En el artículo anterior describía someramente los encuentros internacionales más relevantes mantenidos durante los últimos años del pasado siglo y los primeros del presente en la lucha contra el calentamiento global de la tierra.
Por su singularidad y por las expectativas generadas, la conferencia de Copenhague de finales del 2009 representó una proyección mediática que incrementó la sensibilidad ciudadana sobre el cambio climático. Del 7 al 18 de diciembre de 2009, se celebraron en Copenhague (Dinamarca) las reuniones correspondientes a la 15ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 15) y la quinta Conferencia de las Partes en calidad de reunión de las Partes del Protocolo de Kioto.
El resultado obtenido en Copenhague quedó claramente por debajo de las expectativas y el nivel de ambición de la UE, pero supuso sin embargo, un paso para abordar con seriedad la lucha contra el cambio climático a escala global. Aunque el Acuerdo de Copenhague no tuviese carácter vinculante y dejara diversas cuestiones abiertas desde una perspectiva jurídica, tuvo la virtud de que incorporase compromisos de reducción de emisiones de la mayoría de los países y, en particular, a los grandes emisores de gases de efecto invernadero, incluyendo las economías emergentes, que estaban fuera de los compromisos alcanzados en Kioto.
Por tanto, el Acuerdo de Copenhague constituyó un avance hacia la consecución del objetivo de la UE de lograr un acuerdo jurídicamente vinculante sobre el clima, que entraría en vigor en 2013, al finalizar el primer período de compromiso del Protocolo de Kioto. El Acuerdo respaldó el objetivo central de la Unión de hacer que la temperatura del planeta se mantuviese menos de 2° C por encima de la temperatura en la era preindustrial, a fin de evitar las repercusiones más negativas del cambio climático. Hasta la fecha, se han inscrito en el Acuerdo medidas u objetivos de emisión de países industrializados y en desarrollo que representan más del 80% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Esto demuestra la determinación de la mayoría de las naciones de intensificar su actuación contra el cambio climático.
Un año después, el pasado 11 de diciembre de 2010 se cerraba en la ciudad mexicana de Cancún la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, un evento en el que coincidían la edición número 16 de la Cmnucc (Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), en el que están representadas 194 partes, y la sexta reunión de las 192 Partes del Protocolo de Kioto. El resultado de los días de trabajo quedó plasmado en el paquete de las medida que se adoptó y que viene a colocar a los Gobiernos en una posición más firme en el camino hacia un futuro bajo en emisiones, al tiempo que muestra una acción mejor sobre el cambio climático en el mundo en desarrollo.
En la Declaración Final, y por primera vez en un documento de las Naciones Unidas sobre el clima, se reconoce el papel de los Gobiernos Locales como actores gubernamentales; concretamente, en el punto 7 del citado texto dice que “se reconoce la necesidad de involucrar a una amplia gama de partes interesadas a nivel mundial, regional, nacional y local, ya sean del gobierno, incluyendo los gobiernos subnacionales y locales, negocio privado o la sociedad civil, incluyendo a la juventud y personas discapacitadas; se reconoce también que la igualdad de género y la efectiva participación de las mujeres y los pueblos indígenas son importantes para una acción efectiva en todos los aspectos de, cambio climático”.
Los acuerdos de Cancún dicen textualmente: “Mejorar el cambio climático en lo relativo a estrategias de reducción de desastres, teniendo en cuenta, en su caso, el Marco de Hyogo para la Acción; sistemas de alerta temprana, evaluación y gestión de riesgos, puesta en común y transferencia de mecanismos como los seguros a nivel local, regional, subregional y nacional, según corresponda”.
La experiencia local y regional también se tiene en cuenta en el texto que recoge, en otro de sus puntos, la necesidad de fortalecer consolidar y mejorar el intercambio de información relevante, el conocimiento, la experiencia y las buenas prácticas a nivel local, regional, nacional e internacional, teniendo en cuenta, según proceda, los conocimientos y prácticas tradicionales.
*Diputado socialista en el Congreso