¿Abonarme? Pues porque sí, y punto

Sin fútbol, sin futbolistas que permitan albergar una mínima ilusión, sin esquema definido, sin juego, sin buenos resultados en la pretemporada, sin jóvenes canteranos en el equipo y sin un mínimo propósito de enmienda en la clase dirigente tras dos descensos de categoría consecutivos. Así se presenta el Tenerife 2011/12 a una semana del comienzo oficial de la temporada. Pues bien, no tengo ninguna duda: voy a renovar mi abono.

Las razonesEn este caso (y no en el de la victimista y miserable rueda de prensa de Mourinho) la pregunta que se impone es “¿por qué?” Y la respuesta es evidente: “Porque sí, y punto”. Porque ser de un equipo no exige dar explicaciones. Porque a un club de fútbol se le quiere de forma irracional. Y casi siempre, sin esperar nada a cambio. Suele ser un amor más desinteresado (y habitualmente muchíiiiiiisimo más duradero) del que se siente por una novia/o o por una esposa/o. Y no digamos del que se tiene por un partido político. Y es un cariño más incondicional, sin vínculos sanguíneos que obliguen al afecto, del que se proyecta hacia unos padres o hacia unos hijos. Al equipo, a tu equipo, al Tenerife en este caso, lo quieres porque sí. Y le perdonas con naturalidad cosas que difícilmente tolerarías a tu pareja, a tu hermano o a tu hijo. Le perdonas, por ejemplo, lo que hizo la temporada pasada. Y aunque en la soledad de tu conciencia sabes que el daño es irreparable, te tragas el orgullo y estás dispuesto a dar el primer paso hacia la reconciliación. Y el segundo. Y…

El perdón Tres mil tinerfeñistas ya han perdonado lo que pasó la temporada pasada. Se lo han perdonado al club, al escudo, a ese ente etéreo e impersonal al que quieren (queremos)… porque para los responsables concretos del horror no creo que haya perdón posible. Muchos juraron (juramos) hace unos meses no volver al Heliodoro. Jamás. O al menos, hasta que se fueran los jugadores y los dirigentes que provocaron este desastre. Pasado el verano, allí siguen algunos futbolistas y casi todos los consejeros. Y también continúa el presidente, cada vez más solo y perdido, empeñado en que va por la senda correcta mientras el mundo gira en dirección prohibida. Pero el tiempo, no su actitud, cierra las heridas. Y el domingo 21, cuando empiece la temporada oficial ante el Vecindario, es probable que en el Heliodoro se encuentren (nos encontremos) más de cinco mil aficionados dispuestos a querer al Tenerife. ¿Por qué? Porque como dijo Blaise Pascal hace casi cuatrocientos años, “el corazón tiene razones que la razón no entiende”. Aún no existía el fútbol, pero nadie ha explicado mejor lo que siente un aficionado por su equipo.

PD: esto no es todo: si por azar o méritos el Tenerife se adjudica el torneo Gobierno de Canarias ante la UD Las Palmas, es posible que esos aficionados acudan (acudamos) al Heliodoro con una sonrisa.