la oportunidad para que no quede duda de nuestra posición: ni unos ni otros parecen capaces de parar un momento dar un paso atrás para ganar perspectiva y darse cuenta de dos cosas.

Uno que la naturaleza carece de moral y es brutal en sus procesos; el mercado, dejado al libre albedrío es tan brutal y al mismo tiempo depurador como la naturaleza con las especies. Dos, la razón, el discernimiento -esa cosa que nos viene de fábrica de la que presumimos tanto- tiene límites y no lo puede todo; es más, para ser más preciso, hace lo que medianamente puede (que no es poco en términos tecnológicos pero que es ridículo a la hora de ciencia, de teorías, de ideas y de -obviamente- ideologías).

De manera que, tenemos en una esquina, los defensores del libre mercado y en otra los defensores del estado. Los liberales muchos no saben de lo que es capaz de hacer tal animal, porque no han vivido la selva; y los socialistas no entienden de humildad intelectual, que aunque el mercado sea brutal -el mercado somos nosotros- no cuestionan la herramienta (las ideas, las leyes) olvidando que es un instrumento deficiente para controlar.

Los adeptos al libre mercado entienden que el mercado funciona pero se quedan cortos al no entender cómo realmente funciona; en su proceso vital promueve unos cambios tan grandes que a veces arrasa con todo lo que no aguante un huracán. Los de lo público, por el contrario, creen que controlando las oscilaciones más extremas (llamados eufemísticamente, “fallos de mercado”), domesticando, se puede vivir con un león en casa.

El mercado no falla, aniquila todo lo que no sirve, aunque se tenga que cargar una parte de la población y ensombrecer la civilización.

Una vez pasado el temporal, con el jardín limpio todo crecerá más rápido y se recuperará antes de lo esperado, sin los vicios arrastrados.

La realidad es que nadie quiere dejar de tener al león pero tampoco quiere que se cabree (o le dé hambre, o celos, o le llegue el olor de la leona en celo). Véase el ejemplo más reciente de carácter sistémico: la crisis crediticia, cuando la quiebra de Lehman Brothers. Se estuvo cerca del pánico bancario, de la quiebra de los grandes bancos como el Citi o el Bank of America. ¿Qué hubiera representado un final alternativo? Disturbios, saqueos, muertes, desempleo al 20% (en Canarias está al 30%, ojo, pero estaría en el 60%) gobiernos depuestos, políticos enjuiciados por la horda, imperios corporativos y grandes apellidos convertidos en ceniza, conflictos internacionales, choques armados y hasta guerras.

Una verdadera limpia. Así trabaja el mercado cuando el problema es de fondo: comenzar de nuevo con lo que sobreviva. No se regresaría a la edad de Bronce, pero sería absolutamente traumático ¿Los defensores del mercado hubieran apostado por esta alternativa? Muy pocos. La gran mayoría -para decirlo en plata- se acojonaron: presidente, ministro de economía americano y Reserva Federal los primeros. No obstante, esto no significa que el otro bando tuviese razón.

Los enamorados de las ideas aparentemente razonables de nuevas leyes, prohibiciones y demás no se dan cuenta que con las intervenciones, el complicar la vida con más regulaciones, más burócratas, más deuda, han dejado vivo lo que generó el problema, la semilla de lo que causó todo está en el mismo sitio donde estaba antes, como si nada hubiera pasado.

La única forma que se eliminara el problema de raíz era permitiendo la materialización del convulso escenario alternativo.

Las ideas, los intereses grupales, las estructuras viciadas están allí, lamiéndose las heridas con sus defectos genéticos y su poder disruptor latente intactos para emerger en la próxima oportunidad, la próxima tormenta perfecta.

Un león no es un gatito miau miau. Y por eso todo el debate entre tirios y troyanos nos parece un divertimento que distrae como distrae una película; pero la realidad está allí y no es bonita, no es mala, es la que es. A superarlo: hay y habrá un león en casa.

Sobre-el-volcan.blogspot.com