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FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA DE CINE DE TENERIFE >

“La música de un filme es el fruto de una lucha entre el director y el compositor”

   

Shigeru Umebayashi es una de las figuras actuales de la composición que acude al Fimucité. | SERGIO MÉNDEZ

SANTIAGO TOSTE | Santa Cruz de Tenerife

Shigeru Umebayashi (Kitakyushu, Japón, 1951) iba para estrella del rock hasta que el cine se cruzó en su camino. De manera que si a mediados de los 80 se disolvía EX, la banda que lideraba, también por esa época nacía una de las carreras musicales vinculadas al séptimo arte más sólidas e interesantes. Umebayashi está en la Isla con motivo del Fimucité, y ayer mantuvo esta charla con este periódico.

-Su trabajo se desarrolla entre Asia y Occidente. ¿Qué diferencias encuentra entre componer música para ambas cinematografías?

“Existe una gran diferencia: se trata de una cuestión que tiene que ver con el lenguaje, con la musicalidad de cada idioma. Y por eso para abordar cualquier composición hay que ahondar en esos códigos, en esos sonidos diferentes que poseen, por ejemplo, el japonés y el inglés”.

-¿De qué manera encara ese diálogo que se da entre el compositor y el director del filme para el que va a escribir la música?

“Surge en el momento en que le presento al director mi idea en forma de sketchs, de escenas musicales, para que las escuche y elija las más adecuadas para lo que busca. Es justo en ese punto cuando empezamos a hablar y a discutir. La siguiente fase es cuando el director me presenta la película completa, para que yo incorpore la música allí donde lo necesite. Al principio te dice que tienes libertad para hacer lo que quieras, pero en realidad al final él asume el mando y lo controla todo. De manera que la música de un filme es el fruto de un tira y afloja; todo el tiempo hay una lucha entre las ideas del compositor y las del director (risas)”.

-Y una vez que ya tiene la idea, ¿de qué manera trabaja para poner música al relato cinematográfico?

“Comienzo a darle vueltas al asunto sentado mucho tiempo ante el ordenador y el piano. Luego, el resultado lo desarrollo con otros músicos para preparar las orquestaciones. Es un trabajo muy complejo: siempre intentas mejorar esa idea que te ha servido de punto de partida”.

-Trabaja junto a autores, como Wong Kar Wai o Zhang Yimou, con un universo muy personal. ¿Se siente igual de cómodo al abordar músicas vinculadas a la épica, al drama, a la ciencia ficción…?

“En este trabajo debes afrontar estilos muy diferentes, y es cierto que con unos sientes más afinidad que con otros. Pero lo que has de hacer es intentar aprender de cada cosa que se te va mostrando. Para ser compositor tienes que tener abierto tu corazón como el de un niño, y dejar a un lado las ideas preconcebidas”.

-¿Qué le supone que su obra se interprete en una sala concebida para conciertos?

“Una de tus aspiraciones como artista es que tu obra llegue a la gente, intentar que tu trabajo despierte emociones. En este caso trabajas para el cine, pero también sueñas con que tu música se pueda disfrutar por sí sola. Cada vez que cuentan conmigo para un concierto, me causa una enorme alegría”.

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Conciertos sinfónicos en el Auditorio

Fimucité ofrece hoy el primero de los dos conciertos sinfónicos que se han programado para el Auditorio Adán Martín. La Orquesta Sinfónica de Tenerife, bajo la dirección de Diego Navarro, y el Tenerife Film Choir, al mando de Cristina Farrais, ofrecen un recorrido por las partituras de Umebayashi y de Patrick Doyle. La cita, que comienza a las 21.00 horas, cuenta con el patrocinio del Cabildo, el Gobierno de Canarias y los ayuntamientos de Santa Cruz y La Laguna.

La primera parte abordará las creaciones del autor japonés para cintas tan emblemáticas como La casa de las dagas voladoras (Zhang Yimou, 2004), Sentido y sensibilidad (Ang Lee, 1995), 2046 (Wong Kar-Wai, 2004), Deseando amar (Wong Kar-Wai, 2000) o La maldición de la flor dorada (Zhang Yimou, 2006).

La segunda estará sobre todo protagonizada por la suite que Doyle compuso para Thor (Kenneth Branagh, 2011), que será un estreno mundial en directo, pero también la música que el escocés escribió para otros filmes, como Mucho ruido y pocas nueces (Branagh, 1993), Frankenstein (Branagh, 1994) o Harry Potter y el cáliz de fuego (Mike Newell, 2005).
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