“Concibo el graffiti como una manifestación más del mundo del arte”, apunta Ro.Ro. desde La Orotava. / DA
SANTIAGO TOSTE | SANTA CRUZ DE TENERIFE
El arte urbano llegó un buen día para instalarse en ese museo imaginario que todos tenemos en el interior de nuestras cabezas. Porque no es de hoy, ni de ayer, ni siquiera de este siglo. Y para comprobarlo, podríamos darnos una vuelta por el antiguo Egipto, por Roma o por las ruinas de Pompeya. Pero claro, al aludir al graffiti como una de las más puras, singulares y primeras formas de expresión, también es casi inevitable que se abra esa puerta tan frágil donde albergamos los prejuicios, y lo relacionemos, qué remedio, con unas feas manchas que emborronan espacios públicos, calles y edificios del escenario por donde solemos deambular. Y es que somos así.
Libertad
Kob refleja su vocación tanto sobre lienzos como con un spray. / DA
De manera que, de acuerdo, el graffiti es urbano, puede ser subversivo y nos encontramos con cosas mejores y peores, magníficas o absolutamente horripilantes. Es lo que tiene la libertad. Pero también es arte y, esto es toda una suerte, cada vez estamos más convencidos de esta apreciación. Así que, del Kilroy Was Here de la Segunda Guerra Mundial al Bajo los adoquines está la playa del mayo parisino; del icono pacifista del Flower Power a los graffiteros neoyorkinos de los 60. De Glub o Muelle, en un Madrid que era toda una movida, a Blek Le Rat o el propio e invisible Banksy. El arte está en la calle, y los museos, las empresas grandes y pequeñas y, en suma, todo el que quiera estar en la onda le abre ahora las puertas con una gran sonrisa. Y eso ocurre en Tokio, en Sidney y en Tenerife. Un fenómeno artístico que bien pueden ilustrar las dos personalidades que se recogen en este reportaje: Ro.Ro. y Kob.
“Concibo el graffiti como una manifestación más del mundo del arte”, apunta Ro.Ro. desde La Orotava. “Hasta no hace mucho -explica-, los jóvenes comenzaban su trayectoria artística en la calle; pero ahora casi que ocurre al revés, quizás debido precisamente a ese reconocimiento cada vez mayor que recibe el graffiti, y quienes empiezan en su casa, luego ocupan el espacio urbano”.
La obra de Ro.Ro. se inscribe en el stencil art (el plantillaje, para entendernos, aún con el riesgo de simplificar demasiado las cosas). “Lo que me ocupa más es preparar las plantillas -detalla el artista-, pero luego, una vez que las tengo, me dejo llevar, la improvisación es fundamental”.
La figura humana se halla muy presente en los trabajos de Ro.Ro. “Dedico mucho tiempo a fotografiar a las personas, es un trabajo meticuloso, pero lo que realmente me gusta es ponerme ante la pared”. “Ahora trabajo mucho con empresas, con la diferencia de que, si antes me llamaban para pintar una pared, ahora lo hacen para pedirme un Ro.Ro.”, responde cuando se le pregunta acerca del reconocimiento que recibe hoy esta vertiente de la creatividad. “Tengo 30 años y hace 15 que cogí un spray por primera vez”, comenta. “Aunque estudié Bellas Artes y también me dedico a la pintura, el graffiti lo aprendí solo, probando mucho y aprendiendo de lo que hacían los otros”.
El absurdo y la frivolidad son dos de las líneas que recorren el discurso estético de Ro.Ro. “En mi obra soy como Dios y manejo a la gente a mi antojo. Creo que soy un buen inventor de historias, me encanta la mentira, combinar la realidad con la ficción”, apostilla este creador orotavense que ha logrado alcanzar una proyección internacional.
El mobiliario urbano se reconvierte en obra de arte, como recogen las imágenes con obras de Ro.Ro. (izquierda) y Kob (derecha). / DA
Mano alzada
De otra manera, pero también con gran dosis de libertad, afronta sus propuestas el portuense Kob. Y precisamente, los muros del Puerto de la Cruz conforman la mayor pinacoteca dedicada a este artista de 32 años. “La gente que pasa por la calle no se escandaliza como antes cuando ven a alguien haciendo graffitis -expone-, porque aprecian la diferencia que hay entre rayar una pared y pretender hacer una obra de arte”.
Al igual que Ro.Ro., Kob refleja su vocación tanto sobre lienzos como con un spray. “Trabajo mucho por encargo -comenta-, pero aunque planifique las cosas, con el fin de intentar plasmar la idea del cliente y que éste la pueda ver antes de llevarla a cabo, siempre aporto mi punto personal, que se reconozca mi estilo en todo lo que hago”. “Cuando salgo a la calle improviso mucho -subraya-, lo hago todo a mano alzada, sin plantillas y ni bocetos”. “Lo bueno del graffiti es que, a diferencia del lienzo, todo es más rápido, más abierto a la creatividad que sale de lo espontáneo”, concluye Kob.
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Conca se convierte este verano en un gran lienzo
Cada vez son más frecuentes los espacios que apuestan por el arte urbano. Y sin duda, uno de los más dinámicos es la lagunera sala Conca. Algo que, por otro lado, le ha costado algún que otro disgusto -o mejor, triste sorpresa-, como el que tuvo que ver con el mural pintado en junio en la puerta de su garaje, que motivó (?) la apertura de un expediente por el área municipal de Patrimonio Histórico.
Con el fin de dar a conocer las obras de los graffiteros, esta experiencia expositiva con 41 años de historia ha puesto en marcha un proyecto, Tu graffiti en Conca. La iniciativa, abierta a artistas mayores de 15 años, premiará a sus ganadores con la realización de un graffiti en la fachada de Conca, además de con una obra del artista pop-neodadá Fernando Bellver.
Los interesados tienen de plazo hasta el 13 de agosto para presentar tres fotografías con sus trabajos. El jurado encargado de elegir la obra u obras ganadoras está integrado por el director de Conca, Gonzalo Díaz; el escultor Gervasio Arturo Cabrera; la pintora Patricia Delgado y la especialista en arte Azucena Arteaga. Para más información, existe el número de teléfono 922-252-525 y el email sala@salaconca.com.
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