No hace mucho llegó a mis manos una revista de divulgación cientÃfica que incluÃa un artÃculo sobre la evolución humana. Como las revistas del corazón y los periódicos deportivos de la sala de espera estaban ya cogidos por el resto de pacientes, me animé a leerlo. Como punto de partida se afirmaba que el ser humano lleva más de 2.000 años sin evolucionar. Eso no me sorprendió: sólo hay que encender la tele o leer las portadas de los periódicos para darse cuenta. Lo fuerte vino después. Según los expertos -y no quiero alarmar a nadie-, dentro de unos 5.000 años el ser humano perderá el dedo meñique del pie. Al parecer lo usamos más bien poco. Hay que reconocer que hay veces que uno piensa que el dedo meñique del pie está sólo para llevarse golpes pero, ¿es tan inútil como para perderlo?
El dedo meñique es un dedo solitario, periférico, alejado del dedo que siempre va a la vanguardia y que llega el primero a todas partes: el dedo gordo. Y este es un gran dedo, hay que reconocerlo. Es largo, fuerte y si te dejas la uña larga puede ser un arma mortal. Es el dedo favorito y el dedo meñique a su lado resulta ridÃculo. Sólo hay que comprobar como, en muchos zapatos de señora, el dedo meñique suele ir siempre aprisionado y asfixiado en su esquina mientras el dedo gordo asoma alegremente por un estratégico orificio. Es muy probable que en el año 7.000, si es que el ser humano sigue aún por aquÃ, nadie eche de menos el dedo meñique. Las mujeres tardarán menos en pintarse los ocho dedos de los pies y ya no tendremos que utilizar lupa para cortarnos su mÃnima uña. Entonces por fin habremos evolucionado.