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La Dama de Blanco

   

DAVID SANZ | SANTA CRUZ DE LA PALMA

Leocricia Pestana

Leocricia Pestana fue un referente en el mundo liberal de la capital palmera de finales del siglo XIX. / DA

El personaje y su entorno, la poeta y su paraíso, la historia y su leyenda han conmovido a quienes se han acercado a la personalidad de Leocricia Pestana (Santa Cruz de La Palma 1853-1926), la Dama de Blanco, y al mágico rincón donde habitó durante su madurez, la Quinta Verde. Dos realidades íntimamente ligadas en el imaginario de la sociedad palmera.

Entre los jardines de esta hacienda, cuenta la leyenda, que en las noches de luna llena, todavía se puede ver pasear a una mujer vestida de blanco, el espíritu de esta escritora adelantada a su tiempo que aún habita entre las flores y los gruesos muros de la antigua casona que tanto amó y que le inspiraron en su mejor creación artística.

Fue esta leyenda la que condujo a Jesús Suárez Bustillo, psicólogo y pedagogo asturiano que pasó varios años en La Palma tras su jubilación, hasta la poeta palmera. “Fue una casualidad. A mí me gustaban las leyendas de La Palma y me dijeron que había una sobre Leocricia Pestana que se aparecía en las noches de luna llena y empecé a leer e investigar sobre ella”. Fruto de este trabajo es la primera monografía que se publica sobre la escritora palmera, cuya edición corrió a cargo del propio autor, Suárez Bustillo.

“Lo que más me llamó la atención de Leocricia fue la categoría que tenía y que no se dejó doblegar en sus ideas. Era una mujer adelantada a su tiempo”, comenta el autor de la obra. Lo cierto es que se trataba de una mujer republicana y librepensadora, un referente en el ambiente liberal que se gestó en La Palma a finales del siglo XIX. Pese a su estrecha vinculación y admiración por la masonería, no fue masón porque las logias de la Isla no admitían mujeres por entonces.

Su pensamiento se inspiró en Ferrer i Guardia, creador de la Escuela Moderna

Suárez Bustillo señala que en el trasfondo ideológico de Leocricia Pestana, además de las ideas masónicas, palpitaba el pensamiento de Francisco Ferrer i Guardia, padre de la llamada Escuela Moderna. El autor expone que la prensa de la época en la isla de La Palma “recogía su pensamiento”, por lo que debía ser conocido por la poetisa “este método revolucionario de enseñanza que buscaba estar al servicio del alumno fomentando la libertad, la libertad y la igualdad, postulados que Leocricia asume totalmente, máxime siendo allegada a los masones”.

En lo que se refiere a sus ideas religiosas, Suárez Bustillo asegura que “ella no era irreligiosa, que fuera contra la religión, sino la religión iba contra ella”. “Leocricia, por ejemplo, admiraba al cura Díaz, con quien compartía sus ideales liberales y la labor social que desempeñaba”. El tristemente desaparecido Jaime Pérez García, que fue Cronista Oficial de la capital palmera, en un artículo dedicado a la poetisa señala que “en su persona se dio la paradoja de que, a pesar de su reconocido anticlericalismo, era creyente; detestaba que se hablara mal de la religión”.

El investigador asturiano indica además que la poeta era “partidaria de una laicidad positiva, no excluyente. Una laicidad que une, que dialoga (….) Leocricia no era religiosa sobre todo a causa del ambiente y circunstancias sociales en que vivió. Y porque la Iglesia condenó sus ideas (…) Podemos decir -concluye- que la Iglesia era anti-Leocricia”.

El autor trata de hacer también en su estudio un análisis de la personalidad de la escritora palmera, que vivió recluida en la Quinta Verde desde 1898, donde se deleitaba leyendo y cuidando el jardín, además de ejercer como anfitriona de intelectuales de la Isla y de quienes estaban de tránsito, inquieta por el conocimiento como se mostró siempre.

Para ello analiza los rasgos somáticos, morfopsicológicos y grafológicos de la autora, tomando como referencia las pocas imágenes que se conservan de Leocricia Pestana, quien, según Jaime Pérez García, era poco amante de retratarse.

“Tiene un tipo somático lectosómico (cuerpo estrecho, delgado, frágil osamenta delgada, etc.), con cerebro más que con corazón, tiene un temperamento fuerte. Es introvertida, tranquila y reservada. Poco sociable cuando no está de acuerdo con el entorno pero es capaz de abrirse cuando está a gusto No acepta que le impongan nada”, explicó Suárez Bustillo.

El investigador asturiano Jesús Suárez Bustillo ha publicado la primera monografía sobre Leocricia Pestana. / DA

Lo que esconde la leyenda

El asunto más controvertido que aborda el estudioso asturiano es el de tratar de desmontar la leyenda de la Dama de Blanco que “no tiene fundamento, pero sí respondía a una serie de intereses”. El autor señala que cuando muere Leocricia Pestana, en su testamento, “deja parte del dinero al Ayuntamiento para que arregle el cementerio civil que estaba abandonado en la época, pero el dinero no llegó nunca; dona su biblioteca, que era famosa en su tiempo, a La Cosmológica y desaparece; el mobiliario lo deja para los masones, y tampoco llegó nada de eso a la actual sede del Casino”.

Para Suárez Bustillo, “el fin de la leyenda no era otro que ocultar todo esto y qué mejor para ello que decir que era una endemoniada, que estaba loca por ser republicana”. “Eso le pasó también por ser mujer”, agrega. Una práctica que, a su juicio, impuso el caciquismo predominante en la época.

En esta línea argumental se refiere también al hecho de que a los cuatro años de ser enterrada en el cementerio civil de Santa Cruz de La Palma, sus restos desaparecieron y ya no se sabe dónde se encuentran. “¿Por qué siendo tan importante quieren sepultar a Leocricia? Era la táctica fascista famosa que propugnaba que de aquello que no se habla no existe”.

Con la llegada de la democracia, la escritora palmera dio nombre a una de las calles del barrio de Benahoare, que nació en esa época. No obstante, para Suárez Bustillo no es suficiente reconocimiento. “Habría que recuperar dónde está enterrada y que se haga un monumento conmemorativo”, sostiene porque “recuperar la historia de Leocricia Pestana es de justicia”. “Es salvar una deuda con el pasado de Santa Cruz de La Palma y con la historia de la isla”, concluye.